Durante las siguientes décadas, Radu e Ioan ampliaron el territorio Dracul al llegar a distintos poblados cercanos a Bran, entre los principados de Transilvania y Valaquia. El conocimiento sobre la guerra y el combate que poseía el Mayor Noble Dracul permitió que pudiera entrenar a los vampiros, creando un ejército temerario, cuya primera función fue la de apoderarse de los territorios que pequeños grupos vampíricos tenían, incorporando al clan a aquellos que accedían a aceptar a Radu como su rey, y acabando con los rebeldes que se negaban a formar parte de Los Dracul. Así el número de vampiros aumentó y la ampliación del Castillo de Bran -en ese momento ya era conocido como el Castillo Dracul- fue una decisión que se tomó por la necesidad de contar con un mayor espacio para guarecer a sus miembros durante las horas del día. Por ello, los trabajos para extender el área subterránea empezaron, cavando a mayor profundidad, aumentando el número de pisos hacia abajo. Al aumentar el número de nacimientos de vampiros, contar con una cámara de resguardo para los recién nacidos era necesario, ya que, al incrementarse en número de miembros del clan, los magos oscuros y demonios empezaron a visitar con mayor frecuencia a Los Dracul, por lo que el temor de que detectaran el poder de alguno de esos niños vampiros era latente, y la única manera de evitarlo era cavando a mayor profundidad para ahí salvaguardar a los inocentes del peligro.
En una de esas expediciones para ampliar el territorio Dracul, Ioan se topó con una pareja predestinada de vampiros que llamó su atención. Ninguno que conformaba ese par tenía algo especial, eran simples vampiros convertidos que no recordaban su vida humana, ni siquiera lo que los motivó a dejar la mortalidad para abrazar la eternidad, pero el noble vampiro sentía que debía protegerlos y cuidar de ellos, así que no dudó en llevarlos a Bran y designar que vivan en la zona del castillo donde estaban sus aposentos. Al cambiarles la vida cuando fueron acogidos por Ioan, la pareja predestinada pudo concebir, y cuando dieron la noticia, el Mayor Noble Dracul manifestó una felicidad que no comprendía el por qué era capaz de sentir tanta alegría por el futuro nacimiento de un hijo que no era suyo ni formaba parte de su estirpe. Cuando el momento del alumbramiento llegó y pudo oler a ese pequeño ser deslizándose por el canal del parto de su madre hacia el exterior, entendió lo que le pasaba: la hija de esa pareja sería su predestinada.
Ioan no escatimó en ofrecer los mejores cuidados para esa recién nacida. Al ser una vampira por nacimiento, la madre y la pequeña hija tuvieron que ser albergadas en el piso más profundo de los subterráneos del castillo, cosa que Ioan entendió que era necesario y no evitó. El Mayor Noble empezó a visitar a diario a aquellas que debían permanecer escondidas por unos años, hasta que la recién nacida llegue a su edad de destino. Al preguntar por el nombre que se le daría, los padres no supieron cuál darle, por lo que pidieron a Ioan su ayuda. Al sentir que la llegada de ese maravilloso ser era una bendición para él, el Mayor Noble sugirió que se le llame Oana, que significa “Él me ha favorecido”. Los padres aceptaron la propuesta de Ioan, y así fue como Oana llegó a la vida de su predestinado.
El tiempo siguió su curso, y Oana no manifestaba su don de nacimiento. Cuando tenía siete años humanos, pero la apariencia de una joven de diecisiete, supo que aquel noble que siempre vio como su protector era en realidad su predestinado, ya que al tomar aire por primera vez y descubrir el aroma de Ioan, este la cautivó de tal manera que no podía permanecer lejos de él. El Mayor Noble había decidido mantener en secreto esa verdad hasta que ella alcance su edad de destino, olvidando que el momento que a ella se le revele la relación que la unía a él, llegaría en cualquier momento, por lo que saber que no debía esperar más, lo hizo muy feliz. Sin embargo, Oana no había manifestado su don, y al no haber terminado su desarrollo mental y corporal, no podía abandonar los subterráneos del castillo, y ese fue el motivo por el cual Ioan decidió dejar sus aposentos en la superficie para vivir por los siguientes tres años -tiempo que le tomaría a Oana llegar a su edad de destino- en el piso más profundo de esa enorme propiedad.
Cuando el desarrollo corporal cesó, Oana aparentaba ser una joven de veintisiete años, con una belleza singular por los blancos cabellos con los que había nacido, semejantes a los de Ioan. Esa particular coincidencia física de los predestinados hizo que Radu los llamara “Albescu”, que significa “blanco”, siendo este apelativo adoptados por ellos como el apellido de la estirpe que descienda de ellos. Al haber llegado a la edad de destino, Ioan invitó a Oana a empezar una nueva vida a su lado en la superficie. A la joven vampira le causaba mucha curiosidad ver ese lado del castillo que solo conocía por los relatos que sus padres y amado le narraban, así que no dudó en aceptar la propuesta de Ioan. El rumor de que llegaría el Mayor Noble con su predestinada, una vampira por nacimiento que no poseía ningún don que sea útil para el clan, comenzó a correr por todo el castillo, llegando comentarios hasta a los humanos sirvientes que habitaban el pueblo de Bran. Al no gustarle a Radu que entre sus súbditos se hablara con desprecio de Oana, ya que eso afectaría a Ioan, a quien apreciaba por ser el vampiro más antiguo del clan, el que fue el leal amigo de su ancestro y primer Dracul, el mejor guerrero que enseñó a los suyos el arte del combate y armó el ejército que comandaba, mandó a ejecutar a aquellos que osaran expresarse despectivamente de la Mayor Noble Oana.
Todo estaba listo para que Ioan y Oana encuentren en la superficie un ambiente agradable y la sincera bienvenida de Radu, acompañado por su predestinada, Alina, y su hijo, Morgan, pero algo que no se esperaban sucedió: el don de Oana se manifestaría por primera vez. Al tan solo poner un pie sobre el suelo de lo que sería la construcción original del Castillo Dracul, una serie de visiones llegaron a acaparar la mente de la joven vampira, confundiéndola, haciendo que pierda el equilibrio y cayera. Ioan ayudó a su amada a permanecer de pie, pero al ver que sus rojos ojos se tornaron blancos, como si en una especie de extraño trance se encontrara, la alejó de todos aquellos que los esperaban al llevarla a los aposentos que años atrás dejó para permanecer cerca de ella en los subterráneos.
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Editado: 27.01.2025