Adrien Lambert nació y creció en el barrio de Pigalle, por eso lo conocía bien y tenía cariño por la gente que vivía ahí. Sus padres resultaron ser un completo desastre, ya que cometieron error tras error, siendo el primero el haber huido de casa para vivir juntos y luego dejarse envolver por el mundo de las drogas. Por pura casualidad, concibieron a un hijo, el cual no pudieron abortar porque cuando se enteraron del embarazo, el feto ya tenía dos semanas más del límite permitido indicado por ley para interrumpir la gestación, pero como no hay mal que por bien no venga, al enterarse que podían recibir un bono de ayuda por la situación de desempleo en la que estaban, con un hijo por venir, ese niño resultó ser una bendición que cayó del cielo. Tras el nacimiento, el niño sobrevivió de milagro, ya que con esos descuidados padres tuvo cada accidente doméstico que puso varias veces su vida en peligro. Hasta que un día, de esos tantos en que los progenitores se drogaban hasta perder la consciencia, la madre murió de una sobredosis. Poco tiempo después, el padre, al sentirse culpable porque fue él quien insistió en inyectarse más de lo que solían usar, terminó con su vida lanzándose de un quinto piso.
Todo ese tiempo que vivió con sus padres, Adrien resultó ser invisible, salvo cuando llegaba la asistenta social enviada por el Gobierno Francés, ya que debían demostrar que el niño estaba bien y que eran una familia ejemplar, lo cual era una gran mentira. Al haber quedado huérfano y no tener familiares que quisieran cuidar de él, el niño quedaría al cuidado del Estado en un orfanato. Faltando dos días para que se formalice la estancia del menor en esa casa hogar en la que lo acogieron tras la muerte del padre, llegó a reclamarlo Remi Lambert, un medio hermano del fallecido progenitor. Nadie hubiera esperado que Remi llegara por Adrien, ya que el tío del menor no tuvo mayor relación con el difunto padre, puesto que ambos eran hijos concebidos en distintas relaciones, siendo el primero dieciséis años mayor que el segundo, y, aunque ambos vivieron en el mismo barrio, nunca se relacionaron, ni siquiera se toparon alguna vez, cosas de la vida.
Remi ayudó a Adrien no porque sintiera aprecio por el medio hermano que fue el padre del niño o porque no podía permitir que un miembro de su árbol genealógico quedara solo en la vida, simplemente lo hizo porque él estaba solo, y en vez de adoptar a cualquier niño, prefirió darle una oportunidad a aquel con el que compartía la sangre. Y fue así que Remi llevó a su casa a Adrien, y empezaron una aventura juntos, la de convivir un hombre de cuarenta y dos años con un niño de ocho. Por suerte entre ellos estaba madame Émilie, a quien Remi trataba como si fuera su hermana mayor, y era la encargada de ocuparse de los quehaceres domésticos. Ella muchas veces ayudó al recién estrenado tío a ser comprensivo y compasivo con un niño que vio morir a su madre y que nunca fue importante para su padre, ya que prefirió quitarse la vida en vez de luchar para sacar adelante a su vástago. Asimismo, madame Émilie llenó de sabios consejos a Adrien, siendo el más importante aquel que le hizo ver que Remi no tenía ninguna obligación real con él porque el padre que crio al suyo nunca vio por él, de ahí que el apellido Lambert no lo llevara con orgullo, pero al tener un buen corazón, se olvidó de que era el nieto del hombre que lo abandonó siendo un bebé, y no dudó en ir por él cuando se enteró que la desgracia había llegado a su vida.
Sabiendo que cada uno de ellos tenían sus carencias afectivas y que lo mejor era apoyarse entre ellos, la vida de esos dos mejoró muchísimo. Al sentirse bien siendo tío, Remi empezó a llevar a Adrien al cabaret que era de su propiedad, aprendiendo el muchacho a amar ese escenario, así como la música, las luces, el baile, el espectáculo en sí. Alguna vez alguien le dijo al tío que ese lugar no era bueno para el niño, pero al no creer lo que le decían, hizo oídos sordos, pero tenían toda la razón. Adrien adelantó varios años su desarrollo mental sobre la sexualidad, y a los trece ya estaba teniendo su primer encuentro sexual con una chica tres años mayor que él. Para cuando cumplió quince ya estaba más tranquilo, puesto que Remi le explicó al detalle las consecuencias de tener sexo como si se tratase de un juego, sin límites ni control alguno. Las meretrices que trabajaban algunas cuadras del cabaret le hablaron mucho sobre ello ha pedido de su tío, a quien apreciaban porque siempre fue bueno con ellas, sin pedirles nada a cambio. Y cuando cumplió dieciséis se enamoró cuando conoció a Sophie, la nueva alumna que se incorporó a su clase en la escuela.
Sophie era hermosa, con un precioso cabello negro y ojos profundamente oscuros, en los cuales Adrien amaba perderse. A ella le gustaban los ojos azules del muchacho, además de que le resultaba guapo con ese estilo de cabello desaliñado que siempre lucía. Unos meses antes de acabar la escuela, ya cuando estaban por cumplir dieciocho años, Remi sorprendió a Adrien al informarle que había enviado su documentación escolar a la Université de Bordeaux, y que había sido aceptado para que estudie la carrera de Administración de Empresas. El joven no quería dejar París, ya que amaba a Sophie, pero tampoco quería decepcionar a Remi, así que decidió ir a estudiar a otra ciudad, dejando su corazón en París. A los pocos meses que partió Adrien, Sophie descubrió que estaba embarazada. Cuando les confesó a sus padres su situación, no les dijo quién era el padre del bebé que esperaba porque no quiso truncar el futuro de Adrien. Como la joven se negó a abortar, sus padres la enviaron a Provins, donde una tía solterona de su madre, para que ahí termine el embarazo y alumbre a la criatura.
Cuando Adrien regresó a París un año después por vacaciones de verano, no encontró a Sophie por ninguna parte, por lo que decidió ir a buscarla a su casa. Armado de valor, caminó hasta la casa de Sophie, donde nadie lo conocía, pero triste fue su sorpresa al enterarse que la familia que vivía ahí se había mudado un par de meses atrás a otra ciudad, por temas de trabajo del padre. Al no saber dónde buscar, Adrien se deprimió y estuvo a punto de no regresar a la universidad, pero Remi le recordó que, si amaba de verdad a esa chica, nada ni nadie los podría separar, salvo la muerte, y para continuar buscándola, debía hacerse un hombre de provecho. Sin embargo, el destino no estuvo a favor de la joven pareja, y durante el alumbramiento de su bebé, que fue una niña, Sophie murió.
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Editado: 27.01.2025