Amor y poder bajo las luces de New York

Capitulo 14

Los días siguientes fueron un torbellino de reuniones, investigaciones internas y control de daños. Alexander, con su habitual perfección y profesionalismo, lideraba a su equipo con precisión, negándose a permitir que los rumores y las acusaciones destruyeran lo que había construido. Sin embargo, Emma podía ver las grietas que la presión estaba dejando en él. Su tono era más cortante, su paciencia más limitada, y había un peso en su mirada que nunca antes había visto.

El sabotaje no se detenía. Otro artículo anónimo apareció en un sitio financiero, esta vez sugiriendo que Alexander había ofrecido sobornos para ganar ciertos contratos. Aunque la mayoría de los clientes leales de Blake & Partners respaldaron a la firma, algunos empezaron a mostrar inquietud. Incluso Armitage Financial, que hasta ahora había mostrado interés en cerrar un acuerdo, comenzó a retrasar las negociaciones.

Emma sentía cómo la tensión se intensificaba a cada momento, pero lo que más la inquietaba era la sensación de que alguien dentro de la empresa estaba ayudando a filtrar información.

Una tarde, mientras Emma revisaba documentos relacionados con el contrato de Armitage, encontró algo que no encajaba. Era un correo electrónico enviado desde una dirección interna, pero con un lenguaje inusualmente ambiguo. Lo que más le llamó la atención fue que mencionaba detalles que solo un grupo muy selecto de personas dentro de la empresa conocía.

Emma imprimió el correo y fue directamente a la oficina de Alexander. Lo encontró sentado detrás de su escritorio, revisando informes con el ceño fruncido.

—Señor Blake, creo que encontré algo —dijo, entrando rápidamente y cerrando la puerta detrás de ella.

Alexander levantó la vista, dejando los papeles a un lado.

—¿Qué es?

Emma le entregó el correo. Alexander lo leyó con cuidado, y a medida que lo hacía, su expresión se endurecía.

—Esto confirma lo que sospechaba —dijo finalmente, dejando el papel sobre su escritorio—. Hay alguien dentro de la empresa trabajando en mi contra.

Emma frunció el ceño.

—Pero… ¿quién podría hacer algo así?

Alexander se reclinó en su silla, cruzando los brazos mientras reflexionaba.

—Tiene que ser alguien con acceso a información confidencial. Alguien que conozca nuestras operaciones y tenga algo que ganar si caemos.

—¿Cree que podría ser Nathan? —preguntó Emma, incapaz de ignorar su intuición.

Alexander negó con la cabeza.

—Nathan está involucrado, estoy seguro. Pero necesita a alguien dentro para que esto funcione. Es demasiado cobarde para actuar solo.

Hubo un largo silencio en el que ambos parecían procesar la magnitud de lo que enfrentaban. Finalmente, Alexander habló.

—Parker, confío en usted. Necesito que me ayude a revisar todos los registros de comunicaciones recientes. Si hay algo que pueda indicar quién está detrás de esto, lo encontraremos.

Emma asintió, sintiendo una mezcla de nervios y determinación.

—Haré todo lo que pueda, señor Blake.

Alexander la miró, su expresión suavizándose por un momento.

—Gracias.

Esa noche, mientras Emma trabajaba hasta tarde revisando correos y registros, recibió una llamada desde un número desconocido. Dudó antes de contestar, pero algo en su instinto le dijo que debía hacerlo.

—¿Emma Parker? —preguntó una voz masculina al otro lado de la línea.

Emma sintió un escalofrío.

—¿Quién es?

—Eso no importa. Lo que importa es que te mantengas alejada de Alexander Blake.

Emma apretó el teléfono con más fuerza.

—¿Qué está diciendo?

—Escucha, solo estoy tratando de ayudarte. Si sigues defendiendo a Blake, te arrastrará con él. Esto es un juego que no puedes ganar.

Antes de que pudiera responder, la llamada se cortó. Emma se quedó mirando el teléfono, su corazón latiendo con fuerza. Quienquiera que estuviera detrás de esto, sabía exactamente lo que estaba haciendo, y estaba claro que no pensaba detenerse.

Emma decidió contarle a Alexander sobre la llamada. Era tarde cuando llegó a su oficina, pero la luz seguía encendida. Cuando entró, lo encontró de pie junto a la ventana, con un vaso de whisky en la mano. Parecía perdido en sus pensamientos, y por un momento, Emma dudó si debía interrumpirlo.

—¿Qué pasa, Parker? —preguntó él, girándose hacia ella.

Emma se acercó lentamente.

—Recibí una llamada esta noche. Fue una advertencia. Me dijeron que me mantuviera alejada de usted.

Alexander dejó el vaso sobre su escritorio y se acercó a ella, su expresión más seria que nunca.

—¿Está bien? ¿La amenazaron?

—No exactamente, pero… fue lo suficientemente claro como para asustarme.

Alexander la miró, y por primera vez, Emma vio algo más allá de la frustración y la ira que había estado acumulando: preocupación genuina.

—No debió involucrarse en esto, Parker. Es mi lucha, no la suya.

Emma negó con la cabeza, dando un paso más cerca de él.

—No, señor Blake. Soy parte de esto, quiera o no. Y no voy a quedarme al margen mientras alguien intenta destruir todo lo que ha construido.

Alexander dejó escapar un suspiro y pasó una mano por su cabello, un gesto inusualmente descompuesto para él.

—Esto es más grande de lo que parece, Parker. Y no quiero que salga herida por mi culpa.

Emma lo miró fijamente, sintiendo cómo las palabras se formaban en su garganta antes de poder detenerlas.

—No puede protegerme de todo, Alexander. Pero puede confiar en que estoy aquí, a su lado.

Por un instante, el aire entre ellos se volvió más denso. Alexander dio un paso hacia ella, tan cerca que Emma podía sentir el calor de su cuerpo. Sus ojos grises, normalmente fríos y calculadores, estaban llenos de algo que ella no podía nombrar.

—Gracias —susurró él finalmente, con una voz tan baja que apenas era audible.

Aunque ninguno de los dos cruzó la línea, la intensidad del momento era innegable. Y mientras Emma se retiraba esa noche, sabía que estaban más unidos que nunca, aunque las amenazas continuaran acechando en las sombras.




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