Justo cuando parecía que Alexander y Emma estaban recuperando el equilibrio, un nuevo giro en los acontecimientos los sacudió. Habían comenzado a trabajar como un equipo nuevamente, pero la sensación de que algo mucho más grande estaba sucediendo comenzó a hacerse más fuerte. Y entonces, una nueva pieza del rompecabezas apareció de la manera más inesperada.
Una mañana, Emma llegó temprano a la oficina, como solía hacer. En su escritorio, encontró un sobre sin remitente. Al abrirlo, descubrió una serie de fotografías impresas, y lo que vio hizo que su corazón se detuviera.
Las fotos mostraban a Alexander y a ella en momentos personales: entrando juntos al apartamento de Alexander, cenando en un restaurante, incluso tomados de la mano en una reunión privada en la oficina. Eran imágenes capturadas sin su conocimiento, y claramente destinadas a hacerles daño.
En el sobre también había una nota:
"Pensaron que podían esconderse, pero todo saldrá a la luz. Esto es solo el comienzo."
Emma sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Sabía que su relación con Alexander era un secreto que habían intentado mantener cuidadosamente, pero ahora estaba claro que alguien había estado observándolos.
Sin perder tiempo, tomó las fotografías y se dirigió al despacho de Alexander. Cuando entró, él estaba revisando unos documentos, pero al ver la expresión en su rostro, dejó todo a un lado.
—¿Qué pasa, Parker? —preguntó, su tono lleno de preocupación.
Emma dejó caer el sobre y las fotos sobre su escritorio.
—Esto llegó esta mañana.
Alexander tomó las fotos y las estudió en silencio. Su mandíbula se tensó mientras su mirada se volvía más fría con cada imagen que pasaba. Cuando terminó, leyó la nota y la dejó sobre el escritorio con un movimiento lento y deliberado.
—¿Sabemos quién las envió? —preguntó, su voz baja pero cargada de ira contenida.
Emma negó con la cabeza.
—No hay remitente. Pero está claro que quien sea sabe sobre nosotros… y nos está vigilando.
Alexander se reclinó en su silla, frotándose las sienes mientras trataba de procesar lo que esto significaba.
—Esto no puede ser una coincidencia. Primero, los mensajes anónimos sobre el sabotaje interno, y ahora esto. Todo está conectado.
Buscando respuestas
Alexander llamó de inmediato a Daniel Hughes para analizar las fotografías en busca de alguna pista. Daniel examinó las imágenes y determinó que habían sido tomadas desde diferentes ubicaciones: algunas desde la calle, otras desde edificios cercanos.
—Esto no es obra de un aficionado —dijo Daniel mientras señalaba una de las fotos tomadas con un teleobjetivo desde un ángulo alto—. Quien hizo esto tiene experiencia en vigilancia.
Emma cruzó los brazos, tratando de contener la ansiedad que sentía.
—¿Crees que podría ser alguien dentro de la empresa?
Daniel asintió lentamente.
—Es posible. Pero también podría ser alguien externo que está siendo contratado para vigilar sus movimientos. Necesitamos rastrear las cámaras de seguridad alrededor de los lugares donde se tomaron estas fotos. Quizás podamos identificar al fotógrafo.
Alexander miró a Daniel con seriedad.
—Hazlo. Y quiero que esto se mantenga en completo secreto. No quiero que nadie más en la empresa se entere de esto.
Daniel asintió y salió de la oficina, dejando a Alexander y Emma solos.
La culpa de Emma
Cuando quedaron a solas, Emma no pudo evitar sentirse abrumada. Se sentó frente a Alexander y suspiró profundamente.
—Esto es mi culpa. Si no hubiéramos tratado de mantener nuestra relación en secreto, esto no sería un problema ahora.
Alexander la miró fijamente, su expresión más suave.
—No, Parker. Esto no es culpa tuya. Es culpa de quien sea que esté tratando de usarnos para sus propios fines.
—Pero ahora tienen algo contra nosotros. Podrían usar esto para destruir tu reputación, la empresa… —Emma se interrumpió, sintiendo que su voz se quebraba.
Alexander se acercó a ella, colocando una mano firme pero reconfortante sobre la suya.
—No dejaré que eso pase. No importa lo que tengan, no les daré el poder para controlarnos.
Emma lo miró, tratando de encontrar fuerza en sus palabras.
—¿Y si lo hacen público?
Alexander respiró hondo antes de responder.
—Si lo hacen, enfrentaremos las consecuencias juntos. Pero hasta entonces, lucharemos para mantener esto bajo control.
Esa misma noche, mientras Alexander revisaba las grabaciones de seguridad que Daniel había recuperado, recibió una llamada inesperada. Era Clara.
—Alexander, creo que sé algo que podría ayudarte —dijo, su tono urgente.
—¿De qué estás hablando?
—Hace unos días, alguien me contactó preguntando sobre ti y Emma. Decían que tenían información importante y querían que yo la usara para “ganarme tu confianza”. Lo ignoré, pero ahora creo que es parte de todo esto.
Alexander apretó el teléfono, su mente trabajando rápidamente.
—¿Quién era? ¿Te dieron un nombre?
—No, pero me enviaron un mensaje con un número desconocido. Lo tengo guardado.
—Envíamelo —ordenó Alexander—. Esto podría ser lo que necesitamos.
Clara asintió del otro lado de la línea.
—Ten cuidado, Alexander. Esto no parece algo simple.
Con la nueva información proporcionada por Clara, Daniel rastreó el número hasta un servidor encriptado utilizado para desviar comunicaciones. Sin embargo, lograron identificar un patrón: el número estaba vinculado a varias transferencias bancarias sospechosas realizadas en los últimos meses desde una cuenta desconocida.
—Esto es más grande de lo que pensamos —dijo Daniel mientras mostraba los resultados de su investigación en una reunión con Alexander y Emma—. Estas cuentas están vinculadas a una red más amplia. Podría ser un intento de extorsión o algo mucho más complejo.
Alexander asintió, su rostro sombrío.