Amores complicados

Notas de un piano viejo

Capítulo 

 

 

 

 

Berenice me recibió con un cálido abrazo, sus ojos estaban hinchados y rojos de tanto llorar, me sentí culpable una vez más por qué, yo fui quien ocasionó todo eso de no ser por mis estupideces, Vladímir seguiría vivo, pero la historia tomó otro rumbo dejando en cada una de las personas que lo amábamos, un gran vacío rodeado de pesadumbre y arrepentimiento por no aprovechar cada segundo de él. 

 

 

Ella dejó caer su cabeza en mi pecho sollozando, ninguno de nosotros imaginamos que algo así pudiera ocurrir y tampoco estábamos preparados para afrontarlo. 

 

 

—Lo voy a extrañar tanto Clara —murmuró entre gimoteos. Solo me abstuve de acariciar su coronilla en un intento de no parecer tan distante, yo no podía con el peso que me generaba la partida tan repentina de Vladímir, por eso cuando observé a Max acercarse bajé la cabeza inmediatamente. 

 

 

Se detuvo frente a nosotras acercándose a mí, luego tomó mis manos y las apretó en un gesto de consuelo, dedicándome un gesto comprensivo. 

 

 

—Clara, tú eras una de las personas más cercanas a Vlad, sé lo difícil que puede ser esto para ti, pero quiero que sepas que somos una familia y todos estamos para apoyarnos —quiso alentarme. Solamente, sus ojos, al igual que los de Bere, estaban agotados de tanto llorar, el rostro decaído reflejaba una profunda pena debida a la reciente pérdida de su hermano.

 

 

—Vladímir también era tu hermano Max, y creo que era más cercano a ti que yo —contesté y él negó. 

 

 

—Creo que es necesario entregarte esto —sacó un sobre de su traje y me lo entregó—. Es una carta que él escribió antes de ir a buscarte, pero me di cuenta de que la traía en su equipaje de vuelta y supe que no pudo entregártela —explicó y aunque no dudé por varios segundos el hecho de tomar esa carta, terminé haciéndolo porque deseaba saber su contenido. No obstante, la dejé para después porque no era el momento indicado para leerla.

 

 

Le agradecí y luego nos indicó seguirlo para ir al funeral, como su única familia eran ese padre distante y Max, decidieron llevar el cuerpo directamente al cementerio debido a que ambos estuvieron de acuerdo, que Vlad no era un hombre religioso. 

 

 

El camino se hizo largo y pesado, un largo silencio nos deparó mientras nos dirigíamos hasta el lugar, Bere sostenía la mano de Max mientras él conducía y yo los observaba justo desde atrás, cerré los ojos y una solitaria lágrima se escapó, la cual limpié rápidamente. Puse la atención en el cristal para tratar de distraerme porque pensar en el hecho de que ya nunca más lo volvería a ver me generaba un áspero sentimiento como si mi pecho fuera envuelto por alambres con púas y a medida de los segundos ejercieran presión. 

 

 

***

 

 

Éramos pocos los que estábamos ahí, nada más Max, Bere, Nikolay, Zaire, el padre de Vladímir y yo. De pronto una música de piano sonó en mi cabeza, era aquella pieza que una vez él tocó, yo lo sorprendí y de inmediato había dejado de tocar, le rogué que siguiera y aceptó un poco molesto. Odiaba que lo consideraran débil y aunque yo conocí varios aspectos íntimos de él, eso no quería decir que fuera a expresarse tal y como era.

 

 

Flashback. 

 

 

 

 

—No seas odioso, enséñame —pedí y negó. 

 

 

—No tengo tiempo Clara —se negó y puse mala cara cruzando los brazos. 

 

 

—Sí, no me enseñas, entonces le pediré a un profesor que lo haga —dije con una sonrisa perversa y de inmediato amplió los ojos. 

 

 

—Ok, te enseñaré —se dio por vencido y me indicó sentarme a su lado para guiarme en el piano.

 

 

Fin del Flashback. 

 

 

 

 

Recordé esos momentos como un sueño, y detrás de esas gafas oscuras ocultaba mi dolor, trague saliva intentando acabar con ese nudo que me cortaba la respiración, no obstante a medida que pensaba en aquellos hermosos sucesos, entonces crecía el dolor 

 

 

Bere se acercó al ataúd y dejó una rosa sobre él, yo esperé a que todos pasaran hasta quedar en último lugar. Avancé quedando de frente y luego puse mi mano sobre la madera.

 

 

—Voy a extrañarte —susurré entre lágrimas, carraspeé sacando de mi bolsillo la piedra que él me había regalado. Te amo —concluí dándome la vuelta, para despedirme finalmente de Vladímir, ya no lo podría volver a ver, aunque quisiera. Si bien decidimos darle fin a nuestra relación, yo esperaba en algún momento de nuestras vidas volvernos a encontrar y eso no iba a ser jamás. 

 

 

***

 

 

En casa me encerré en la habitación a oscuras abrazando la almohada, imaginé que todo se trataba de una pesadilla y pronto iba a despertar, pero después de quedarme dormida y abrir los ojos en la madrugada, recibí esa terrible bofetada de realidad la cual me mostró con crueldad que Vladímir no volvería nunca más. 

 

 

Me levanté y salí hasta el pasillo avanzando hasta las escaleras. Bajé yendo a la sala y ahí observé el piano viejo de papá, solo tenía ese objeto como un adorno porque nunca lo había tocado, caminé lentamente y antes de sentarme en el banco acaricié la madera recordándolo a él, sonreí dejándome llevar por las memorias agradables de los momentos juntos y apreté las teclas con todos mis dedos.

 

 

Después cerré los ojos iniciando la pieza que aquella vez sorprendí a Vladímir tocando, a medida que música fluía, mis lágrimas caían sobre las teclas. No dejé de tocar hasta que ya no pude más y rompí a llorar, repose la cabeza sobre el instrumento derramando mi alma hasta que sin darme cuenta me quedé dormida. 




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