Amor y poder bajo las luces de New York

Capitulo 15

A la mañana siguiente, Emma llegó temprano a la oficina, determinada a descubrir quién estaba saboteando a Blake & Partners. La llamada de la noche anterior seguía resonando en su mente, pero más que miedo, sentía una intensa necesidad de actuar. Alexander había confiado en ella, y estaba decidida a no fallarle.

Se encerró en una sala de reuniones vacía con su computadora y los registros que había recopilado en los últimos días. Revisó correos electrónicos, horarios de reuniones, accesos a documentos confidenciales, y cualquier dato que pudiera señalar a un traidor dentro de la empresa.

Pero no estaba sola. Alexander había organizado un equipo interno de seguridad digital para rastrear posibles filtraciones, y aunque la investigación avanzaba, aún no tenían nada concluyente.

A medida que Emma analizaba los datos, comenzó a notar un patrón extraño. Ciertas actividades relacionadas con documentos clave ocurrían siempre fuera del horario laboral, entre las 8 y las 10 de la noche. Además, los accesos provenían de direcciones IP internas, lo que confirmaba que alguien dentro de la empresa estaba involucrado.

Finalmente, una pista llamó su atención: los archivos relacionados con la filtración del contrato de Armitage Financial habían sido descargados por un usuario con acceso limitado, pero el sistema no especificaba un nombre claro. Emma decidió llevar esto directamente a Alexander.

Cuando entró en su oficina, Alexander estaba reunido con el jefe de seguridad digital, un hombre corpulento llamado Daniel Hughes. Ambos miraban un tablero lleno de anotaciones y diagramas relacionados con la investigación.

—Señor Blake, creo que encontré algo —dijo Emma, entrando con los documentos en la mano.

Alexander levantó la vista, dándole toda su atención.

—¿Qué tienes, Parker?

Emma colocó los papeles sobre el escritorio y señaló las actividades sospechosas.

—Estos accesos a los documentos ocurrieron siempre en las mismas franjas horarias, fuera del horario habitual. Y aunque el usuario está identificado con un código, no hay un nombre asociado. Pero… —Hizo una pausa, mirando a Alexander y Daniel—. Coincide con los horarios en los que Vanessa Greene ha estado quedándose tarde en la oficina.

El nombre de Vanessa hizo que Alexander frunciera el ceño.

—¿Vanessa?

—Es solo una hipótesis, pero… los registros muestran que siempre está en la oficina cuando se hacen estos accesos. Y considerando que ella tiene contacto frecuente con personas externas por su rol en relaciones públicas, podría ser la conexión con Nathan.

Daniel asintió lentamente.

—Tiene sentido. Vanessa tiene acceso limitado, pero suficiente para obtener información clave. Si está trabajando con alguien fuera, podría estar usando su puesto como fachada.

Alexander apoyó las manos sobre el escritorio, su mandíbula tensa.

—Siempre pensé que Vanessa era ambiciosa, pero no imaginé que pudiera traicionarnos de esta manera.

Emma lo miró con cautela.

—No podemos acusarla sin pruebas sólidas, señor Blake. Pero creo que deberíamos monitorear sus actividades más de cerca.

Alexander asintió.

—De acuerdo. Daniel, quiero que instales un sistema de seguimiento específico en el perfil de Vanessa. Si está haciendo algo sospechoso, lo sabremos.

Daniel asintió y salió de la oficina, dejando a Emma sola con Alexander.

Alexander se dejó caer en su silla, pasando una mano por su cabello en un gesto de cansancio.

—Esto está yendo demasiado lejos, Parker.

—Lo sé, pero vamos a descubrir quién está detrás de esto. Lo resolveremos.

Él la miró, y por un momento, su expresión se suavizó.

—No mereces estar en medio de esto.

Emma negó con la cabeza.

—Estoy aquí porque quiero estar. Porque creo en lo que hemos construido.

Sus palabras parecieron tocar algo en Alexander, pero antes de que pudiera responder, su teléfono comenzó a sonar. Era Daniel.

—¿Qué tienes? —preguntó Alexander al contestar.

Emma observó cómo su rostro cambiaba a medida que escuchaba. Finalmente, colgó y la miró.

—Vanessa accedió a un archivo confidencial hace veinte minutos y lo envió a un destinatario externo. Daniel rastreó la dirección IP. Fue enviada directamente a Nathan Carter.

Emma sintió que el aire abandonaba sus pulmones. Habían encontrado la conexión, pero ahora la situación era mucho más peligrosa.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó, su voz firme.

Alexander se levantó, ajustándose la chaqueta del traje.

—Confrontarla. Y voy a necesitar que me acompañes.

Alexander y Emma encontraron a Vanessa en su oficina, aparentemente trabajando en un informe. Cuando los vio entrar, levantó la mirada, claramente sorprendida.

—¿Qué pasa? —preguntó, forzando una sonrisa.

Alexander cerró la puerta detrás de él, su postura rígida y dominante.

—Sabemos lo que hiciste, Vanessa.

Ella frunció el ceño, intentando parecer confundida.

—¿De qué estás hablando?

—No pierdas mi tiempo —dijo Alexander, su tono bajo pero afilado—. Hemos rastreado las filtraciones directamente a tu perfil y sabemos que estás trabajando con Nathan Carter.

La cara de Vanessa se tornó pálida, pero rápidamente intentó recuperarse.

—Eso no tiene sentido. No sé de qué están hablando.

Emma dio un paso adelante, mostrando la evidencia que habían recopilado.

—Tenemos los registros, Vanessa. Accesos, correos, incluso transferencias bancarias que sugieren que has estado recibiendo pagos externos.

Vanessa se quedó en silencio, su fachada desmoronándose lentamente. Finalmente, dejó escapar un suspiro y cruzó los brazos.

—Está bien. Sí, ayudé a Nathan. Pero no esperaba que fuera tan lejos.

—¿Qué esperaba? —espetó Alexander, su voz más fría que nunca—. ¿Destruir la empresa y salir impune?

—No lo hice por eso. Lo hice porque… estoy cansada de quedarme en las sombras mientras usted recibe todo el crédito. Nathan me prometió que si lo ayudaba, me aseguraría un puesto en una firma más grande.




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