Amor y Venganza

CAPÍTULO 1: El final de un todo.

La mirada de Sheila estaba fija en el reloj. Ella, como una esposa dedicada, había terminado de preparar la cena, una que no recibiría caliente a su esposo, al parecer.

Habían sido tres años de matrimonio, uno que estaba perdiendo poco a poco la llama que había incendiado todo al comienzo.

Que Oliver llegara tarde a casa, incluso pasado de copas, era una escena bastante común a los ojos de la joven esposa.

No importaba cuanto lo intentara, Sheila sentía que, si no hacía algo por su matrimonio ahora, este terminaría antes de cumplir su cuarto aniversario.

Así que ella estaba decidida a dar todo de sí para reconquistar a su esposo, estaba decidida a recuperar al amoroso Oliver, del cual se había enamorado, y del que casi no había rastros.

Sheila y Oliver se habían casado a una edad demasiado temprana, todo en contra de las opiniones de los padres de Sheila, en aquel entonces se sentían invencibles y que podrían superar cada una de las pruebas que la vida les traería.

Esa fue la razón por la que a sus diecinueve años decidiera casarse con un hombre cuatro años mayor.

Grave error.

Una vez más la puerta principal se abrió de par en par rebelando a un crecido Oliver pasado de copas.

Su aliento era insoportable, ni qué hablar de su actitud.

El corazón de Sheila se detuvo en un instante. Ella había aprendido que cada vez que su esposo bebía de más se volvía un poco violento.

Eso lo descubrió en su segundo año de casados, cuando él estrelló un jarrón contra el suelo sin razón aparente.

—Oliver, cariño —habló la mujer con suavidad, temiendo que este tomara mal sus palabras.

Con pasos apresurados y movimientos torpes, ella se acercó a acariciar el rostro de su esposo; una lágrima se deslizó por el rostro de la mujer, la cual estaba aterrada.

—¿Qué sucedió? —preguntó una vez más, notando cómo el rostro de su esposo estaba desfigurado por la molestia.

La mano del hombre terminó en el cuello de Sheila, ella tragó grueso cómo pudo y una nueva lágrima se deslizó por su mejilla.

En su mirada se denotaba la impotencia que la inundaba, ¿Cómo era posible que su amado esposo tuviera una actitud así contra ella?

El agarre de Oliver se soltó de repente, Sheila cayó al suelo intentando llevar su respiración a la normalidad, fue cuando notó que el hombre se dejó caer de rodillas frente a ella.

—¡Cielos! ¿Qué he hecho? —balbuceó Oliver llevando su mano a la frente.

Sus ojos por un instante se encontraron con los de Sheila, la mirada de la joven estaba horrorizada.

—¡Lo siento mucho! —se disculpaba el hombre sin poder vocalizar de manera adecuada.

La preocupación y dolor se palpaba en la voz de Oliver, el cual, intentaba tranquilizar a su esposa. Y solucionar las cosas.

«Todo va a mejorar» se dijo Sheila a sí misma con una señal de esperanza.

¡Qué tonta fue!

 

UN MES DESPUÉS

 

El matrimonio de Sheila y Oliver iba de maravilla, por lo menos, eso fue lo que pensó Sheila en el momento en que se enteraba de que estaba en el tercer mes de embarazo.

Esa, era la oportunidad para que todas las malas memorias de su matrimonio fuesen borradas.

Una gran sonrisa se había dibujado en su rostro, la esperanza de tener nuevamente un hogar, crecía dentro de su pecho.

«Un bebé es lo que nos hace falta para ser más unidos» se decía con entusiasmo.

Al final de cuentas, Oliver le había mencionado eso hace un par de años.

«Es el momento perfecto» reflexionó en el momento en que ponía la llave en la puerta.

Su sonrisa se esfumó de golpe al ver ropa regada en la sala de su hogar.

Ella no lo quería creer, ella estaba rogando para que todo fuera un malentendido y que su esposo hubiera llegado ebrio otra vez.

Fue cuando vio prendas de mujer en el suelo que se percató de lo que sucedía en ese momento.

Sheila olvidó que tenía un pequeño ser en su vientre, por lo que corrió al segundo piso, el lugar en el que se encontraba su habitación, el punto al que las prendas le llevaban.

En el instante en que cruzó por aquella puerta, deseó no haberlo hecho.

Su esposo estaba con otra mujer, justo en aquella cama matrimonial que ambos habían compartido por tanto tiempo.

—¡Oliver! —gritó Sheila deteniendo el acto.

—Oh, cariño, estás en casa —dijo de manera serena, como si no hubiese hecho nada.

Los pasos de Sheila la llevaron a la cama, sorprendiendo a su esposo, el cual podría llegar a jurar que ella correría lejos de ellos o cubriría sus ojos para no ver tan desvergonzada escena.



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En el texto hay: traicion, amor, venganza

Editado: 01.08.2023

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