Miro a Tyme, su mirada fija en mí, y siento un escalofrío.
—Baja el arma, Great —me ordena Tyme con voz suave, tratando de tranquilizarme. Pero yo niego, mis ojos están desenfocados y rojos. He estado llorando.
—Por favor, hablemos en casa —,insiste Tyme. Pero yo no puedo calmarme.
—Te perdone todo —,le digo, mi mandíbula apretada, la rabia creciendo dentro de mí —.Todo. El que quisieras destruir a mi familia, el vídeo que subiste a las redes, de ti y de mí teniendo sexo, aunque mi padre me despreció más luego de eso, te perdoné. Lo hice porque te amo.
Tyme se acerca a mí, su mano delante intentando llegar al arma.
—Hablemos —,dice. Pero yo no quiero —.No hay nada de qué hablar —,le digo, apuntando el arma hacia la otra persona que hasta ahora había permanecido en silencio junto a Tyme.
—¡No, Great! —,dice Tyme, cubriendo con su cuerpo el de la mujer que ahoga un grito y se esconde detrás de su espalda —.Nutcha no tiene nada que ver —Pero yo no le creo.
—¿En serio? —pregunto incrédulo y suelto una risa vacía —¿A quién estabas besando entonces? —Tyme intenta explicarse, pero yo no quiero escuchar.
—No voy a soportar que me traiciones así, con esta mujer —,le digo, volviendo el arma hacia Tyme.
—Yo no quise provocar esto —comienza a decir la mujer, pero yo no se lo permito —Si no quieres morir hoy aquí, vete ahora —murmuró con rabia.
La mujer sale rápidamente y corre fuera de la habitación, cerrando la puerta detrás de ella. Me río, una risa histérica y desesperada, mientras las lágrimas corren por mi rostro. Mi cuerpo tiembla de emoción, mi respiración es agitada.
—No es lo que crees, ella y yo no estamos juntos —,asegura Tyme, intentando mantener la calma.
—¿Crees que soy tan idiota? —me burlo, mi voz temblando de rabia y dolor —¿Crees que no sé lo que pasó? —Tyme da un paso atrás, intentando poner distancia entre nosotros.
—Great, por favor, escúchame —dice. Pero yo no escucho. Mi mente está consumida por el dolor de la traición.
—Me usaste —digo en voz baja, apenas audible —Todo este tiempo me usaste. Nunca me amaste —Tyme niega con la cabeza.
—No, Great, no es así. Te lo juro…—asegura. Pero yo no lo creo.
—Te amo, Great —Esa mentira es la gota que colma el vaso. Me derrumbé, sollozando descontroladamente.
—Eres de lo peor —digo, sin dejar de apuntar el arma a Tyme —Me has destruido —El arma suena fuerte en la habitación. Tyme se desploma en el suelo, un agujero de bala en su pecho.
—Great —susurra, antes de cerrar los ojos para siempre.
Estoy sentado en mi cama, mirando fijamente la pared blanca del hospital psiquiátrico. Mi mente está vacía, sin emociones, sin pensamientos. La doctora sale, dejándome solo.
No he hablado desde que fui hospitalizado. Sé con total claridad lo que hice. Tyme me traicionó y yo lo asesiné. Simple.
Pero desde la mañana que recibí la visita de Nutcha, nada es tan simple, ni tan claro. Tengo en mis manos el diario de la mamá de Tyme, en la última hoja hay algo escrito por el mismo Tyme, algo que cambia todo.
"Lo siento, mamá, papá. No puedo seguir adelante con mi venganza. Sé que los voy a decepcionar, pero me enamoré. Aún no puedo creer que justo la única persona en la tierra a la que no debería amar, lo haga. No quiero hacerle daño, lo amo con todo mi ser.
Tomé una decisión, algo que debí hacer desde el momento en que disparé esa arma. Ahora sé que Tyme no me mentía cuando me decía todas esas hermosas palabras, las caricias que me daba eran solo para mí, todo fue invento de mi mente desequilibrada. Yo era el dueño de su vida, pero Tyme ya no vivía. Esa tarde, fui a buscarlo, impulsado por un anhelo irresistible.
Me encuentro en un lugar vacío y silencioso, sin saber dónde estoy ni cómo llegué aquí. La soledad es abrumadora, pero siento una presencia invisible. De repente, una figura aparece en la distancia, como un espejismo. Es Tyme. Mi corazón late con fuerza, mi respiración se vuelve agitada.
Me acerco a él, sintiendo el peso de mi culpa y mi amor. Tyme sonríe, extendiendo sus brazos hacia mí. Me lanzo hacia él, abrazándolo con desesperación.
—Lo siento —susurro, mi voz temblando —Lo siento tanto.
Tyme me estrecha contra sí, su calor y su amor envolviéndome.
—No hay nada que lamentar —asegura, su voz suave y reconfortante. —Estoy aquí contigo.
Nuestros cuerpos se funden en un abrazo eterno, nuestro amor y dolor mezclados en un torrente de emociones. Lentamente, comenzamos a desaparecer, nuestros contornos diseminándose en la nada. Solo queda nuestro abrazo, una llama que arde en la eternidad.
La oscuridad se cierra sobre nosotros, pero nuestro amor permanece, un recuerdo intenso y breve, pero eterno.
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Editado: 20.10.2024