Un nuevo día inició, y yo me desperté con un gran bostezo.
—Dios… esa pesadilla fue la peor que he tenido en mi vida —murmuré mientras me estiraba, sintiéndome más aliviado de haber despertado en mi cálido y familiar cuarto.
Bajé las escaleras con la esperanza de disfrutar un desayuno tranquilo, solo para detenerme en seco al ver la escena en la cocina.
Ahí estaba.
Kaori.
COCINANDO.
Con mi hermana.
No… no puede ser…
—¡Buenos días, Riku! Por fin te levantas —saludó Haruna con su típico tono neutral.
—¡Buenos días, esposo! —dijo Kaori con una gran sonrisa—. Kaori hacer desayuno para esposo.
Mi primer pensamiento fue que mi destino estaba sellado y mi estómago sería el campo de batalla. Pero entonces, un aroma delicioso llegó hasta mí.
Era el tipo de olor que hacía que los dibujos animados flotaran en el aire siguiendo el rastro de la comida.
—Aprende rápido —comentó Haruna, cruzada de brazos—. No tenía ni idea de lo que era una espátula, y mírala ahora.
Observé a Kaori y, efectivamente, la estaba manejando con una precisión que haría llorar de orgullo a cualquier chef profesional. Los huevos saltaban en la sartén en el momento exacto, los condimentos caían con una sincronización impecable.
—Bueno… algo bueno debía salir de todo esto —admití, rascándome la nuca—. Oye, Kaori, ¿cuándo planeas regresar a tu aldea?
Silencio.
El sonido de la espátula golpeando la sartén se sintió como el eco de una sentencia de muerte.
Kaori se quedó completamente quieta, y luego, lentamente, giró su cabeza hacia mí.
—¿E-Esposo querer… deshacerse de Kaori…?
Oh, no.
Sus ojos brillaban peligrosamente.
—¡E-Espera, no es lo que quis—!
No pude terminar.
Antes de darme cuenta, Kaori se acercó intimidantemente, su sombra cubriéndome como si fuera una bestia al acecho. Antes de poder reaccionar, tomó mi cara entre sus manos con una firmeza escalofriante y acercó su rostro al mío hasta que nuestras frentes casi se tocaban.
—Escuchar bien, esposo… —susurró con una sonrisa inquietante—. Desde el momento en que Riku ganar a Kaori… esto es para siempre.
Sentí un escalofrío recorrer mi columna.
—P-Para siemp—
—PARA SIEMPRE.
Cada palabra se sintió como un grabado eterno en mi destino.
Detrás de Kaori, mi hermana suspiró con una expresión que decía este es tu problema, no el mío.
Yo, en cambio, solo podía tragar saliva y aceptar la cruda realidad.
Estoy condenado.
(Kaori me sirvió el desayuno y… ¡sabía muy bien! Definitivamente se adaptó rápido, pero aún tenía mucho que aprender si quería superar a mi hermana en la cocina. Aun así, era un gran avance.
—¡Kaori, esto está delicioso! —le dije con sinceridad.
Sus ojos brillaron de emoción, su sonrisa se ensanchó y prácticamente comenzó a menearse de alegría en su silla como un cachorro emocionado.
Terminé de desayunar, me estiré con satisfacción y dije lo que debía decir.
—Bueno… es hora de entrenar.
Y ahí fue cuando lo vi.
El destello en los ojos de Kaori.
Fue como si acabara de encender la mecha de un explosivo.
—¡Kaori entrenar con esposo!
Antes de que pudiera decir algo, ya estaba corriendo emocionada hacia la habitación de mi hermana. No necesitaba preguntar qué hacía. Sabía perfectamente que iba a ponerse su ropa tribal.
Me quedé mirando la escena en silencio mientras mi hermana tomaba un sorbo de su café.
—Ja… Ja, ja, ja… —murmuró Haruna sin mirarme.
—Cállate.
—No dije nada.
—Pero lo pensaste.
Ella sonrió con suficiencia y siguió bebiendo su café mientras yo suspiraba, aceptando que estaba empezando a hacer lo que ella quisiera.
(Ya estábamos fuera de mi casa, listos para comenzar el entrenamiento. Kaori me miraba con emoción, esperando mis instrucciones.
—¿Qué hacer primero, esposo?
Sonreí con confianza.
—Correr diez kilómetros.
Kaori parpadeó.
—¿Cuánto ser diez kiló… qué?
—Bastante.
Su expresión pasó de la duda a la emoción en un instante.
—¡Kaori correr con esposo!
Y así comenzamos a correr.
Lo sorprendente fue lo rápido que se adaptó. La mayoría de la gente no aguantaría ni la mitad del trayecto, y mucho menos al ritmo que íbamos, pero Kaori seguía a mi lado sin mostrar signos de fatiga. Aun así, yo sabía que en cualquier momento podría sacarle ventaja si me lo proponía.
Pero en lugar de eso, decidí mantenerme a su lado.
Corrimos juntos todo el trayecto hasta que estuvimos cerca de la meta imaginaria. Fue entonces cuando, con una sonrisa traviesa, aceleré solo un poco… lo suficiente para ganarle por unos centímetros.
Kaori frenó en seco y me miró con los labios fruncidos en un puchero adorable.
—¡Esposo hacer trampa!
—No es trampa si ganas con habilidad.
—¡Kaori querer revancha!
Yo solo me reí mientras recuperaba el aliento. Esto apenas comenzaba.
(Posteriomente, con una sonrisa misteriosa, llevé a Kaori hasta a un edificio apartado)
—Ven, quiero mostrarte algo.
Ella me siguió con curiosidad. Abrí la puerta y bajamos por unas escaleras ocultas. Cuando encendí la luz…
—¡Woa!
Ante nosotros se reveló mi santuario secreto: un gimnasio personal completamente equipado. Había máquinas de ejercicio, mancuernas de distintos pesos, bolsas para golpear y un amplio espacio libre para practicar técnicas marciales.
Kaori abrió los ojos como platos y su emoción fue palpable.
—¡Esposo tener templo de entrenamiento! ¡Ahora Kaori entender por qué ser fuerte!
No pude evitar sentirme algo halagado por su reacción.
—Bueno, ya que estamos aquí, te haré una rutina especial para que entrenes como se debe.
Kaori asintió con determinación, ansiosa por empezar. Mientras tanto, yo me preparé para mis propios ejercicios, listo para una jornada intensa
Editado: 25.03.2025