Al día siguiente, por supuesto que entregó la renuncia. La verdad, no tenía sentido seguir ahí porque le pagaban poco y además su hermano ya no tendría otra vez la misma suerte de que alguien se dignara a verlo. Así que Gloria fue, trabajó, y cuando terminó sus tareas, y entregó su renuncia al mismo tipo que la recibió el primer día y del que todavía no sabía el nombre.
Le dieron un cheque para que cobrara lo que había trabajado ese mes, devolvió los elementos de limpieza, y se fue. Mientras caminaba hacia la salida ya iba pensando dónde encontrar un nuevo trabajo. La cosa no andaba nada bien, así que tendría que apelar a Romina, una especie de "amiga" que tenía, que trabajaba en un barrio privado y que siempre le había conseguido trabajo en situaciones de emergencia. No le caía bien esa chica, sobre todo porque solía robarle a sus empleadores y después lo contaba como una gran hazaña, pero las veces que Gloria necesitó trabajo, Romina enseguida le encontró algo.
-¡Eu, Gloria!
Se detuvo al escuchar su nombre, aunque no reconoció la voz. Detrás de ella venía corriendo un hombre, y hasta que no estuvo más cerca no lo reconoció.
-Soy Pablo -dijo él, sonriendo.
-Ah, hola señor -trató de sonreír como él.
-¿Cómo es eso de que renunciaste? Me mandó Lionel a buscarte.
Gloria sintió que algo dentro de ella burbujeaba como una gaseosa y se sintió avergonzada nuevamente aunque también conmovida. No pudo decir nada, porque Aimar continuó:
-Se enteró recién y dijo que seguro te fuiste por lo que pasó ayer y que no hagas caso y sigas. ¿Qué pasó ayer? -preguntó, curioso.
-Nada, traje a mi hermano y terminó haciendo una escena. Pasé una vergüenza tremenda y sí, renuncié por eso. Pero también porque me pagan poco.
-¿En serio? No teníamos idea. Bueno, vamos a hablar para que cambien eso, y también para que tengas algún ayudante, no puede ser que hagas todo sola. Ahora porque hay poca gente, pero en cuanto empiecen a venir los jugadores, esto va a ser un quilombo para una sola persona.
Gloria se quedó quieta, sin saber muy bien qué hacer o cómo seguir con la conversación. Nunca, jamás, nadie, se había preocupado así por ella. Ni siquiera su madre.
-Vení, volvamos así retiras esa renuncia. No puede ser che, está todo mal acá.
Lo siguió adentro nuevamente, Pablo se metió en una oficina y a los dos segundos estaba afuera con la hoja en la que Gloria había escrito de su puño y letra que renunciaba.
-Leessstooo -dijo sonriendo y rompiendo la hoja-. Mañana hablo con el Chiqui para que se solucione el tema de tu sueldo y de la limpieza.
-Gra...gracias. De verdad. No sé qué decir.
-Decile gracias a Lionel, que ni bien se enteró me mandó a buscarte. Sino yo no estaba enterado de nada.
Pero Gloria no pudo agradecerle hasta más de dos meses más tarde, porque primero el cuerpo técnico se había ido de viaje a Mendoza a probar jugadores, y después simplemente no coincidían en horarios.
Cuando lo vio, fue en una cena de Navidad, en la que ella estaba, obviamente, limpiando. Las tratativas de Aimar y Scaloni habían logrado que le subieran un poco el sueldo y también que tuviera dos ayudantes para estas ocasiones especiales donde iba mucha gente. Por primera vez se sentía importante, ya que ella era la "jefa" del personal de limpieza. Sí, eran sólo tres personas, pero ella era quien tenía más experiencia. Cuando lo pensaba se sentía estúpidamente importante, porque, ¿quién siente orgullo por eso? Pero bueno, era el único logro que podía ostentar.
Mientras limpiaba la cocina y los mozos iban y venían, podía escuchar que aún reinaba un ambiente tenso donde muchas personas no estaban de acuerdo todavía con Scaloni como DT pese a que ya tenía un partido ganado. Muchos aseguraban que solo estaría por un tiempo hasta que encontraran algo mejor. Un par de partidos más y a volar. Parecía una vergüenza nacional tener a la cabeza de la Selección a un tipo que no sabía dirigir ni el tránsito.
Le molestó escuchar esas cosas. Seguía sin saber nada de fútbol, pero le costaba creer que una persona tan buena en lo personal fuera tan incapaz en lo profesional. Si Scaloni era considerado con ella, que no era nada más que la chica que limpia, seguramente lo era mucho más con los jugadores y eso por supuesto que haría que todos se llevaran bien y formaran un gran equipo. De pronto, la idea de que Scaloni solo estuviera por un tiempo más la enojó mucho. Sería injusto.
Y también, sería una pena no verlo nunca más.
Cuando la cena terminó, Gloria y su pequeño equipo comenzaron con la tarea de limpiar las mesas y acomodar las sillas. Eran cerca de las tres de la mañana y pensaba en Felipe, solo en su casa, si es que estaba en su casa.
Había algo más que ella tenía que agradecer a Scaloni y era haberlo retado, por no decir haberlo cagado soberanamente bien a pedos al chico. Porque a partir de ahí Felipe estaba cambiando bastante. Seguía siendo un vago que se llevó todas las materias de la escuela, pero por lo menos la trataba bien, y obedecía cuando ella le pedía que no ensuciara dentro de la casa. Aun así, le daba miedo dejarlo solo por la noche porque sabía que podía irse a cualquier parte o que la peor calaña del barrio fuera a buscarlo para llevarlo a alguna joda.
Mientras cargaba un par de sillas para apilarlas en un rincón, vio la figura de Scaloni retirándose y miró a todas partes antes de seguirlo. Estaba solo y sin compañía, y se dirigía hacia el estacionamiento.
-¡Señor! -lo llamó, pero no obtuvo respuesta-. ¡Lionel!
Scaloni se giró y al verla, sonrió.
-Ey Gloria, tanto tiempo, ¿cómo estás?
-Bien, bien -de repente se quedó sin palabras y pensó rápido qué decirle-. Yo...estoy bien.
-Me alegro. ¿Cómo va todo por acá?
-Bien, mejoró bastante. De eso quería hablarle. Quería agradecerle por lo que hizo por mí.
Scaloni frunció el ceño y movió la cabeza.
-No entiendo. ¿Qué hice?