Capítulo 2
Clara.
—Eh, saben, recordé que Max y yo quedamos en llevar a Diana para que su abuelo Nikolay la pueda ver —intervino la traidora de Bere, yo la contemplé al borde del enojo, estaba que echaba chispas porque había quedado en evidencia ante el idiota de Vladímir. Ese patán no dejaba de esbozar una ridícula sonrisa.
—Ah, sí, yo también debo ir al salón para hacerme las uñas —mintió Zaire, por supuesto que ambas estaban mintiendo para dejarnos solos. Por lo tanto, fruncí el ceño y alcé la barbilla demostrando que no le tenía miedo a eso, él no tenía ningún tipo de control sobre mí, que yo reconociera que Vladímir era guapo, no quería decir absolutamente nada.
Las dos se fueron llevándose a la niña y yo las observé marcharse hasta que desaparecieron de mi vista.
El cretino permaneció recargado de un pilar que se encontraba a su derecha, me observaba atento esperando que dijese algo, no obstante a decir verdad era lo que menos deseaba. Me costaba aceptar que en todo el tiempo de relación que habíamos tenido él nunca demostró amarme y eso me dolía más que cualquier rechazo.
—Entonces... —cuestionó de brazos cerrados sin despegar el torso del pilar, yo alcé las cejas en una actitud arrogante.
—Entonces, qué, no logro comprender —insté como si no me interesara en lo absoluto su comentario. Él sonrió y por fin se enderezó avanzando hacia mí, yo por instinto di un paso atrás y se detuvo.
—Ahora me tienes miedo —preguntó levantando una ceja y yo puse mala cara dándole a comprender que estaba equivocado.
—Para nada, yo jamás te tendría miedo a ti Vladímir, de hecho ni siquiera sé por qué sigo aquí hablando contigo —manifesté sería para marcharme, aunque no podía negar que dudaba al verme obligada a pasar cerca de él. Sin embargo, tomé valentía y avancé con la barbilla en alto ignorándolo, empero justo ocurrió lo que me temía.
Me sujetó del brazo obligándome a ver su rostro. Quedé paralizada, porque un solo toque suyo bastaba para enloquecerme.
—Clara, no entiendo por qué sigues tan enojada conmigo, sabes que me importas, solo que no soy el tipo de hombres que suelen ser lo bastante expresivos como para estar diciéndolo cada dos segundos —manifestó llevándome al enojo. Halé mi brazo de forma brusca y lo confronté.
—Eres un cretino de lo peor, sabía que no debía fijarme en ti, y de igual manera no le hice caso a mi conciencia —solté de forma áspera. Me quebrantaba por dentro escuchar sus palabras, porque simplemente yo soñaba con algo más y Vladímir no podía ofrecerlo, me había enamorado como idiota de un sujeto lo bastante frío para helar mi amor lentamente hasta romperlo al igual que un cristal frágil.
—Clara, sabías quién era yo, te lo dije muchas veces, aun así fue tu decisión permanecer conmigo, por qué ahora me culpas de no cumplir con tus expectativas —interpeló irritado. Mis ojos empezaron a arder y las lágrimas no podían contenerse, un nudo grueso se posó justo en mi garganta impidiendo pasar la saliva, apreté los puños negando al verme en una condición tan vulnerable, odiaba llorar como estúpida reconociendo mi debilidad ante cualquiera cretino.
—No lo sé, solo cometí el más grande error de mi vida —murmuré con la voz quebrada y bajé la cabeza, pude observar como las lágrimas caían al suelo. Vladímir usó ambas manos para sostener mi rostro y aunque lo endurecí tratando de evitar que me viera a los ojos, fue inevitable.
Él limpió las gotas con los dedos pulgares y no dejó de verme en ningún momento.
—Lamento no ser lo que esperabas, realmente lucho con esta parte de mí que me impide decir lo que realmente siento por ti —susurró. Parecía estar forzado por algo, yo conocía partes de su pasado y sabía que Vladímir había sufrido mucho en su niñez, Rayna se encargó de hacerlo sentir miserable y que no servía para nada. Pero aun así me dolía haberme enamorado de él y no poder recibir lo mismo a cambio.
—No te preocupes, estaré bien —contesté en un hilo de voz, estiré mi mano acariciando su mejilla y cerró los ojos. Cuando aleje mi mano pude ver como los abría lentamente sintiendo esa ausencia. Te quiero Vlad, y me alegra almenas haberte conocido —continué para despedirme, luego me alejé y cuando estaba a punto de irme, pude escuchar en un susurro suave como decía: No puedo dejarte ir. Me sujetó de la cintura con firmeza y me atrajo a su cuerpo, pude experimentar esa cantidad de choques satisfactorios en todo mi cuerpo, al entrar en contacto nuestros labios en un apasionado beso.
El aire me faltaba, pero de igual manera no podía dejar de besarlo, era como una adicción la cual no podía dejar, me envolvía con sus lazos seductores y vehementes al punto de hacerme incapaz de pensar por mí misma. Esas manos tan calurosas recorrían los espacios desnudos de mi piel, llevándome al ardor del deseo impetuoso. Aunque intentara huir de él, nunca podría hacerlo, Vladímir había marcado mi ser con sus besos, esas caricias atrayentes generaban una explosión de sentimientos incontrolables que me dominaban.
—P-por… F-fav… —tartamudee entre sus labios incansables de besarme.
—No puedo, soy débil ante ti —susurró lleno de frenesí—. Esta es mi forma de decirte que no puedo alejarme —manifestó subiendo mis piernas a su cintura.
***
Admiré su cuerpo entre las sábanas blancas boca abajo, se había quedado dormido. Experimenté nuevamente la tristeza de un amor tan extraño, lo que existía entre Vladímir y yo no podía ser explicado con palabras, sin embargo, yo sentía que se tornaba tóxico y vacío. Sabía que solo marchándome todo eso acabaría, irme al menos por un tiempo a casa de mis tías en Reino Unido, ahí podría tener tiempo para pensar las cosas y olvidarme de los problemas hasta decidir qué hacer.