Sebastián
Me di la vuelta inmediatamente no quería verle, no quería escucharla.
Era suficiente.
Salí de ese jardín como alma que lleva el diablo, con el corazón a punto de salirse de mi pecho. Camine tan rápido que cuando reaccione me encontraba a punto de abrir la puerta de salida. Hasta que note a Linda parada detrás de mí.
—Sebas, bebe, ¿ya te vas? — Me grito Ly, bajando el teléfono de su oído para escuchar mi respuesta.
Respire rápidamente para relajar mi semblante y responderle comúnmente. Ella no merecía saber nada de esta basura.
—Si bebe, tengo que irme— le respondí agitado, acercándome a ella para besar rápidamente su frente, mientras más tuviera allí, más corría el riesgo que Linda me interrogara. Y no estaba de humor.
—Y dejaste a Emily sola.
¿Era en serio?
Pero la comprendía ella no sabía quién era Emily, ni que yo la conocía tan bien. "La conocía", ahora no sé si realmente la llegue a conocer.
—No quiero que te juntes con ella.
— ¿Qué? — Grito Ly Histérica. — Papa les llamo luego, los quiero. — se despidió dejando el celular en la mesa, y se cruzó de brazos esperando una explicación, dando pequeños golpes al suelo con su pie derecho.
Esto no iba a terminar bien.
—Así como lo escuchas, esa chica no es buena para ti, así que te ordeno no te juntes con ella— le ordene completamente serio, tenía que hacerlo o Emily la terminaría lastimando a ella también.
—Mira Sebastián José, primero no sé qué paso allá afuera así que me vas bajando el tonito, y segundo tú no eres quien para decirme con quien juntarme. Ella ahora es mi mejor amiga, te guste o no.
¿Mejor amiga?
Dios ella no podría ser amiga de nadie, era una farsa.
— Ly, apenas la conoces, tú eres una chica muy inocente, y no la conoces— argumenté enojado.
—Tú tampoco—, aseguro inocentemente —¿es porque es de otra clase social? ¿Es porque no es de tanta clase como nosotros? Joder, sabes que eso no me importa y sé que a ti muy en el fondo tampoco.
—Si al final, toda esa basura esta medida con la misma vara— le confesé golpeando la pared con fuerza y rabia, no podía creer que me estuviera hablando así, la estaba defendiendo, pero claro Ly desconocía lo que yo sabía, y Emily fue tan astuta de manipularla que seguramente le pinto una amistad color de rosa. Que repugnante.
—Pensé que habías superado esa etapa— me recordó decepcionada.
—Linda, entiende lo que te digo, ella no es buena para ti, es manipuladora, mentirosa y te hará daño. — le dije tomándola por la mano.
Sus ojos se dirigieron a los míos y se zafó de mis manos inmediatamente.
—No sé por qué te refieres a ella de ese modo si no la conoces— me dijo con desconfianza, —sé que no te gustan los chicos de su clase y lo comprendo tu infancia no fue muy agradable gracias a chicos como ellos, pero Emily no es así. Ella es diferente, solo está usando su pasado como escudo, esa chica está lastimada y por eso se comporta como si el mundo le valiera mierda; el destino ha hecho con ella un par de jugadas que no son fáciles de superar y en esta nueva jugada, quizás es su oportunidad de ser feliz. Es egoísta no ayudarla. Así que no me pidas que la abandone porque no lo haré —Término diciendo, lanzándome maldiciones con la mirada.
Sus palabras hicieron que la ira desapareciera y que la cordura nublara mi mente, quizás era verdad, ella tenía una nueva oportunidad de cambiar. Pero en ese momento no podía verlo de esa forma sentía odio, odio por manipularme, por mentirme, por usarme, cuando yo le di mi corazón.
Sin embargo, ella tenía razón al decirme que en aquel entonces un niño no sabía que era el amor.
Aunque nada de eso tenía sentido ahora.
Eramos adultos.
No importa lo que sentía, ni lo que creía, finalmente termino siendo como todos aquellos bastardos que me golpeaban y se burlaban de mí.
Aunque ella no tuvo la culpa, la culpa fue mía por caer de un modo tan tonto, pero no pienso sufrir más por ella, ahora soy diferente, ahora soy capaz de jugar su mismo juego. Y si quiere tratar de dañar a Linda, se lo haré pagar caro. Desde ahora me encargaría de hacer de su vida miserable.
—Sebas... Bebe— me decía Ly mientras tomaba mi mano
—Haz lo que quieras, pero te lo advierto, esa chica no es buena— termine diciendo para soltarme de su agarre y salir por la puerta para irme a mi casa.
Al pasar la calle, observé la casa de al lado, donde ahora vivía Emily, y no pude evitar pensar si existían tantos lugares en el mundo ¿Por qué tuvo que ser adoptada justamente por mis vecinos?
Tronando mis nudillos entre a mi casa y me dirigí hacia las escaleras, quería subir a mi habitación, escuchar música y olvidarme de las últimas horas.
—Sebastián...— Escuche mi nombre a penas coloque un pie en el primer escalón.
Perfecto mi madre está en casa.
No estaba de humor para una charla familiar.
—Hijo baja en este instante necesitamos hablar contigo—. Ordeno mi madre desde el salón.
Baje inmediatamente y entre al salón donde mis padres se estaban sentados alrededor del escritorio, toque el marco de la puerta y cuando me vieron, asintieron para que me acercara.
— ¿Y? — les pregunté sin paciencia, ganándome una mala mirada de parte de ambos.
—Qué clase de modales son esos Sebastián. — Dijo mi padre haciéndome seña para que tomara asiento.
—Estoy bien aquí, si no les importa, necesito subir a mi habitación debo alistar unas cosas para el inicio de clases.