#amoraltacón

Capitulo 1:Error digital

Juro que solo quería bloquear a mi ex. Ahí estaba yo, sentada en la cama con el celular como si fuera un detonador nuclear, buscando ese bendito botón que dijera “adiós, Gabriel, nunca más ver tu cara de ‘coach motivacional de Instagram’”.

Eso era todo. Bloquear. Click, adiós, hasta nunca. Pero no… mi dedo decidió tener vida propia y le dio “me gusta”. A mi ex. Al idiota que todavía guarda los boletos de cine de nuestra primera cita como si fueran reliquias históricas.

¿Y qué pasó? ¡Que el universo decidió aplaudir mi estupidez!, el infierno en forma de clic.

La pantalla se iluminó, un corazón rojo apareció como un insulto visual, y un confeti animado cayó como si estuviera celebrando mi humillación.

“¡Le diste me gusta a Gabriel!”

Me quedé mirando el celular como si me hubiera mordido. Literal, abrí la boca y la cerre varias veces, cual pez fuera del agua.
—No… no, no, no, no, no.

No había sido un bloqueo. No había sido un adiós definitivo. Había sido un “me gustas”.

Y entonces, para rematar, la aplicación escupió el mensaje que selló mi desgracia:
“¡Es un match!”

Un segundo después: ding.
Un mensaje de él.

“Sabía que tarde o temprano volverías a mí 😉”

Me atraganté con mis propias lágrimas de dignidad. ¿Quién rayos se cree? ¿Brad Pitt? Porque si alguien aquí tenía que volver a alguien, era él a su terapeuta.

Sentí un calor subirme desde el cuello hasta la frente. No el calor bonito de un cumplido. No. Era el calor de la vergüenza pura, del tipo que te hace querer desinstalar todas las apps, huir a una isla desierta y criar cabras.

Busqué el bendito botón de “deshacer”. Nada. Ni rastro. En el cruel universo de las apps de citas puedes cancelar una suscripción, borrar un perfil o denunciar a un impostor, pero no puedes deshacer un error digital que grita: “Hola, sigo siendo un desastre emocional.”

Traté de respirar hondo. No funcionó.
Traté de convencerme de que, tal vez, él no me respondería más. Y justo ahí, vibró mi WhatsApp.

Grupo: Las Divinas 💄🍷

Lucía: “Claraaaaaa, ¿ya lo bloqueaste? 😏”
Marta: “Queremos prueba de vida. Manda screenshot del bloqueo. 🚨”

Me desplomé sobre la cama, mirando el techo como si Dios fuera a escribirme instrucciones claras en neón.
¿Cómo diablos les iba a explicar que, en lugar de bloquear a mi ex, accidentalmente le había mandado una señal de humo con un corazón gigante?

Me mordí el labio. Solo había dos opciones:

  1. Mentir descaradamente.

  2. Decir la verdad y convertirme en material de memes para mis propias amigas.

Obviamente, ninguna de las dos opciones me convencía.

El celular volvió a vibrar.
Gabriel otra vez.

“¿Quieres tomar un café y ponernos al día?”

Me llevé una mano a la frente. No. No quería café, ni ponernos al día, ni intercambiar saludos civilizados. Quería un maldito botón de “control + z” para la vida real.

Me dejé caer de espaldas en la cama, brazos extendidos, mientras murmuraba al techo:
—Lo admito.. soy estupida.... una tremenda idiota...

Mi gata —bueno, técnicamente es de mi vecina, pero pasa más tiempo en mi departamento que en el suyo— saltó al colchón y me miró como juzgándome.
—¿Qué miras tú, bolita de pelos? —bufé—. Sí, Sí, soy un desastre, ¿y qué?

El teléfono volvió a sonar. Notificación del grupo.
Marta: “Clara, dinos que no te rajaste. ¿Lo bloqueaste o no?”
Lucía: “Si no lo bloqueaste, les dire a todos en la oficina que fuiste tu la que dejo esa ropa interiror en el tablero de anuncios. Te juro que lo digo.”

Me cubrí la cara con la almohada. Perfecto. Además de Gabriel resucitado, ahora estaban mis amigas conspirando en mi contra.

Y como si lo hubieran planeado, mi celular empezó a sonar. Videollamada. Ellas dos.

Contesté y la pantalla se llenó de sus caras. Lucía, con su copa de vino y tubos en el cabello pareciendo Doña Florinda, y Marta, con mascarilla de carbón que la hacía parecer una galleta Oreo viviente.

—Bueno, ¿y? —preguntó Lucía, dándole un sorbo a su copa.
—No me digas que todavía no lo bloqueaste —añadió Marta, entrecerrando los ojos.

Suspiré.
—Verán… hubo un pequeño error técnico.

Silencio. Ambas me miraron fijamente desde la pantalla.

—Clara… —dijo Lucía lentamente—. ¿Qué pendejada hiciste?
Me mordí el labio.
—En lugar de bloquearlo… le di me gusta.

El grito que dieron en estéreo debió escucharse en toda la ciudad.

—¡¿QUÉEEE?! —tronó Marta, casi escupiendo la mascarilla.
—¡Clara, por el amor de Dios! —añadió Lucía, tapándose la cara—. ¡¿Cómo se te ocurre, acaso eres una paloma para andar de mijagera con tu ex?!

—¡Fue un accidente! —me defendí—. Estaba apuntando al bloqueo y mi dedo se resbaló.
—¿Tu dedo o tu subconsciente, querida? —dijo Lucía, arqueando una ceja.
—¡No fue mi subconsciente! —protesté—. Fue… fue… ¡la aplicación está mal diseñada!

Marta se dejó caer contra el respaldo de su sillón, dramatizando como si fuera actriz de telenovela.
—Dios mio mujer, haste una limpia. No sales de una para estar en otra... cual fue el mal que hiciste en esta vida..

—Nacer...

Lucía comenso a reir como loca e ingreso una imagen como si no notara la crisis existencia que tengo dentro de mi.

—Totalmente tu, en tu intento de bloquear a tu ex.

A las 3 de la mañana en plena crisis existencial intentando cerras ciclos # CrisisExistencial #MemesGraciosos #memes #memesespañol #momos #momazos #dopl3r

Le hice mala cara.

—Bueno por lo menos yo, no parezco en este momento como Doña florinda, y le baje el marido a alguien.



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En el texto hay: comedia romantica, drama amor, romcom

Editado: 23.09.2025

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