Quince años atrás.
“POR TRAICIÓN, EXTORSIÓN Y ASESINATO, LA REINA BECCA REN NORDKA ES CONDENADA A MUERTE POR GUILLOTINA”.
Es una mentira.
Selene, hija del Rey y la Reina del reino de Nordka, sabía que esa acusación era una absoluta mentira.
¡Lo había visto con sus propios ojos!
—¡MAMÁ! —chilló, observando como arrastraban a la Reina por el suelo como un animal.
Sus bellos ojos azules giraron hacia ella, llenos de lágrimas y con una exclamación de perdón escrita en el iris, pero… no había nada que perdonar.
—¡MAMÁ, MAMI! —gritaron los mellizos de diez años.
—¡Tío Adler! —Leiv lo sujetó de la camisa. —¿Por qué se llevan a mamá?
El tío Adler dejó que las lágrimas se deslizaran por sus mejillas sin siquiera intentar ocultarlas. Estaba destrozado. El hombre más fuerte del Reino estaba llorando como un niño.
En ese momento los mellizos no entendían nada, solo podían ver las caras desoladas de los sirvientes y caballeros. Su tío no decía nada tampoco, por lo que solo se apoyaron en él, tratando de secarle las lágrimas con sus manos.
—Mis sobrinos tienen que ser fuertes, ¿entendido? —dijo, con la voz ahogada. —Tienen que prometerle a su madre que lo serán.
A sus diez años, vieron a su madre colocar su delicado cuello en un agujero ensangrentado, sin apartar la mirada de amor de sus hijos. Sus labios se movieron, gesticulando un ´te amo´ doloroso. Gritaron, lloraron y golpearon a los caballeros que los sostenían, tratando en vano de liberarse y salvar a su madre.
Por más que imploraron que se detuvieran, sus lágrimas no hicieron la diferencia, sus gritos no hicieron retroceder la orden del Duque. Nada los detuvo. Absolutamente nada.
Cuando la enorme hoja de metal cayó y su cabeza rodó, ya era demasiado tarde.
Su madre estaba muerta, la reina fue ejecutada y su muerte era solo el atisbo de la enorme catástrofe que se asomaba en las sombras.
Ese día algo cambió, no lo supieron ver, pero lo sentía en sus entrañas, en su apesadumbrado corazón…