Un nuevo día comienza.
Los escandalosos golpes en la puerta y unos gritos molestos nos sobresaltaron, despertamos algo asustados y sin perder el tiempo nos levantamos. Dormimos con la misma ropa, así que no fue necesario cambiarnos. Eso nos permitió llegar rápido al comedor de aquel viejo hotel y abrir la puerta para saber qué pasaba.
Vimos a los demás "prisioneros" en la entrada de sus correspondientes habitaciones. Por lo aparente, fueron recién interrumpidos de sus sueños ya que todos tenían semblantes somnolientos y miradas adormiladas. Otros apenas comenzaban a abrir las puertas.
—Escuchen piso 5 —habló un soldado de voz firme y mirada desapacible—, a causa de problemas recientes, tendrán que hospedarse en este hotel hasta nuevo aviso. Serán retirados del establecimiento y trasladados a otro lugar cuando se dé la orden, hasta entonces, vivirán temporalmente aquí —nos observó de forma analítica—. ¡Adentro!—ordenó.
Estábamos sentados en la mesa, sin palabras, solo un silencio tranquilo y cómodo. Ninguno se atrevió a romperlo, nuestras miradas estaban puestas sobre aquella tabla de madera lisa y sin mantel.
—¿Deberíamos temer a las palabras del hombre? —no intenté moverme, seguía en mi postura y con la mirada pérdida.
—Recuerda, la palabra tiene poder, cada cosa que decimos puede afectar de diversas maneras a quienes la han escuchado. Podemos usarla como queramos e implantar un sentimiento que les quedará marcado a los otros, pero también puede ser puesta en nuestra contra y si no pensamos bien lo que vamos a decir, heriremos a quienes menos esperabamos —su mirada se dirigió hacia la ventana.
Su respuesta fue compleja, pero por la manera en la que se expresó pude deducir que tuvo un percance con ese tema. Por eso que lo profundiza y en cierta parte lo exagera, y mucho. Asentí y callé para evitar la incomodidad en el ambiente.
Me levante y fui a explorar la casa, debía distraerme mientras estuviéramos aquí. Entre a lo que parecía ser una oficina, vi un mueble con algunos libros desparramados y a su alrededor habían tirados.
Tome uno del suelo que se encontraba frente a mí, su nombre era "Ecos del nilo" de Ali Hazelwood. Leí la sinopsis, un romance algo curioso y bonito. Me senté en el suelo y comencé a leer la primer página.
"Recuero aquel verano, cálido y reconfortante, el mar pacífico y bello. Sin duda, un paisaje apacigüe y lleno de vida. Pero esos recuerdos traen otros; su presencia, su olor, su toque, su mirada, el solo hecho de que no este conmigo me sofoca y quiebra... y también me alivia.
Una sensación de paz me embriaga el corazón al no oír su voz y al mismo tiempo, siento un enorme vacío al estar la casa en silencio. Mi soledad se volvió mi única compañía y los libros mi entretenimiento. No te miento cuando te digo que mi vida se desmorona y se construye al la vez, toda una montaña rusa..."
—Hola —sonó una voz femenina desde la puerta, interrumpiendome.
Esto causo que elevara la vista hacia la provocarte de dicha palabra.
–Nadia, no te vi —puse a un lado el libro, me levanté y limpié la parte de atrás de mi vestido.
—Tranquila, solo venía a ver qué hacías —se acercó.
—Leía —mire el libro.
—Con respecto a lo que pasó... No le tomes importancia, es complicado y se lo tomó muy personal —ella agarró un libro de la repisa.
—Sí, no pasa nada, entiendo —alce el libro—. Pero... ¿Sabes por qué se puso así?
—Tuvo problemas con su familia, discusiones, pero no toquemos ese tema —comenzó a leer—. Me dijo que te pidiera disculpas de su parte, es por si te llegó a incomodar lo que dijo.
—Sí, luego hablare con él —volví con mi lectura— ¿Amira aún está dormida?
—Sí —no despegó su mirada de aquella página—, pero en unos minutos la despertaré porque ya durmió de más.
—¿Crees que saldremos de aquí? —cuestioné con voz apagada.
—No lo sé —su mirada pasó a ser una pérdida con decoradas gotas sobre ella —. Tengo fe en que sí, pero.... —abarcó en ella una torrente ola de miedo y desesperación—. A la vez, salir es imposible y Amira... —su corazón se estrujó intentando desaparecer el pesar que estaba sintiendo—. No sé si saldremos con vida de aquí, ellos nos matarán uno por uno, lo sé, no quedará nada de nosotros. Nos tienen enjaulados como perros y rogando por nuestras vida, lo único que nos queda es seguir soñando y colgarnos de ese sentimiento de ser libres.
Si se analizara con atención, su forma de actuar, sus lagrimas luchando por la libertad, el quiebre de su voz, el malestar que emana. Uno se dá cuenta que temía por la vida de su hija y por la suya, y le daba terror saber que ocurriría después.
¿Qué pasaría después?... Después de la guerra... Después de quitarnos estas cadenas que atan nuestras almas al enemigo... Después de la miseria... Del hambre... De las muertes de peones... Del llanto... Los lamentos... El dolor... Después de esta masacre...
¿Todo volverá a ser como antes?¿Qué hay de los desdichados inoportunos a quienes les arrebataron la vida?... Todos ellos ya no volverán a ver la luz del sol.
¿Y sus familias?¿qué decir de ellas? "¡AY, POBRECITOS!¡LO LAMENTAMOS MUCHO!". Eso es lo que dirán, nada más, solo eso, y lo peor es que debemos conformarnos con lo que ellos nos den, no podemos pedir más.
Estas cicatrices que se formaron en nuestro interior serán eternas e imborrables, se convertirán en nuestras marcas. Las cuales mostraremos para que el mundo vea que somos sobrevivientes de este inacabable genocidio.
Mi más sincero abrazo fue lo que le brinde, empatizaba con su sentir y conectaba a la perfección con sus sentimientos. Porque ambas pasábamos la misma penosa circunstancia y el temor a ser la próxima presa, acechaba en nuestra conciencia.
Pedir a Allah es todo lo que nos queda, debemos aferrarnos a la vida que aún tenemos con miedo a perderla.