── Estoy muy decepcionado, Jessica ──me dijo Julio evitando mirarme directamente a los ojos. Quién sabe si por vergüenza, por su dura crítica o por desilusión. O ambas.
Él había puesto sus esperanzas en mis escritos, y al parecer, según su criterio, yo no había cumplido las expectativas.
── Tus escritos se sienten como si los hubieses hecho a la carrera──continuó──. Como para cumplir. No tienen contenido, no tienen corazón, no tienen identidad. Yo leo eso y no veo a la autora. No te veo a ti.
«¿No será porque lo hice apresurada?»
Él contempló el patio del colegio más allá de las sillas del comedor de la cafetería en donde estábamos sentados. No decía nada. Y yo tampoco, pues me sentía avergonzada. Odio decepcionar, defraudar, no cumplir las expectativas que los demás ponen en mí.
Yo siempre he sido la hija ejemplar, estudiante ejemplar. Eso no me iba a quedar grande.
Ya habían pasado veinte minutos de regaños, y pronto el receso habría terminado.
── ¿Qué puedo hacer, profe? Yo puedo volver a escribir, yo no tengo ningún problema──le prepuse.
Julio negó con la cabeza en silencio, todavía sin poder dirigirme la mirada, con los ojos puestos sobre el patio del colegio.
── No sé…──finalmente dijo──. Necesito pensarlo. La verdad es que ahora estoy dudando en si es buena idea postularte para el congreso después de esto.
«¡Auch! Eso dolió»
── Me retiro. Con permiso ──dijo mientras se levantaba.
Se veía preocupado, como si en su interior ocurría una batalla sobre que iba a hacer. Después de todo, el nombre del colegio estaba en juego. Si él me postulaba a mí para representar mi institución, y yo no cumplía con las expectativas, iba a ser un duro golpe para la imagen del centro educativo que me había acogido desde preescolar.
Mis compañeros, mis profesores, la rectora, iban a resentirlo.
«Sin presiones…»
Allí estaba yo. Sentada sola en medio de la cafetería. Procesando lo que acaba de decirme Julio, pensando en que hacer ahora.
«Necesito hablar con alguien…»
La imagen de Juanse apareció en mi mente cuando pensé en cuanto necesitaba desahogarme.
===
YO. 9: 32 AM:
Hola…
JUANSE. 9: 32 AM:
¿Hola? ¿Qué pasó?
YO. 9: 32 AM:
Necesito hablar con alguien…
JUANSE. 9: 33 AM:
Te escucho. O más bien te leo, je, je
YO. 9: 33 AM:
¿Te puedo llamar?
JUANSE. 9: 33 AM:
¿No estás en el colegio ahora?
YO. 9: 33 AM:
No importa. Estoy en recreo.
JUANSE. 9: 33 AM:
¡Yo también! ¡Hablemos hasta que suene el timbre!
YO. 9: 33 AM:
¡Eso!
===
Hablamos por unos diez minutos más, le conté lo que pude, pues tuve que cortar por tener que volver a clases, pero prometimos que seguiríamos la conversación en horas de la tarde, cuando cada uno llegara a su casa.
Pasaron un par de horas de clases y llegó el segundo receso en horas de almuerzo.
No comí mucho, solo una empanada de la cafetería. Suelo no comer mucho cuando estoy baja de ánimo.
Mientras caminaba sola por los pasillos noté que Lily, la niña de séptimo, estaba sentada en una banca bajo los árboles del patio que llevaba a primaria.
Un lugar conocido en el colegio, como un refugio para los que quieren o necesitan estar solos. Creo que en el caso de Lily ella no tenía más opción.
El morbo por saber qué pasó con su “novio” Walter despues del quinceañero, me llevó a que me sentara a su lado y preguntarle.
── ¿Qué haces aquí sola? ──le pregunté apenas me senté.
Ella no dijo nada. Solo juagaba cabizbaja con su almuerzo en el portacomida, tocando una papa cocida de un lado a otro con el tenedor.
── Creo que no quieres hablar ahora…discúlpame si te molesté ──le dije ya a punto de levantarme para retirarme.
── ¿Tú tienes amigas? ── me preguntó, lo que me retuvo allí con ella.
── Sí, sí tengo ──le respondí. Pensé en Carolain.
── Yo no sé si tenga amigas. Creo que no tengo.
── ¿Por qué lo dices?
── Mis compañeras de salón no hablan conmigo, no me invitan a fiestas ni nada…por eso yo iba tanto al salón de noveno, porque sentía que allí sí me prestaban atención, aunque creyeran que una niñita tonta de séptimo…
Pensé que tenía que decirle algo reconfortante. Sentí que era lo que necesitaba en ese momento. Pero no lo hice. Permanecí en silencio, escuchándola.
── Y luego yo pensé que Isabella era mi amiga ──continuó──. Me presentó a su hermano y yo me puse muy feliz, o sea… ¡Un chico me quería conocer! Y me el tipo me escribía todos los días, me llamaba y era SUPER lindo. Me decía cosas muy bonitas y me hizo sentir especial. Y cuando él me dijo “te quiero besar”, ufffff….YO CASI ME MUERO. Pero que va…me dejé usar como una estúpida…
── Oye…Tú… ¿Se lo diste? ──le pregunté tímida.
── ¡NO! Aunque un día estuvimos a punto…Nos quedamos solos, y él me quitó el pantalón, pero me dio miedo. No me sentía cómoda. No me sentía lista. Yo creo que el fondo yo sabía que él no me quería. Yo creo que ni me respetaba.
El viento soplo fuerte. Movió con violencia los árboles y levantó polvo de la tierra. Era lo único que se escuchaba cuando ella pausaba su relato.
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Editado: 31.01.2021