Al despertar después de haber dormido solo un par de horas porque las demás se las pasó llorando, Lena no quería dejar su habitación. Ayer Kiram la había confrontado de una manera como nunca lo habían hecho en su familia. Ella creció pensando que su forma de ser era aceptada, pero resultó que había pequeños detalles que debía cambiar para evitar causar daño a los demás. Y tras haber reflexionado en lo que su hermano mayor le dijo, había concluido que él tenía razón. Sin embargo, no entendió por qué Kiram se había molestado tanto de cómo había tratado a Darius. «Sé que es su cuñado, pero tampoco es que ame más a su cuñado que a mí, que soy su hermana. Él pudo decirle al tal Darius que ese no era momento para saludarme, que estábamos bailando, que después de terminar la pieza nos acercábamos a él y así Kiram me lo presentaba, pero no, solo se dedicó a regañarme, como si el vampiro no hubiera hecho algo fuera de lo común al llegar al medio de la pista de baile para saludarme», analizaba la situación Lena, pero al desconocer un importante punto de la historia que la relacionaba con Darius, no pudo llegar a una conclusión que la satisfaga.
Al ser más de las 10 am y tener hambre porque no pudo cenar, la joven bruja decidió enfrentar a toda la familia con tal de poder llegar al refrigerador y tomar los alimentos necesarios para saciar su hambre. Mientras caminaba hacia la cocina, Lena fue mentalizándose sobre la complicada situación que viviría porque, si todos pensaban como Kiram, iba a escuchar varios regaños. Sin embargo, cuando llegó a la cocina y se encontró con su abuela Marie, tía Amelia y Calipso, ninguna le planteó reproche alguno, más bien la llenaron de besos y le ofrecieron distintos manjares para desayunar.
Al regresar a su habitación, se encontró con que Kiram e Ileana estaban tocando la puerta pidiendo permiso para ingresar. Al notar que Lena venía caminando por el corredor, Ileana apuró el paso hacia ella para aferrarse a la bruja en un abrazo.
Al llegar el siguiente inicio de semana, Lena continuó con su vida como la conocía. Todos en su familia se mostraron comprensivos y tolerantes con la actitud que manifestó ante Darius, por lo que todo estaba bien, pero como ya recalqué, había algo que no la dejaba estar completamente tranquila. Los deberes de la universidad atraparon su atención por las siguientes dos semanas, pero tras regresar a tener algo de tiempo libre, una sensación extraña que nacía en su pecho y se extendía por todo su cuerpo empezó a manifestarse. Ella era una bruja, así que podía averiguar lo que le sucedía, y así lo hizo. En un ritual que no evidenció a su familia, logró conectar con la Madre Luna, quien le revelaría la depresión en la que había caído Darius. La bruja no entendía por qué percibir la tristeza que ahogaba al vampiro la dañaba. Esa sensación que nacía en su pecho empezó a doler más y más, como si algo la estuviera atravesando. «Nadie te dirá la verdad si no la buscas. Confía en aquella que dejó su existencia inmortal en manos de tu familia, ella es la única que podrá ayudarte», fue el mensaje que la Madre Luna le entregó al final, y le sirvió para saber a quién debía recurrir, pero sin tener claro lo que debía preguntar.
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Editado: 27.01.2025