Sebastián
—Cuando empezamos a llevarte al orfanato con nosotros, solo queríamos que aprendieras a convivir con otros niños de diferentes vidas para que así aprendieras y entendieras el porqué amábamos tanto ayudarlos. En aquel momento tú no querías relacionarte con ellos, pensamos que nuestro dinero y clase social te estaban estimulando a creer que eras superior a ellos… Tu actitud era preocupante, y eso nos alertó. Así que decidimos seguir llevándote en contra de tu voluntad, sin embargo, todo continuo de la misma manera, tu rechazo crecía cada vez más hasta que esa niña lo cambio todo—. Comenzó a contar mi madre comenzando por la típica historia en la que yo era el problema y no los pobres niños abandonados.
Aún lo recuerdo todos los niños en ese orfanato eran fríos, calculadores y malvados, pero ella… Esa niña era todo lo contrario.
Recuerdo que la primera vez que la vi, estaba sentada en un sofá, vestida de rosa, con una muñeca de trapo en sus manos, de la cual se aferraba con ahínco. Estaba temblando casi sollozando con la mirada perdida. Me quise acercar a ella y ayudarla, pero en ese momento llego la psicóloga del orfanato y la tomo bruscamente por el brazo sacándola de la habitación. Me escondí detrás de la puerta y observé como se la llevaban.
La segunda vez que la vi mi padre la tenía sentada en su regazo, la estaba abrazando mientras ella lloraba. Tuve el impulso de entrar, pero en ese instante la Sra Susana, que era la encargada del orfanato, me toco el hombro y me pidió que me alejara de la puerta cerrándola al mismo tiempo.
—No entiendo por qué me haces vivir esto nuevamente, no tiene sentido—. Le dije atormentado por esos bellos recuerdos que recientemente se habían convertido en crueles pesadillas.
—Te dije que era un error—. Dijo mi padre a mi madre mirándome de mal manera.
—Hijo, escucha por favor, todo esto que te estoy contando es para que entres en razón y entiendas el porqué de la situación… No esperamos tu perdón porque lo que hicimos te parecerá horrible al principio, pero si te pedimos que nos entiendas… Solo queríamos tu bien, ante todo.
—Terminarán de decirme que fue eso tan grave de una vez—. Estaba perdiendo el 1% de paciencia que me quedaba. Y cada vez sentía que esto o iba a terminar de una buena manera.
—Nosotros no queríamos que ella estuviera cerca de ti porque creíamos que estaba muy lastimada y que sus reacciones te podrían afectar más de lo que ya estabas por tus complejos adolescentes. Cuando te empezamos a ver con ella, tuvimos miedo, miedo de ver que quisieras en algún momento actuar como ella lo hacía—. Hizo una pausa para mirarme con detenimiento— Qué equivocados estábamos…
Ciertamente, ella había evolucionado de una forma inesperada, el dolor la había independizado de una manera que su fortaleza era un muro de piezas cortantes echas de ella misma. Evitando a toda costa que los demás pudieran acercársele.
Mi madre continua —Al ver que los meses pasaban y tu actitud cambiaba sorprendentemente y notamos que querías ir al orfanato, ya no llorabas cuando los niños se reían de ti, o te molestaban… Nos hizo darnos cuenta de la influencia positiva que esa estaba teniendo en ti, y decidimos dejar que su acercamiento se hiciera más fuerte hasta que pensamos en adoptarla.
—Cosa que no hicieron—. Le recordé como si me doliera más a mí que a ellos.
—Porque te enamoraste de ella—, agregó mi padre en un tono áspero.
No tuve respuesta para eso, pues era verdad. Solo lo miré mal.
—En ese momento teníamos que evitar que ese absurdo sentimiento llegara más lejos. Eran unos adolescentes; tú estabas entrando a la preparatoria y ella tambien parav aquel entonces—. Un amor estúpido lo sé, era solo un juego de niños… Un maldito juego que me rompió el corazón para siempre.
Mi madre guardó silencio y mi padre prosiguió apretando su mano fuertemente.
—Teníamos planes para ti, queríamos que estudiaras, que te prepararas, nuestra intención no era hacer un benefactor, nuestra intención era sensibilizarte como ser humano. Y por eso decidimos que lo mejor era desistir de la idea de hacerla parte de nuestra familia. Su comportamiento cada día estaba empeorando, ya aquella niña se había salido de las manos de los encargados del orfanato y no queríamos que su comportamiento influyera en ti. Emily había hecho cosas que a su edad eran preocupantes… Su expediente iba creciendo, aunque tú no lo notaras y como predijo la psicóloga se convirtió en “La niña problema” secuela de su abandono.
Y ahora lo sabía más que nadie…
—Era una huérfana sin ningún futuro, lo capto. Estoy feliz de su decisión así que aún o comprendo cuál es su sentimiento de culpa—, les dije exasperado, entendía que ellos habían visto algo que yo tarde 2 años en procesar. Era un imbécil y ella una perfecta manipuladora.
—Aún no he llegado a lo que verdaderamente importa Sebastián—, debatió mi madre con angustia
Y entonces lo vi, había algo en sus ojos que me confirmo que lo que sentía en lo más profundo de mí era verdad… Emily no era lo que demostraba ser.
—Decidimos mentirte. Planificamos un viaje a Europa que nunca existió—, Y toda mi cabeza dio vueltas— Nunca fuimos a Europa cuando te mandamos a ese internado.
Mi cabeza iba a explotar tratando de procesar esa simple línea, y fue entonces donde por primera vez desde que inició esta conversación, quería saber la verdad.
Los miré con recelo y mi madre asintió en respuesta.
—Tu padre y yo, te nadamos a ese internado militar para que allí te volvieras fuerte, pero a la vez queríamos alejarte lo más posible de su vida. Ella al principio no lo entendió, pero luego de un tiempo de intervención desistió de la idea de volver a verte. Entendiendo lo que queríamos para ti—. Explico mi madre desatando mi furia.