La música es un río que fluye sin fin,
un susurro en la brisa, un canto en la piel,
es el latido del corazón en ritmo constante,
y el lenguaje del alma en un dulce laurel.
Es el murmullo de las notas en el aire,
una melodía que abraza y consuela,
donde los acordes tejen sueños y esperanzas,
y la armonía es una paz que se revela.
Cada instrumento es una voz que habla,
cada ritmo es un paso hacia la luz,
y la música es el puente invisible,
que une el cielo con la tierra y su virtud.
Es el canto de los pájaros al amanecer,
el susurro de las hojas en el viento,
es la banda sonora de los momentos vividos,
y el eco de las emociones en cada tiempo.
La música es un mar de emociones,
donde se navega sin brújula ni dirección,
es un viaje interno, una exploración,
y una danza que despierta el corazón.
En cada nota hay una historia que contar,
un verso que se convierte en canción,
y en cada compás, el latido de la vida,
que nos recuerda la belleza en cada ocasión.
Así, la música es el pulso del universo,
un regalo eterno que nos da libertad,
y en sus acordes encontramos el consuelo,
y la magia de vivir en total armonía y verdad.