Lorenzo Ferrini era un hijo ilegítimo que tras la muerte de su madre y no contar con parientes cercanos, fue recogido por su padre, quien lo llevó a vivir a la casa que compartía con su esposa e hijos. Tenía once años, era pequeño y escuálido, además de que cargaba con una enorme tristeza por haber perdido a la cariñosa y atenta progenitora cuando le presentaron ante su madrastra y medios hermanos que eran mayores que él. La esposa y los cinco hijos Ferrini desconocían que el padre tenía una doble vida, que mantuvo por quince años una relación extramatrimonial, la cual acabó porque la otra parte falleció, sino hubiera continuado engañando vilmente a toda su familia. Para ellos, madrastras y medios hermanos mayores, Lorenzo era la prueba del pecado del padre, la falta de respeto y de amor hacia ellos, por lo que lo odiaron ni bien conocieron su procedencia.
Crecer en un ambiente tóxico, lleno de maltratos físicos y psicológicos que solo calmaban cuando el padre regresaba de los prolongados viajes que hacía por trabajo, hizo de Lorenzo un ser triste y miedoso. Su tío, único hermano varón de su padre, siempre vio con lástima al pobre hijo ilegítimo al que trataban como un apestado, por lo que, cuando Lorenzo cumplió la mayoría de edad, le ofreció un trabajo en su astillero ubicado en Nápoles, así se alejaría de esa casa que nunca fue un hogar para él. Sin embargo, que su padre cayera enfermo hizo regresar a Lorenzo seis meses después de su partida, ya que su progenitor se negaba a ser atendido por otro que no sea su hijo menor. Lorenzo amaba a su padre, quien fue el único que lo trataba con cariño en esa casa, por lo que decidió retornar a ese infierno con tal de apoyar en la recuperación de su progenitor.
La sospecha que compartiera con él su padre hizo que Lorenzo estuviera atento a todo lo que ocurría a su alrededor, sin obtener alguna pista sobre un posible atentado contra su progenitor. Durante los siguientes seis meses, la salud del padre empeoró. Ni las medicinas ni los rezos ayudaron a que recuperara la vitalidad, llegando la muerte para poner fin al sufrimiento en el que había caído repentinamente. Tras culminar los funerales con el entierro de los restos de su padre, Lorenzo regresaba a la casa antes que su madrastra y medios hermanos para retirar sus pocas pertenencias y volver a Nápoles con su tío, pero antes de cruzar el umbral de la puerta hacia el interior de la vivienda, una mujer que ocultaba su rostro bajo una oscura capucha lo detuvo al llamarlo por su nombre.
Esa extraña mujer era una maga oscura que la madrastra de Lorenzo había conocido en su natal Tívoli cuando fue llevada ante ella por su abuela para que la ayude a conseguir un marido con un futuro próspero que la saque junto a su familia de la pobreza en la que vivían. Tras pagar con su alma, la abuela de la madrastra consiguió que la nieta sea beneficiada con magia oscura, sin saber esta el alto precio que había conciliado la anciana que la crio tras la muerte de sus padres con la seguidora de Satanás. Así conoció a Luigi Ferrini durante una inesperada parada que este hizo en Tívoli cuando salió en uno de sus viajes de negocios, y tras quedar incomprensiblemente maravillado por la belleza de la joven huérfana, pidió permiso a la abuela para trasladarla de inmediato a Roma con la promesa de casarse con ella. En menos de un mes de haberla conocido, Luigi había tomado como esposa a esa desconocida joven, yendo en contra de la voluntad de sus padres, quienes no aprobaron el matrimonio, aunque eso no importaba al ser el novio un adulto de veintiséis años.
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Editado: 26.12.2024