Hola, querido lector y querida lectora. Esta es una historia que se cuenta desde dos puntos de vista distintos: el del chico y el de la chica. Hay capítulo desde la perspectiva de "él" y hay desde la perspectiva de "ella". A continuación leerás el punto de vista de la chica: Jessica.
¿Los hombres siempre son así de asquerosos? ¿O solo los que yo conozco?
Tampoco es que en mis cortos quince años haya tenido mucho contacto social con el sexo masculino.
Desde que tenía ocho años siempre he llevado mis estudios en escuelas para señoritas.
La posibilidad de experimentar algún contacto con los niños, era impensable a diferencia de mi hermana mayor.
Jennifer no solo ha gozado de más libertad que yo, si no que ha estudiado toda su vida en instituciones mixtas, donde conocía a chicos guapos, feos, tontos, inteligentes, altos, bajos, de todas las razas, creencias y estratos.
Siempre se llevó mejor con los hombres que con las mujeres.
──Los hombres podrán ser asquerosos casi todo el tiempo, pero son mucho más leales como amigos que las mujeres──.repetía todo el tiempo. Mientras que yo solo ganaba amistades femeninas y no tenía punto de comparación.
Mi madre es dueña de una tienda de variedades en el barrio, en donde mi hermana y yo ayudamos en casi todo nuestro tiempo libre. Cuando no estamos en el colegio, lo más probable es que nos encontremos ayudando a mi madre con la tienda. Y desde que cumplí los quince años, y mi cuerpo se comenzó a desarrollar, he notado un peculiar auge en el número de chicos que llegan a comprar a la tienda.
¿Casualidad? Pues... No quisiera sonar creída, pero creo que no.
Vernie era un chico no muy guapo que vivía cerca de mi casa, al que siempre conocimos como muy enamoradizo y a quien constantemente rechazaban.
Era difícil de explicar, pero las chicas que trataban con él me contaban que era muy “intenso” y no tenía nada interesante que decir.
Un día Vernie llegó a comprar a la tienda. Intentó sacarme conversación como pudo sobre unos dibujos animados todos raros de Japón o algo así. Anime o qué sé yo. Y desde ese entonces, no dejó de llegar a comprar a la tienda, casualmente cuando yo me encontraba atendiendo.
Traté de lidiar con él lo más amable posible, después de todo, era un cliente. Pero ya me estaba pareciendo intenso. No me dejaba de hablar de sus muñecos japoneses y sus juegos de cartas que no entendía ni me interesaban. Así que le pedí a mi hermana que me acompañara más a menudo en la tienda, para que cuando Vernie llegara, fuese ella la que lo atendiera.
Y así pasó.
Un día Jennifer fue quien lo atendió. Los vi hablar desde la caja registradora. Noté que Vernie colocaba cara de decepción. Le pagó a mi hermana y se retiró.
Luego me enteré que Jennifer le había comentado, así como quien no quiera la cosa, que yo tenía novio. Y santo remedio.
En los fines de semana, mi teléfono móvil no dejaba de sonar por los constantes mensajes de textos que me enviaban chicos con los que apenas había cruzado una o dos palabras; otros que alguna vez había visto pero jamás habíamos hablado y otros que ni siquiera conocía.
Yo no tenía Facebook, ni Instagram, ni Twitter ni nada de eso. Así que… ¿Cómo carajos conseguían mi número?
──Los hombres siempre se las ingenian para conseguir los números de las viejas que les gustan── me repetía mi mejor amiga Carolain.
Ya me daba hasta miedo que algún hombre peligroso se hiciera con mis datos personales.
Una vez después de salir del colegio, iba caminando muy tranquila por la calle cuando de pronto un hombre me alzó la falda y me agarró las nalgas.
¡Fue horrible!
Grité lo más fuerte que pude, y varios motociclistas reaccionaron lo más rápido que pudieron y se lanzaron a perseguir al tipo, pero él degenerado fue demasiado rápido y se perdió entre los callejones del barrio.
No se lo conté a nadie. Ni siquiera a mi mamá. Ni siquiera a Jennifer.
Los hombres nunca entenderán eso. Ellos no saben lo que se siente tener miedo solo por esperar sola la ruta del autobús en una esquina.
Ellos creen que con enviarte mensajes de texto diciéndote “mamacita”, “estás rica”, “¿quieres ser mi novia?”, “¿cuándo nos vemos?”, van a lograr algo.
¡Pues no!
¡Conmigo no tienen la más mínima posibilidad!
──Si un hombre te escribe por mensaje de texto, pero no es capaz de verte a la cara, ese tipo tiene problemas, y a lo mejor no vale la pena──me repetía mi hermana.
Y si lo pienso, tiene toda la razón. Tiene sentido.
Inconscientemente ignoro esos mensajes, porque en el fondo sé que esos chicos no valen la pena.
« ¿Acaso alguno valdrá la pena?», me preguntaba. Y entre los chicos de mi edad, parecía que la respuesta era un rotundo “no”.
Solo dos hombres me parecían que valían la pena. Uno de ellos era mi padre, que en paz descanse.
Mi hermana sí tiene muchas memorias sobre él, pero yo era muy pequeña. Apenas tengo recuerdos vagos, en donde veo a padre como un hombre decente, cariñoso y muy trabajador.
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Editado: 31.01.2021