Capítulo
Seguía en ese sueño perfecto donde su hermosa sonrisa me cautivaba, ella se acercaba con lentitud hacia mí y yo estiraba mis brazos para recibirla, contemplé su hermoso rostro que me embelesaba al mirarme con esos ojos azules parecidos a dos rubíes, se quedó viéndome por varios segundos luego volvió a sonreír y entonces desapareció, en mi desesperación la busqué por todos lados, grité su nombre y ella no respondió, sentí un vacío carcomiendo mi pecho, y entonces desperté.
Me encontraba agitado en mi cama, sudoroso a pesar de que estábamos en invierno, mi pecho subía y bajaba por la exasperación, miré al lado vacío de mi cama comprendiendo que aquello por lo cual siempre estuve convencido de que tendría, se había marchado por causa mía, nadie más que yo era el único culpable de haber hecho que Clara se marchara.
Nadie me decía a donde rayos se había ido, únicamente sabía que era Edimburgo en Inglaterra, pero nada más y eso no podía ser información suficiente porque aunque decidiera emprender un viaje para ir por ella, ese lugar tenía miles de habitantes, no tocaría de puerta en puerta, debía actuar con astucia y la única persona que podía tener esa respuesta era Berenice, no obstante ella jamás podría delatar a Clara, por lo tanto, debía averiguar en su teléfono algún mensaje.
Me levanté de la cama y fui hasta la ventana, observé que todavía no había amanecido, pero faltaba poco, así que fui hasta la puerta y avancé por el pasillo, me dirigí a la habitación de Max y Bere, tocando una vez. Esperé un minuto y la puerta se abrió ante mi rostro, mi hermano apareció demostrando soñolencia y en medio de un bostezo interpeló.
—Qué pasa Vlad, todo bien —cuestionó y asentí, sin embargo, miré por encima de su hombro notando que su esposa yacía plácidamente dormida en su cama. Max miró atrás como un acto de reflejo y luego a mí. ¿Qué pasa? —volvió a interrogar con una voz más clara, lo observé haciendo una seña de que saliera y él avanzó cerrando la puerta tras de sí. Bien, ahora si vas a decirme que pasa, o seguiremos así toda la mañana —interpeló impaciente.
—Necesito tu ayuda —empecé lo bastante serio como para que él me escuchara atentamente.
—Bien.
—Sabes que he estado buscando a Clara, pero toda la información que tengo es completamente inútil, la única persona que puede saberlo es Berenice, pero ella no quiere decirme nada —expliqué y él soltó un suspiro.
—Vaya, ahí si tenemos un problema, esa mujer es lo suficientemente terca como para llevarse ese secreto a la tumba, créeme, la traté de persuadir, pero no quiere decirme nada —manifestó y tomé aire con calma.
—Lo sé, pero no necesito que ella me diga nada, Berenice habla con Clara y estoy completamente seguro que en su teléfono puede estar la información que necesito —declaré y amplió los ojos.
—¡Claro, como no lo pensé! —expuso casi apenado, se dio media vuelta y entró cerrando la puerta dejándome a la espera, volvió tan rápido como pudo y me entregó el celular de Bere, lo miré ignorando que tenía pegatinas de flores y él sonrió encogiendo los hombros. La contraseña es 110345 —indicó para que lo pudiera desbloquear, marqué los dígitos y una foto de Max, Bere y Diana apareció en el fondo de pantalla.
Suspiré buscando los mensajes entre ellas dos y parecía no haber nada, sin embargo, cuando revisé los mensajes archivados estaba toda una conversación que parecía tener años.
—¿Nunca borra los mensajes? —murmuré confundido y Max encogió los hombros.
—Es muy meticulosa, dice que siempre hay que tener pruebas de todo, a veces cuando olvido algo me muestra las capturas de pantallas con fecha y hora —respondió rascándose el cuello.
—Bien, no perdamos tiempo, necesito ver lo que me interesa aquí —continué. Empecé a leer todos los mensajes y un nudo se formó en mi garganta, los copie y reenvíe a mi teléfono porque seguramente los iba a necesitar después.
«Quiero volver, pero Vladímir es mi único problema Bere. Ayer pasé la noche llorando, esto es más difícil de lo que crees»
Escribió Clara.
«Lo siento mucho, de verdad te extraño, Vladímir me ha hecho un verdadero interrogatorio y prácticamente me rogó saber dónde estabas, pero no le dije nada y hablé con tu madre para que ni siquiera lo reciba en casa»
Contestó Berenice.
«Te lo agradezco mucho Bere, eres la mejor amiga del mundo. Por cierto, debo contarte algo bastante raro que le está pasando»
Volvió a testear Clara.
" ¿Qué? Habla, suelta la sopa, nos dejes en ascuas"
Respondió nuevamente Berenice.
«Cuando llegué a casa de mis tías conocí a un chico, es guapo, no voy a negarlo y obviamente le gusto, hasta intentó besarme, pero no estoy preparada para nada hasta ver que haré con Vladímir"
Cuando mis ojos leyeron esas líneas el corazón estuvo a punto de detenerse, apreté el teléfono y Max tuvo que quitármelo porque de lo contrario iba a romperlo.
—Qué pasa, por qué ahora te pones así —quiso saber.
—Nada, solo necesito tomar el primer vuelo a Edimburgo justo ahora —murmuré. Lo dejé parado con la palabra en la boca y volví a mi habitación, no podía perder más tiempo, quien sea que fuera ese idiota se Las vería conmigo.
Las palabras de Clara en ese mensaje me daban vueltas en la cabeza, no paraba de pensar que ella pudiera ver a otro sujeto, y sin duda alguna no lo iba a permitir, ella me pertenecía.
***
Estaba en la sala de espera del aeropuerto hasta que anunciaran mi vuelo. Veía el reloj con desesperación porque el tiempo estaba en mi contra, quizás ese desgraciado estaba seduciendo a Clara y ella cedería. Sacudí la cabeza para saber las nefastas ideas perversas que me querían dominar, y traté de respirar para conservar la calma. Volví a ver la hora y me puse de pie dispuesto a ver en que momento se iban a dignar para llamar a los pasajeros que íbamos a Edimburgo.