Los últimos hechos me golpean la cabeza,
temeroso camino y ataco en defensa,
de las circunstancias y mi confianza expuesta.
Hay vacíos profundos,
cuestionando mi avance;
susurros tediosos,
que no dejan de atormentarme.
Intento ver las señales,
en la carretera desierta;
intento creer que es probable,
el primero caminar a ciegas.
Mis pies descalzos,
sienten el suelo frío.
Hay piedras de incertidumbre por todos lados,
acabando conmigo.
No me siento en casa,
siento que aquí soy un extraño,
siento que muero a diario,
al poner un pie en la sala.
La incertidumbre me apaga la luz,
la esperanza reclama;
la fe se asoma desde el sur,
intentando reavivar la llama,
que me llene de nuevo de luz.
Siento que el aura de mi hogar me llama,
por medio de susurros moribundos;
repitiéndome noche y mañana,
que anhela que mi alma,
regrese a su mundo.
Creo que debo correr,
el dilema es hacia dónde,
la luz se lleva el atardecer,
perdiéndome en el horizonte.
En medio de la nada,
es cuando más acompañado me siento;
en completa soledad,
es como debo estar presiento.
¿Cuál es mi deber aquí?,
¿por qué abrazar a la incertidumbre?,
¿por qué reír y sonreír?,
y dejar que se haga costumbre.
Las dudas me golpean,
la paz me apuñala;
mi alma sangra,
y llena está la sala de espera.
Soy muy complicado,
quizás es por ello,
que he de estar solo a diario,
pensando que es bello,
el no dejar que vean el desastre de mi cuarto.
Sé que paso por una crisis.
Sé que voy a estar bien.
Sé que aunque sea difícil,
mi cultivo va a florecer.
Editado: 02.10.2022