Axel conducía a gran velocidad, lejos de la casa de su padre.
Él se desquitaba en ese momento con el acelerador, todo debido a la discusión que se presentó en su hogar minutos atrás.
Su padre le había dado un estúpido ultimátum.
Y era que, a sus veintitantos años de edad, él no había llegado a formalizar ninguna clase de relación con una mujer, y esto, era una gran ofensa para su familia paterna.
En los planes de Axel no había llegado a estar, ni remotamente, contemplada la idea de formar una familia.
Él era conocido por ser un alma libre que ninguna mujer podría llegar a dominar.
Esa era una gran ventaja para él, en su percepción de las cosas, pero para su padre, una gran preocupación.
Axel necesitaba a alguien que fuera su polo a tierra, por esa razón su padre decidió ser mucho más radical con la manera de tratar con su hijo.
«Si no te casas en el siguiente mes, le daré la compañía a tu tío George»
Eso fue lo único que su padre objetó en el momento en que le dio la cara a su único hijo.
—¡¿Quién va a casarse en menos de un mes?! —Soltó de un grito.
Estaba completamente enfurecido con su padre, y no le parecía nada sensata la decisión que este había tomado.
—El tío George es un derrochador, ¡la compañía no soportaría ni un fin de semana a su cargo! —continuaba quejándose, reconociendo que su padre había perdido la poca cordura que le quedaba.
La atención de Axel fue capturada por una figura femenina, a uno de los costados del puente.
Un lugar en el que las personas se detenían a admirar el paisaje. La mujer se encontraba en un estado deplorable.
En el instante en que notó cómo ella escalaba el pasamanos de la reja de seguridad, notó que algo no estaba bien.
Frenó el auto en seco y corrió en dirección a la chica, la cual aún estaba con su ropa de hospital.
—¿Está bien? —preguntó con un hilo de voz. —¡No lo haga! ¡No lo haga, por favor! —el desespero en la voz de Axel era mucho mayor, considerando que su madre se había suicidado cuando él era un bebé recién nacido.
El rostro de Sheila estaba hinchado y rojizo de tanto llorar, su mirada era vacía.
—Déjeme, por favor —balbuceó ella con dificultad.
—No lo haga, piense en su familia —dijo con suavidad esperando a que la joven regresara a sus sentidos.
—¿Familia? —una dolida y burlona sonrisa apareció en su rostro. —No tengo familia.
Axel enmudeció.
—Mis padres no me reconocen como hija, mi esposo me engañó y acabo de perder a mi hijo ¿Acaso me quedan más motivos para vivir? —su mirada impotente se posó sobre Axel.
—Respire, por favor, reflexiónelo bien —insistió tratando de llevarla lejos del puente.
—Ya he muerto, ¿no lo ve? No tengo motivos para continuar aquí.
Los sollozos y el llanto de Sheila eran incontrolables.
Era tanta su angustia que deseaba terminar con todo, pero ese hombre, ¡era culpa de ese hombre que no le permitía morir!
La vista de la chica se nubló, todo pareció tambalearse y terminó inconsciente entre los brazos de Axel, quien no dudó en llevarla al hospital más cercano.
En el momento en que la enfermera la vio, se dio cuenta de que se trataba de la paciente desaparecida, aquella que se había escapado hace un par de horas y llevaban buscando durante todo ese tiempo.
Sheila había perdido a su bebé hace poco, por lo que su estado aún era bastante delicado, la hemorragia podría regresar en cualquier momento si no se cuidaba de guardar el suficiente reposo.
—¿Es usted su acompañante? —cuestionó la enfermera.
Axel, al ver la lamentable condición de la mujer, asintió.
—El hombre que vino con ella hace unas horas, se marchó luego de discutir con la paciente, al parecer se fue con otra mujer —dijo ella cubriendo su boca de repente, había hablado de más.
«¿Ese hombre, era su esposo?»
Se preguntaba Axel lanzando un suspiro.
Las palabras de la mujer no dejaban de resonar en su cabeza, y algo dentro de él le decía que no era tan sencillo como parecía.
La imagen de su madre saltó a su vista de un momento a otro.
«¿Es una señal de mi madre para ayudar?»
Cuestionó mentalmente mientras descubría qué hacer.
—¿Me puede dar la descripción de ese hombre, por favor?
—No debo dar información personal, señor —sentenció la mujer con seguridad.
Sin embargo, Axel no era el tipo de persona que se rendiría con facilidad, deseaba saber qué había sucedido con esa extraña mujer y lo lograría.