Amor y poder bajo las luces de New York

Capitulo 9

Los días transcurrieron con una rutina casi monótona en Blake & Partners, pero para Emma, las cosas estaban lejos de ser normales. Desde la noche bajo la lluvia con Alexander, algo había cambiado. Aunque él mantenía su comportamiento profesional y reservado, había momentos en los que lo sorprendía mirándola de una manera que no lograba descifrar. Una mezcla de curiosidad y algo más profundo que no se atrevía a nombrar.

Emma se esforzaba por mantener su distancia emocional. Sabía que cruzar cualquier límite con Alexander no solo sería imprudente, sino también peligroso para su carrera. Sin embargo, cuanto más trataba de convencerse, más parecía Alexander encontrar maneras de derribar sus defensas, incluso sin intentarlo directamente.

Todo parecía estar en un delicado equilibrio… hasta que alguien del pasado de Emma apareció inesperadamente.

Era un martes por la tarde cuando Emma, absorta en la organización de los documentos para una próxima reunión, escuchó una voz familiar que hizo que su corazón se detuviera por un momento.

—¿Emma Parker?

Al levantar la vista, su pecho se tensó. Ahí, de pie frente a su escritorio, estaba Nathan Carter, su exnovio. Alto, con cabello castaño oscuro perfectamente peinado y una sonrisa que alguna vez la había desarmado por completo, Nathan era la última persona que esperaba ver en Nueva York, mucho menos en su oficina.

—Nathan… —murmuró, incapaz de ocultar su sorpresa.

Él sonrió con esa misma confianza que siempre había tenido.

—Qué sorpresa verte aquí. ¿Trabajas en Blake & Partners?

Emma asintió, tratando de recuperar la compostura.

—Sí, como secretaria ejecutiva. ¿Qué haces tú aquí?

Nathan se ajustó el botón de su traje, una costumbre que Emma recordaba bien.

—Estoy aquí para una reunión con Alexander Blake. Estoy trabajando con una firma de inversión interesada en una colaboración. Pero nunca imaginé que te encontraría aquí.

Antes de que Emma pudiera responder, la puerta de la oficina de Alexander se abrió y él apareció, con su habitual aire de autoridad. Sus ojos pasaron de Nathan a Emma en un instante, y su expresión se endureció ligeramente al percibir la tensión en el ambiente.

—Señor Blake, este es Nathan Carter. Está aquí para la reunión con usted —dijo Emma rápidamente, retomando su tono profesional.

Alexander extendió la mano hacia Nathan, su rostro imperturbable.

—Señor Carter. Por aquí, por favor.

Nathan le dirigió una última mirada a Emma antes de seguir a Alexander hacia su oficina. Emma dejó escapar un suspiro de alivio, pero su tranquilidad duró poco.

La reunión con Nathan se extendió más de lo previsto, y cuando finalmente terminó, Emma intentó concentrarse en sus tareas. Sin embargo, no pudo evitar sentirse intranquila. Aunque había terminado con Nathan hacía más de un año, su relación no había acabado bien. Nathan, siempre encantador pero manipulador, había logrado que Emma se sintiera pequeña e insegura durante mucho tiempo. Había trabajado duro para dejar todo eso atrás, y verlo ahora, en el lugar donde se sentía más fuerte, había removido viejas heridas.

Cuando Nathan salió de la oficina de Alexander, se detuvo junto a su escritorio.

—Fue un placer verte, Emma. Quizás podamos ponernos al día pronto.

Su sonrisa era tan encantadora como siempre, pero Emma notó el matiz de control que había aprendido a identificar.

—Claro, Nathan. Que tengas buen día.

Él asintió y se marchó, dejando a Emma con una mezcla de alivio y malestar.

Unos minutos después, Alexander salió de su oficina y se acercó a su escritorio. Su expresión era seria, pero había algo más en su mirada, algo que Emma no lograba interpretar.

—¿Lo conocías? —preguntó, cruzando los brazos frente a ella.

Emma dudó por un instante antes de responder.

—Sí. Fue… alguien de mi pasado.

Alexander asintió lentamente, como si considerara sus palabras.

—Parecía más que alguien.

Emma alzó la vista, sorprendida por su tono.

—Fue mi novio, hace tiempo. Pero ya no tiene importancia.

Alexander la miró en silencio durante unos segundos que se sintieron eternos. Finalmente, habló con un tono más bajo.

—Espero que no permita que eso afecte su trabajo aquí.

—No lo haré —respondió Emma con firmeza.

Sin decir nada más, Alexander se giró y regresó a su oficina, cerrando la puerta detrás de él. Pero Emma no pudo evitar sentir que la conversación había dejado algo sin resolver.

Dos días después, Nathan volvió a aparecer, esta vez con un pretexto para entregarle un documento a Alexander. Pero en lugar de dirigirse directamente a su oficina, se detuvo junto al escritorio de Emma.

—No te he dejado de pensar, Emma. Estás tan hermosa como siempre —dijo en voz baja, inclinándose ligeramente hacia ella.

Emma se tensó, apartándose sutilmente.

—Nathan, esto no es el lugar ni el momento.

—Solo quiero hablar. Una cena, quizás. Para recordar viejos tiempos.

Antes de que Emma pudiera responder, la puerta de la oficina de Alexander se abrió. Él salió con una carpeta en la mano, pero al ver a Nathan inclinado hacia Emma, su mirada se endureció.

—¿Todo bien aquí? —preguntó, su tono firme y cortante.

Nathan se enderezó rápidamente, recuperando su sonrisa despreocupada.

—Por supuesto, señor Blake. Solo estaba poniéndome al día con Emma.

Alexander lo observó con una expresión que dejó claro que no estaba convencido.

—Le recomiendo que se enfoque en los negocios mientras esté en esta oficina, señor Carter.

Nathan asintió, claramente incómodo, y se marchó con rapidez. Cuando la puerta del ascensor se cerró detrás de él, Alexander se giró hacia Emma.

—¿Está segura de que todo está bien? —preguntó, esta vez con un tono más suave.

Emma asintió, pero no pudo evitar que su voz temblara ligeramente.

—Sí, señor Blake. Lo siento por cualquier inconveniente.




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