Amores Emblemáticos: Otro libro de la Saga La Profecía

La búsqueda de Belial: Para siempre

La vida de Belial al lado de Angèle era hermosa, pero no perfecta. Estar rodeado de humanos implicaba que la muerte los rondaba, atenta a quienes debía llevarse al más allá, y cuando llegó el momento de madame Brigitte, al inmortal le dolería muchísimo la partida de la mujer a quien amó como a una abuela. Había empezado el tercer año de matrimonio de la pareja, y una mañana que llegaron al apartamento del distrito siete para desayunar con aquellos que eran la familia del inmortal, la anciana manifestó una grave condición al querer tomar un vaso y dejarlo caer. Un accidente cerebro vascular se presentó de improviso a sus noventa años, y tres días después dejó de latir el corazón de madame Brigitte. El inmortal, que caminó al lado de la humanidad desde que esta llegó a La Tierra hace millones de años, por primera vez se percataba de lo doloroso que era decirle adiós a quien se amaba. El sufrimiento nacía de ser consciente de que la frágil memoria iba, con el paso del tiempo, a olvidar la voz, el olor, la sonrisa de quien dejaba la vida terrenal para regresar al plano astral, donde el espíritu esperaba la llegada del alma conteniendo toda la sabiduría adquirida en ese corto periodo de vida que sumaría al propósito de elevar el espíritu y ser digno de existir eternamente bajo el amparo del Dios Creador. Unas semanas después, Belial superó el duelo y aceptó la partida de madame Brigitte. Angèle le ayudó a superar la pérdida al apoyarlo durante cada una de las fases que experimentó hasta llegar a la conclusión de que la amada anciana había llegado a un mejor lugar que La Tierra.

No obstante, así como había situaciones tristes, también había aquellas que los llenaron de felicidad, como la boda de Antoine, quien a los cuarenta y tres años decidió unir su vida a la mujer de quien se enamoró, llegando a tener dos hijos. Belial había entregado a Antoine la propiedad del apartamento en el distrito siete, por lo que la familia de aquel que conoció siendo un muchachito de quince años se acomodó en aquel lugar que sentía como su hogar porque ahí su abuela y su madre también pudieron crecer, mejorar sus vidas y sentirse en paz. Camille acompañaba a Antoine, su nuera y nietos, quienes llenaron de alegría los días de la mujer cuya vida inició con mucho dolor, pero que empezó a mejorar cuando ese bondadoso ser que nunca le pareció proveniente del Inframundo, sino de Los Cielos, llegó a su humilde hogar para ofrecerle cambiar la vida de su hijo y la de ella, así como de la generosa mujer que en su carencia supo ayudarla.

Mientras que Antoine y Camille seguían viviendo en el distrito siete, en el nueve, en el barrio de Pigalle, lo hacían Belial y Angèle acompañando a Adrien. Al haber culminado la joven sus estudios secundarios antes de la boda con su amado inmortal, Angèle se dedicó a estudiar Administración de Empresas durante los primeros tres años de su matrimonio, ya que la nieta se propuso ayudar en todo lo necesario sobre el cabaret a su abuelo. Tras vender la propiedad donde se ubicaba el hostal a las dueñas de ese negocio, ninguna meretriz trabajó más en el cabaret y el paso que conectaba un negocio con el otro se cerró. Los tres convinieron que ya habían hecho todo lo que podían por esas mujeres, a quienes económicamente les iba muy bien, pero que siempre estarían dispuestos a ayudar a aquellas que decidan dejar esa vida. Durante las ceremonias por el primer año conmemorativo de la muerte de madame Brigitte, Angèle tuvo un desvanecimiento que volvió loco a Belial al pensar que a su esposa humana la estaba afectando una enfermedad, pero cuando el médico que revisó a Angèle le comentó que una enfermedad no podía tener su propio latido y estar creciendo en el vientre de quien compartía su herencia genética mezclada con la de él, el inmortal supo que su esposa estaba embarazada.

La alegría del primer vástago desbordó al inmortal de tal manera que empezó a intervenir desproporcionalmente en la vida humana al querer que los mortales sean capaces de experimentar la felicidad que él sentía, obligando a El Cristo a comunicarse con él y explicarle que no podía modificar de esa manera la vida de los mortales encarnados, ya que no era parte del plan de salvación pensado por El Todopoderoso. Sin embargo, la alerta enviada desde Los Cielos no fue hecha a tiempo porque los milagrosos sucesos que no provenían de la divinidad llamaron la atención de un ser oscuro que varios años atrás estuvo tras los pasos de Belial.

Aunque la diosa encarnada Viktoria había dejado una real y contundente amenaza a los moradores del Inframundo sobre no buscar a Belial, Asmodeo, la lujuria, no había hecho caso a las palabras entregadas por los representantes del Dios Supremo entre los sobrenaturales. «Yo no escuché ninguna advertencia o amenaza, así que puedo ir en busca de mi querido hermano menor para saludarlo y recordar viejos tiempos de una amorosa hermandad», se decía a sí mismo la lujuria cada vez que alguien en el Palacio del Inframundo tocaba el tema de la prohibición que tenían de ir por Belial. Así que ese retorcido pecador había enviado a sus demonios íncubos a prestar atención a todo lo que estuviera a su alrededor mientras sembraban el pecado de la lujuria al poseer cuanto humano vicioso se encontraran; sin embargo, los íncubos se dejaban arrastrar fácilmente por el pecado que esparcían entre la humanidad, y muchas veces no se percataron que muy cerca de donde ellos solían frecuentar, se encontraba aquel que fue el representante de la soberbia.

Al empezar a rastrear a los humanos que se vieron beneficiados con tan inusuales milagros, la lujuria encontró que todos tenían algo en común: conocían a un tal Didier Beau. Después de averiguar sobre tal personaje en el internet, la lujuria descubrió que ese hombre estaba relacionado a la agencia de modelos más importante del planeta, por lo que decidió presentarse personalmente en la oficina principal, en París, para averiguar más sobre ese mortal. En su forma humana, Asmodeo era un hermoso español de piel bronceada proveniente de Ibiza, de cabellos negros largos y ondeados, ojos oscuros y vivaces, cuerpo atlético que era una tentación para quien lo viera, así que se presentó todo llamativo para ingresar como modelo y poder conseguir la información que tanto quería. Mientras hacía sus investigaciones, el quinto hijo de Satanás percibió que sobre esos humanos había un hechizo que hacían que sus mentes se confundieran y cambiaran sus recuerdos según los intereses de quien los hechizó. Plantar ese tipo de hechizo a tantos humanos a la vez era algo que un mago oscuro no podía hacer, por lo que descartó esa posibilidad. Asimismo, también negó que se trate de algún brujo, elfo, hada o la vampira Ileana, ya que ellos, al ser seres puros, no estarían jugando a manipular las débiles mentes humanas, así que solo le quedó la opción de otorgar a su hermano Belial la autoría de ese hechizo.




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