Hola, querido lector y querida lectora. Esta es una historia que se cuenta desde dos puntos de vista distintos: el del chico y el de la chica. Hay capítulo desde la perspectiva de "él" y hay desde la perspectiva de "ella". A continuación leerás el punto de vista del chico: Will.
Ver a Ronald sin palabras no era de todos los días.
── ¿Qué pasó? ¿Qué te dijo? ¡Habla! ──le dije.
Pero al parecer mi amigo estaba en un estado más allá del entendimiento humano. Era como si no me escuchara.
── ¿En verdad lo hice? ¿En verdad fui capaz? ──dijo Ronald. Pero como si se hablara así mismo. Como si sus pensamientos al decirlo en voz alta, le dieran claridad sobre lo que sea que acababa de pasar.
── ¿Lo hiciste? ──pregunté para confirmar,
Pero él seguía sin procesar mis preguntas.
Simplemente caminaba sin rumbo.
── ¿Ronald? ¿Ronald? ──llamé a su conciencia en donde quiera que estuviera.
Los ojos de mi amigo se encontraron con los míos y parecían que no me reconocían. Pero luego de detallar mi rostro, su mirada se iluminó como cuando un anciano con demencia senil reconoce a un familiar que había olvidado.
── ¡Lo hice! ¡Le pregunté! ¡Le pregunté! ──exclamó emocionado.
── ¿Y qué te dijo?
La sonrisa que lucía de oreja a oreja se comenzó a desvanecer, y en su lugar se formó un rostro de decepción.
── Bueno…es que…me dijo que tenía que pedirle permiso a su mamá──admitió Ronald mucho menos emocionado.
── Ya veo…Tiene sentido…No se ve como alguien que salga mucho con otros chicos. ¿Y sabes? Una que otra vez la he visto con uniforme de colegio de señoritas. Uno que queda por aquí cerca.
── Sí. Un colegio de monjas. Ya sabía.
── Aja. Así que no creo que sea de las que se relacionan mucho con otros chicos. Tal vez nunca haya tenido novio.
Cuando dije eso, se me aceleró el corazón y una corriente atravesó mi cuerpo. El solo pensamiento de ser el primer novio de una chica, me excitaba.
── Pero…le pedí el número. ¡Y me lo dio!
── ¿Sí? ¡Qué bien! Eso es un avance bastante grande. Yo no le daría mi número a cualquiera.
── ¿Crees que es una buena señal? ──me preguntó no muy convencido.
── ¡Sí! Muy buena señal. Si no le interesaras, te hubiera sacado excusas y todo eso.
── Ronald… ¿Me darías el número de Jessica?
***
Jessica se me acercó, y con solo su aroma me paralizó. Me tomé mi tiempo para procesar la curva de su sonrisa. Y luego me atreví a tomar su mano. Pero lejos de tener miedo, de estar nervioso, sentí una gran tranquilidad.
La abracé y ella me correspondió el abrazo. Así permanecimos quién sabe cuánto. Dándonos calor. Disfrutando de la compañía del otro, en silencio.
Le acaricié su pelo, su cuello, los pequeños vellos de sus brazos.
Ella acarició mi rostro y sus dedos rozaron mi boca. Pero las cicatrices no me preocuparon. No me sentí inseguro, no sentí vergüenza, los dedos de Jessica me transmitían calma. Ella besó mis pómulos, yo los de ella. Y nuestros labios se encontraron en un beso apasionado que produjo en mí un cataclismo de emociones de las que solo había leído, y escuchado de voces de terceros, pero nunca había experimentado.
Y entonces entendí el significado de la felicidad. Justo allí. La tomé entre mis brazos y no la quería dejar ir. Me prometí que siempre estaríamos juntos, por lo menos hasta que terminara el sueño.
Y así fue…
Desperté con un vacío que absorbió mis ilusiones y con una erección que evidenciaba mis deseos.
Me lavé el rostro y me miré en el espejo. Allí estaban mis cicatrices. Justo cerca de la boca, la misma que había besado a Jessica en mis sueños, y a ella no le había importado.
Cosas que solo pasan en los sueños…
«Sería bonito que alguien me besara sin que esto le importe», pensé.
¿Estaría bien fijarse en Jessica? ¿Podría hacerle eso a Ronald?
Además, ella tenía quince años y yo veintiuno. ¿Por lo menos sería legal?
Hay momentos en los que una idea se planta en tu cabeza y ya no vuelves a ser el mismo.
«Sería bonito amar y ser correspondido»
***
¿Le escribo o no le escribo? Me preguntaba con el celular en la mano. Indeciso.
«si le escribo saldré de dudas. Si me responde, sabré que por lo menos tengo posibilidades. Si no, sabré que no le intereso».
Le escribí.
===
YO. 5:13 PM:
Hola…
JESSICA. 5.13 PM:
¿Quién eres?
YO. 5:14 PM:
Adivina. Te doy una pista: soy amigo de Ronald.
===
Quise dármelas del misterioso, pero no hubo respuesta.
Le insistí.
===
YO. 5:16 PM:
¿Cómo estás, niña linda?
No hubo respuesta, pero le volví a escribir.
YO. 5:19 PM:
¿Hola? ¿Cómo estás?
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Nada.
Allí debí aceptar la realidad: que no le interesaba. Tal vez le parecía un tipo tonto y ridículo. Tal vez le daban asco mis cicatrices.
Mi mente comenzó a mortificarse imaginando situaciones hipotéticas donde Jessica le mostraba mis mensajes a sus amigas y se burlaban de que la sola idea de hablarme era absurda.
Me monté en mi bicicleta y pasé por su casa. No la vi.
Al siguiente día hice lo mismo. La vi de espaldas mientras echaba candado antes de salir.
Una noche regresé a casa y recibí un mensaje de texto de Ronald.
===
RONALD. 9:21 PM:
Va a haber una noche de talentos en la iglesia.Es principalmente para jóvenes y me gustaría que asistieras. Sé que te va a gustar. Y quién sabe, quizás hasta te quede gustando ir a la iglesia
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Editado: 31.01.2021