Soñamos en la noche silenciosa,
donde la mente encuentra su paz.
Es el viaje a tierras misteriosas,
donde el alma se libera y se va.
En los sueños, procesamos el día,
las emociones que nos hacen vibrar.
Revivimos cada risa y agonía,
dando al corazón un respiro sin par.
Es el cerebro, en su danza sutil,
quien organiza recuerdos y lecciones.
En la trama onírica, suave y febril,
nacen y mueren nuestras visiones.
Soñamos para enfrentar nuestros miedos,
en un teatro de sombras y luz.
Resolvemos dilemas, hallamos remedios,
en ese reino donde todo se funde y se rehúsa.
El inconsciente habla en susurros,
mostrando deseos, revelando su ser.
Es un mundo donde se cruzan los murmullos,
de lo que fuimos y de lo que queremos ver.
En el lienzo de la noche, pintamos historias,
somos artistas de un cosmos interior.
Los sueños son portales, son memorias,
una chispa divina, un suspiro de amor.
Así, en el lecho de estrellas dormimos,
viajando a reinos sin nombre ni fin.
Soñamos, y en esos sueños vivimos,
en el vasto océano de nuestro confín.