Últimamente no sé qué me pasa,
mi mente rechaza la paz y la calma;
las ideas se sacuden y me nublan el alma,
intento avanzar y no consigo ver nada,
contemplo retroceder y el viento en contra me niega la entrada.
¿Por qué parece que estoy feliz todo el tiempo?,
y de la nada la incertidumbre y tristeza reclaman su momento.
Es como si viera mi destino cerca estando tan lejos,
como si sintiera que finalmente estoy a punto de alcanzar uno de mis deseos,
cuando realmente estoy al otro lado de ellos.
Me pregunto por qué sigo aquí,
me pregunto por qué lloro intentando reír,
me pregunto si he de correr de aquí,
o convencerme a creer que la siguiente jugada del destino comienza desde aquí.
Camino descalzo y a ciegas,
hay diluvio y tormenta,
alzándose en medio de un alma desierta,
retirando de la balanza,
el peso de la ciudad una vez llamada “confianza”.
Parece que me muevo a paso largo,
y de la nada siento que me estanco.
Parece que mi seguridad el tren alcanza,
luego me doy cuenta de que es una imagen a realidad aumentada.
Un tornado se acerca,
hay que correr y el tiempo apremia,
¿hacia o lejos de él?,
la primera opción es una mala idea,
pero estoy cansado de retroceder.
Me siento dentro de un bucle de tiempo,
los comensales dicen lo mismo en la merienda y almuerzo;
el tiempo se va mostrando desprecio,
al intentar cuestionarle cuándo es el momento.
Una ola de esperanza llegó,
la inseguridad me acarició,
la incertidumbre se llevó,
y la paz me devolvió.
Sé que aunque me cuesta ver debo seguir,
sé que em algún momento el arcoíris va a resurgir;
sé que esto no termina aquí,
sé que aún me queda mucho para dar de mí.
Editado: 02.10.2022