Amores Emblemáticos: Otro libro de la Saga La Profecía

Laura y Lucian: El milagro

Tras ganar la última batalla en la sexta dimensión, los vampiros pudieron vivir en paz y armonía con el resto de sobrenaturales. La aparición del primer vampiro con alma y la revelación de que se trataba de una hembra que permaneció oculta bajo la protección de los felinos, trajo consigo la gran noticia de que aquellos vampiros por conversión podían recuperar el alma que perdieron. Miles de hijos de las tinieblas que estaban cansados de permanecer por tan largos períodos sobre La Tierra empezaron a solicitar dejar el mundo material para regresar al plano astral tras recuperar sus almas. La decisión de ayudarles a acabar con sus existencias que se prolongaron de manera antinatural, yendo en contra de lo que el Dios Supremo había determinado para los humanos, fue una decisión unánime que los líderes de los seis pueblos sobrenaturales tomaron, por lo que se resolvió a utilizar el don de Kotaro, señor del Clan Hagi, para romper con el estancamiento que la maldición heredada por la sangre de Caín afectó a los cuerpos de los convertidos, y proceder a corromper la materia, con la intención de que el alma se separe de ella y retorne hacia el plano astral, buscando reunirse con el espíritu del cual provenía.

Muchos fueron los que tomaron la decisión de dejar sus existencias terrenales, por lo que la cantidad de vampiros descendió estrepitosamente. Aunque ya no era necesario que los clanes contaran con una enorme población que salvaguarde sus territorios, la desolación que se observaba al contar con espacios vacíos en los castillos y mansiones habitadas por los vampiros, causó una repentina nostalgia que mermó las fuerzas de los hijos de las tinieblas que quedaron caminando sobre La Tierra. La Madre Luna, al contemplar el dolor que empezaban a experimentar sus amados hijos que fueron recuperados por El Todopoderoso al bendecirlos con la predestinación y la reproducción de la especie, no podía hacer oídos sordos al lamento que estos manifestaban, por lo que decidió facilitar el encuentro con sus predestinados que habitaban entre los humanos y sobrenaturales, con la intención de poblar nuevamente los clanes y que la alegría vuelva a sentirse proviniendo de ellos.

Ante el aumento de los embarazos y alumbramientos entre los hijos de las tinieblas, las hembras que ya habían pasado por esa etapa ayudaban en el proceso de parto de las nuevas madres. Laura, aunque no había gozado la experiencia de la concepción, formaba parte del grupo de hembras que ayudaban a las primerizas progenitoras a superar el período gestacional y el alumbramiento en el Clan Dracul. La licántropa lucía feliz ante la noticia de un nuevo hijo creciendo en el vientre materno y en el nacimiento de los vampiros, uno que se caracterizaba por ser muy particular entre los sobrenaturales, pero al llegar el momento de guarecerse en los aposentos que compartía con Lucian, derramaba algunas lágrimas mientras acariciaba su vientre vacío. Ella alguna vez soñó con ser madre, tener un hijo producto del incondicional amor con su compañero eterno, pero debió sacrificar esos sueños para evitar que su amor predestinado sea negado, por lo que al recordar que todo lo sufrido valió la pena porque ahora era feliz al lado de su príncipe vampiro, y al no querer que su amado se percate de su sufrimiento por no poder concebir a un hijo, secaba apresurada sus lágrimas y retornaba la sonrisa cálida que a todos en el Clan Dracul les encantaba recibir por parte de ella.

Por más que Laura evitó que Lucian conociera sobre el profundo dolor que le causaba no poder gozar de la maternidad, este ya se había percatado de los sentimientos que nacieron en su amada licántropa, pero no hizo mención de ello porque entendió que ella no quería revelar el lamentable deseo que no podía hacerse realidad. Sin embargo, el Príncipe Dracul no se quedaría de brazos cruzados, y al mantener una estrecha relación de amistad y familiaridad con Sasha, no dudó en consultar con el brujo la posibilidad de que Laura recupere su capacidad reproductiva.

  • Lucian, lo hecho, hecho está. No hay forma de que un brujo, hada o elfo recupere con su magia lo que Laura y tú decidieron negarse para proteger su relación predestinada -respondió Sasha sintiendo una profunda lástima por su amigo vampiro y su cuñada licántropa.
  • Pero no teníamos otra salida. Cuando descubrí que mi predestinada había nacido entre los licántropos, los de mi clan no aceptaban la unión interespecies, por lo que debimos tomar esa horrenda decisión para evitar que nos separen con la muerte. Si la hubiera encontrado en este período de unión y paz, ten por seguro que jamás hubiera pensado, y mucho menos sugerido, que Laura se someta a esa cirugía que nos quitó la posibilidad de aumentar nuestra felicidad con el nacimiento de nuestro hijo -la congoja y desesperación de Lucian conmovió a Sasha, pero no estaba en las manos del brujo cambiar los hechos, así que solo le dijo al príncipe vampiro lo que se podía hacer en esos casos.
  • Lucian, no hay sobrenatural cuyo poder consiga que Laura recupere su capacidad de ser madre, pero no te olvides que para la divinidad todo es posible -empezó a comentar el brujo, atrapando por completo la atención del vampiro-. Desde que tu pueblo dejó el pacto con Satanás y se unió al resto de sobrenaturales, ¿has elevado oración hacia nuestra Madre Luna? -que el Príncipe Dracul tuviera una mirada errática, producto de la vergüenza al descubrirse que no había buscado conocer esa parte de la existencia que conecta a la creatura con su creador, sirvió para que Sasha pueda dejarle un consejo-. Lucian, te sugiero que empieces a conectarte con la divinidad. Busca la intercesión de la Madre Luna para que ella presente tu pedido ante el Dios Supremo y suplique por ti. Estoy seguro que Nuestra Madre atenderá tu ruego y hará todo lo posible para que El Todopoderoso acceda a tu pedido.




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