Amor y poder bajo las luces de New York

Capitulo 12

El lunes llegó con el cielo gris y cargado, como si la ciudad reflejara la tensión que Emma sentía en su interior. Desde su enfrentamiento con Alexander el viernes por la noche, algo había cambiado en la dinámica entre ambos. Aunque él seguía siendo profesional, su distancia parecía ahora deliberada, como si estuviera esforzándose por mantenerla en un lugar seguro y controlado.

Emma, por su parte, intentaba convencerse de que era mejor así. Después de todo, cuanto más se mantuvieran alejados, más fácil sería ignorar esa extraña conexión que crecía entre ellos, alimentada por momentos no dichos y emociones no confesadas. Sin embargo, ignorarlo era más fácil decirlo que hacerlo, especialmente porque Alexander parecía estar en todas partes.

A media mañana, Emma recibió un correo de Alexander solicitándole que se reunieran en su oficina para revisar los últimos cambios en la presentación de Westbrook Industries. Se preparó mentalmente antes de entrar, recordándose que debía mantener la conversación estrictamente profesional.

Cuando llegó, lo encontró de pie junto a su escritorio, revisando algunos documentos con su característica concentración inquebrantable.

—Señor Blake, aquí están los ajustes que solicitó —dijo Emma, extendiéndole una carpeta.

Alexander alzó la vista y la tomó, sus dedos rozando los de ella por un breve instante. Aunque el contacto fue mínimo, Emma sintió un escalofrío recorrer su piel. Intentó ignorarlo, pero el ligero cambio en la expresión de Alexander le dijo que él también lo había notado.

—Gracias, Parker. Tome asiento —dijo finalmente, señalando la silla frente a su escritorio.

Emma se sentó y observó cómo él revisaba los documentos. La habitación estaba en silencio, excepto por el sonido de las hojas al pasar, y la tensión entre ellos parecía llenar el espacio como un peso palpable.

Finalmente, Alexander dejó los papeles a un lado y la miró.

—Estos cambios son buenos. Pero quiero que esté preparada para cualquier pregunta difícil que los inversores puedan tener durante la presentación.

—Por supuesto, señor Blake. Ya estoy trabajando en un resumen con posibles respuestas —respondió Emma, manteniendo su tono profesional.

Alexander asintió, pero no apartó la mirada. Sus ojos grises estaban fijos en los de ella, como si buscara algo más allá de las palabras. Finalmente, habló con un tono más suave.

—Parker, sobre el viernes…

Emma sintió cómo su cuerpo se tensaba. No quería hablar de eso, no cuando apenas estaba comenzando a recuperar el control de sus emociones.

—No fue nada, señor Blake. Simplemente estaba cansada, y quizás fui un poco impulsiva.

Alexander frunció el ceño ligeramente, como si no estuviera de acuerdo con su respuesta.

—No creo que haya sido impulsiva. Creo que fue sincera.

Sus palabras la tomaron por sorpresa. Durante un breve instante, Emma no supo qué responder. Finalmente, bajó la mirada, intentando evitar el peso de su atención.

—Prefiero dejarlo en el pasado, si no le importa.

Alexander asintió lentamente, pero había algo en su expresión que le decía a Emma que no estaba completamente dispuesto a dejarlo pasar.

—Como quiera, Parker. Pero si alguna vez necesita hablar de algo, estoy aquí.

Sus palabras parecían más una promesa que una simple oferta, y Emma sintió cómo su corazón se aceleraba. Pero antes de que pudiera responder, Alexander desvió la conversación de vuelta al trabajo, retomando su tono habitual.

Más tarde ese día, Nathan apareció nuevamente en la oficina con un pretexto para entregar documentos relacionados con el contrato. Emma se tensó al verlo acercarse, pero mantuvo su compostura.

—Emma, ¿tienes un minuto? —preguntó Nathan, apoyándose en su escritorio con una sonrisa que ella recordaba demasiado bien.

—Estoy ocupada, Nathan. Si necesitas algo relacionado con el contrato, deberías hablar con el señor Blake.

—Solo quería saber cómo estás. No hemos tenido la oportunidad de hablar bien desde la última vez.

Emma abrió la boca para responder, pero antes de que pudiera decir algo, Alexander apareció de repente, caminando con paso firme hacia ellos.

—Señor Carter, ¿hay algo que necesite? —preguntó, su tono cortante.

Nathan giró la cabeza hacia Alexander, su sonrisa desvaneciéndose ligeramente.

—Nada urgente, señor Blake. Solo estaba poniéndome al día con Emma.

Alexander lo miró fijamente, su expresión imperturbable pero con una intensidad que hizo que Nathan se enderezara.

—La señorita Parker tiene mucho trabajo que hacer. Si no tiene nada más, le sugiero que se concentre en el contrato.

Nathan asintió lentamente, claramente incómodo.

—Por supuesto. Que tengan un buen día.

Cuando Nathan se marchó, Alexander volvió su atención hacia Emma.

—Si vuelve a incomodarla, dígamelo.

—No hace falta, señor Blake. Puedo manejarlo —respondió Emma, sintiendo una mezcla de frustración y agradecimiento.

Alexander la observó por un momento más, luego asintió. Pero antes de regresar a su oficina, dijo algo que la dejó sin aliento.

—No es que dude de su capacidad, Parker. Es solo que prefiero estar seguro de que está bien.

Y con eso, se marchó, dejándola con un torbellino de emociones.

La confrontación que nunca llegó

Esa noche, mientras Emma revisaba los documentos finales desde su apartamento, no podía dejar de pensar en Alexander. Había algo en su comportamiento que iba más allá de la preocupación profesional, pero él parecía tan reacio a cruzar esa línea como ella. Sin embargo, cada interacción entre ellos era como un incendio contenido, y Emma sabía que, tarde o temprano, algo tendría que ceder.

Mientras miraba las luces de la ciudad desde su ventana, Emma se preguntó si estaba preparada para lo que vendría. Porque, aunque ninguno de los dos lo admitiera, la tensión entre ellos estaba creciendo, y con cada día que pasaba, parecía más difícil ignorarla.




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