Ariana Rothschild
El penthouse en el Upper East Side era todo lo que uno esperaría de la familia Rothschild: lujo, sofisticación, y un sentido opulento de estilo. A través de las amplias ventanas, la ciudad se extendía ante mí, sus luces comenzando a brillar mientras la tarde se desvanecía en noche. Me miré en el espejo del vestidor, rodeada de un despliegue de vestidos de alta costura y joyas brillantes. Mi reflejo me devolvía una imagen que parecía estar a la altura de las expectativas familiares, pero, por dentro, sentía una maraña de nervios y dudas.
El estilista me ajustaba el vestido, una creación elegante en tono azul marino, mientras intentaba mantener la calma. La tensión en el aire era palpable, un recordatorio constante de la importancia de la gala de esa noche. Mi padre, Edward Rothschild, entró en la habitación con su habitual porte autoritario y una sonrisa orgullosa.
-Ariana, querida, todos esperan verte," dijo con voz firme, su tono dejaba claro que esta noche era crucial para nuestra imagen y nuestros negocios. Mi madre, Victoria Rothschild, siguió poco después, su expresión reflejaba la satisfacción que solo un evento exitoso podría proporcionar.
"Asegúrate de hablar con todos los contactos importantes," añadió Victoria, mientras ajustaba un mechón de mi cabello. "Es esencial que hagas una buena impresión."
Asentí, tratando de ocultar mi inquietud tras una sonrisa que, esperaba, se viera auténtica. La gala no solo era un evento social; era una demostración de nuestra posición y poder en el mundo de los negocios. A pesar de mi preparación meticulosa, sentía una creciente presión para no defraudar a mi familia.
El salón de eventos del hotel estaba deslumbrante, con candelabros de cristal que proyectaban una luz cálida sobre mesas vestidas con manteles de seda. La música de una orquesta de cuerdas llenaba el aire, creando una atmósfera de elegancia y sofisticación. Los invitados, vestidos con sus mejores galas, se movían entre conversaciones animadas y copas de champán.
Me encontré rodeada de admiradores y colegas, intentando mantener la compostura mientras conversaba con varios contactos de mi familia. Mi mente divagaba mientras intentaba concentrarme en los temas de conversación. La presión de cumplir con las expectativas familiares era abrumadora, y me sentía como una pieza en un tablero de ajedrez, movida por las manos de otros.
Mientras trataba de encontrar un respiro en la terraza, la brisa nocturna ofreció un breve alivio del bullicio interior. Me apoyé en la barandilla, observando las luces de la ciudad y tratando de aclarar mis pensamientos. Fue entonces cuando lo vi.
Julien Delacroix se acercó con una gracia innata, como si conociera la sala antes de entrar. Su presencia era magnética, y no pude evitar notar la forma en que se movía, casi como si estuviera en control de cada espacio que ocupaba. Al principio, creí que era una simple coincidencia, pero sus ojos se encontraron con los míos, y sentí una chispa de algo inesperado.
"¿Ariana Rothschild, ¿verdad?" Su voz era suave pero cargada de una intensidad que me sorprendió. "He oído mucho sobre ti."
Lo miré con curiosidad y una pizca de cautela. "Y tú debes ser Julien Delacroix. ¿Qué te trae a nuestra gala?"
Su sonrisa tenía un toque de desafío, una curva sutil que sugería que había mucho más detrás de su exterior encantador. "Digamos que estoy interesado en lo que el futuro podría ofrecer... para ambos."
Sus palabras, aunque enigmáticas, resonaban en mi mente. La conversación comenzó de manera formal, pero pronto se volvió más íntima, cargada de una tensión palpable. Cada palabra, cada mirada, parecía tener un doble sentido, un juego de seducción y desafío que no podía ignorar.
Su sonrisa tenía un toque de desafío. "Digamos que estoy interesado en lo que el futuro podría ofrecer... para ambos."
A medida que la gala llegaba a su fin, la sensación de sorpresa y fascinación no me abandonaba. El encuentro con Julien Delacroix había sido una revelación inesperada en medio de la rigidez y el esplendor de la velada. Me retiré a mis aposentos, con el eco de sus palabras resonando en mi mente.
Mientras me preparaba para dormir, no podía evitar preguntarme qué significaría su presencia en mi vida. La chispa de algo que había comenzado esta noche era palpable y, aunque no sabía cómo se desarrollaría, estaba segura de una cosa: este encuentro había marcado el comienzo de algo que cambiaría mi vida de formas que aún no podía imaginar.