Bajo el cielo gris, la lluvia caía,
gotas de cristal sobre la ciudad,
el murmullo del agua, melodía,
que envolvía nuestra realidad.
Tus ojos, espejos de un mundo secreto,
brillaban entre las sombras del día,
y en un instante, sin ningún pretexto,
nuestros labios se unieron en armonía.
El frío de la tarde, se desvaneció,
en el calor de un beso tan esperado,
la lluvia, cómplice, nos abrazó,
mientras el tiempo se detenía a nuestro lado.
Las calles desiertas, el susurro del viento,
y nosotros, perdidos en ese momento,
el mundo desapareció, solo existió,
el beso en la tarde lluviosa, nuestro sentimiento.
El sabor de la lluvia en tus labios,
dulce y fresco, una caricia del cielo,
nuestros corazones, latidos sabios,
se unieron en un dulce desvelo.
Cada gota de lluvia, una nota de amor,
cada trazo de luz, un susurro eterno,
y en ese beso, hallamos el valor,
de enfrentar juntos cualquier invierno.
La tarde lluviosa, un lienzo pintado,
con los colores de nuestro primer beso,
un recuerdo imborrable, guardado,
en el rincón más profundo de nuestro universo.