Amor y poder bajo las luces de New York

Capitulo 13

Un nuevo cliente potencial, Armitage Financial, una de las firmas de inversión más grandes del país, había mostrado interés en trabajar con Blake & Partners, y todos estaban bajo presión para cerrar el trato. Emma se sumergió en su trabajo.

Sin embargo, mientras la empresa se preparaba para esta nueva oportunidad, un peligro inesperado comenzó a tomar forma en el horizonte: alguien estaba tratando de socavar a Alexander y, por extensión, a todo el equipo.

El primer indicio de que algo iba mal llegó en forma de un correo anónimo a la bandeja de entrada de Emma. Al principio, creyó que era un error o spam, pero el asunto del mensaje la hizo fruncir el ceño:

"¿Cuánto tiempo más antes de que Blake caiga?"

Emma abrió el correo con cautela, sintiendo una mezcla de curiosidad y temor. El mensaje era breve, pero directo:

"Alexander Blake no es tan intocable como parece. Si sigues cerca de él, caerás con él. Considera esto un aviso."

El corazón de Emma comenzó a latir más rápido. ¿Quién había enviado ese correo? ¿Y qué significaba? Dudó por un momento antes de decidir imprimir el mensaje y llevarlo a Alexander. Era posible que fuera solo una broma de mal gusto, pero no quería correr riesgos.

Cuando llegó a su oficina, Alexander estaba inclinado sobre su escritorio, revisando algunos documentos. Al verla entrar, levantó la mirada, y su rostro adquirió una expresión más relajada.

—¿Todo bien, Parker?

—No estoy segura, señor Blake —respondió, cerrando la puerta detrás de ella y extendiéndole la hoja impresa—. Esto llegó a mi correo esta mañana.

Alexander tomó el papel y lo leyó en silencio. A medida que avanzaba por las líneas, su mandíbula se tensó y sus ojos grises se oscurecieron. Finalmente, dejó el papel sobre su escritorio y se cruzó de brazos.

—¿Alguien más ha visto esto? —preguntó con un tono más frío de lo habitual.

—No, vine directamente a usted.

Alexander asintió lentamente, su mente claramente trabajando a toda velocidad.

—Esto no es solo un correo anónimo. Es un ataque personal. Y no es coincidencia que haya llegado justo cuando estamos negociando con Armitage Financial.

Emma sintió un escalofrío.

—¿Cree que alguien está tratando de sabotearlo?

—No lo creo, Parker. Lo sé.

Esa tarde, mientras Emma y Alexander discutían cómo manejar el correo, otra bomba cayó sobre ellos. Un artículo apareció en un blog financiero influyente, cuestionando la ética de Blake & Partners. El artículo insinuaba que Alexander había utilizado información privilegiada en una de sus transacciones más recientes, una acusación que, de probarse cierta, podría destruir su reputación.

Emma leyó el artículo con incredulidad, sintiendo cómo la presión se acumulaba en su pecho. Sabía que Alexander era exigente y perfeccionista, pero también sabía que nunca comprometería la integridad de su trabajo.

Alexander, sin embargo, parecía imperturbable cuando ella entró en su oficina con la noticia.

—Lo estaban esperando —dijo él, sosteniendo su teléfono mientras revisaba el artículo. Su tono era calmado, pero sus ojos mostraban una furia contenida—. Alguien planeó esto. Primero el correo, ahora esto.

Emma se acercó al escritorio, sin saber qué decir.

—¿Cree que tiene que ver con Nathan?

Alexander levantó la vista, y por un momento, pareció considerar la idea.

—Es posible. Nathan Carter siempre ha tenido una inclinación por usar métodos poco ortodoxos para conseguir lo que quiere. Pero no puedo acusarlo sin pruebas.

—¿Qué podemos hacer? —preguntó Emma, sintiendo que la situación se volvía cada vez más peligrosa.

Alexander apoyó los codos en el escritorio y entrelazó los dedos.

—Primero, debemos identificar de dónde viene la filtración. Si alguien dentro de la empresa está ayudando a mis competidores, lo sabré. Segundo, me reuniré con mi equipo legal para desmentir esas acusaciones lo más rápido posible.

Hizo una pausa antes de añadir:

—Y tercero, Parker, necesito que tenga cuidado. Si Nathan está involucrado, es probable que intente acercarse a usted para obtener información.

Emma sintió cómo un escalofrío le recorría la espalda.

—No le diría nada, señor Blake.

—Lo sé. Pero no subestime hasta dónde pueden llegar personas como él.

Esa noche, mientras Emma se preparaba para salir de la oficina, vio a Nathan esperándola en la recepción. Estaba apoyado contra una columna, con una sonrisa que ella reconoció de inmediato: la misma sonrisa con la que solía ganarse su confianza.

—Emma, ¿tienes un minuto?

Emma suspiró, tratando de mantener la calma.

—Nathan, no es un buen momento.

—Por favor, solo será un minuto. Prometo que no te quitaré más tiempo.

A regañadientes, Emma accedió, llevándolo a un lado para que los pocos empleados que aún estaban en la oficina no los escucharan.

—¿Qué quieres? —preguntó, cruzándose de brazos.

Nathan inclinó ligeramente la cabeza, como si intentara leerla.

—He escuchado cosas, Emma. Sobre Alexander. Creo que deberías tener cuidado con él.

Emma sintió cómo la irritación crecía dentro de ella.

—¿Esto tiene que ver con el artículo? ¿Tú estás detrás de eso?

Nathan levantó las manos, fingiendo sorpresa.

—¿Yo? Por supuesto que no. Solo estoy preocupado por ti. No quiero que te veas envuelta en algo que podría arruinar tu carrera.

—No necesito tu preocupación, Nathan —respondió Emma, su voz más firme de lo que esperaba—. Y si realmente no estás involucrado, entonces aléjate de mí.

Nathan la miró durante un largo momento antes de asentir lentamente.

—Está bien. Pero recuerda lo que te dije. Alexander no es quien crees que es.

Y con eso, se marchó, dejando a Emma con una sensación de inquietud que no podía sacudirse.

Esa noche, Emma decidió quedarse en la oficina para terminar unos reportes. Alrededor de las diez, escuchó un golpe suave en la puerta de su escritorio. Miró hacia arriba y vio a Alexander, aún vestido con su traje, pero con una evidente sombra de cansancio en su rostro.




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