En la noche, su voz me llama,
una melancolía que nunca se acaba.
Cada nota, un susurro secreto,
un amor que se torna más perfecto.
Como un criminal, el destino me atrapó,
en sus brazos, un deseo que se aferró.
Sus ojos, un misterio profundo,
en cada verso, encuentro mi mundo.
El pecado no es solo una falta,
es pasión desbordante, es una alta.
Con el corazón en un susurro enamorado,
en su canto, estoy atrapado.
En la penumbra, su voz es mi guía,
cierra los ojos, siente su melodía.
Como un delito, me roba el aliento,
y en su prisión, hallo contento.
Ella es la criminal de mis pensamientos,
que me atrapa en sus dulces lamentos.
En el eco de su canción vibrante,
encuentro un amor profundo y ardiente.