Si te amé, ¿por qué te cambié?
¿Por qué quise moldearte a mi reflejo?
En cada gesto, en cada destello,
tu esencia pura intenté borrar.
Si te amé, ¿por qué te cambié?
¿Por qué busqué en tus ojos mi sombra?
El amor verdadero no impone, no asombra,
se nutre del ser sin desearlo cambiar.
Si te amé, ¿por qué te cambié?
¿Por qué forjé cadenas en tu alma?
En vez de abrazar tu espíritu en calma,
quise hacer de ti mi propio ser.
Si te amé, ¿por qué te cambié?
¿Por qué no pude ver tu belleza inherente?
El amor ciego, que se vuelve exigente,
se olvida de amar lo que realmente es.
Si te amé, ¿por qué te cambié?
Tal vez fue miedo, inseguridad,
perder tu amor, en la tempestad,
en un intento vano de asegurarme de ti.
Pero ahora, mirando al pasado,
veo las sombras de lo que intenté forzar,
si te amé, no debí cambiar,
pues el verdadero amor no busca modificar.