En las sombras de mi mente vaga,
una guerra silenciosa desata,
contra mi yo enamorada,
quien de amor susurra y canta.
Odioso reflejo en mi alma,
envuelta en sueños de calma,
con su risa dulce y serena,
que mi paz y razón envenena.
Su corazón, un enigma abierto,
en donde yo, fría, no acierto.
Amorosa, insensata y perdida,
mientras yo, realista, la olvida.
Quisiera arrancarla, exiliarla,
esa parte mía que la ama.
Pero es un eco eterno, en mi ser,
su voz siempre halla.
Oh, yo enamorada, te odio,
por tu ceguera, tu devoción.
Eres un espejismo, un estorbo,
en este viaje de mi razón.
Mas en el fondo sé que existes,
parte de mí que persiste.
Una lucha eterna, un vaivén,
entre el amor y el desdén.