Amores equivocados

Capitulo XII: Comenzar de nuevo.

El inesperado accidente de Sebastián causo un revuelo de sinceridad alrededor de sus vidas, pero ¿Por qué las personas tenemos que esperar a que suceda algo malo para rectificar nuestros errores y hacer las cosas bien? Nos quejamos de que la vida es injusta, pero nos gusta aprender a los golpes.

 

—¿Masoquismo quizás ?

 

Definitivamente, no lo sé, quizás debamos seguir con la historia para descubrirlo…

 

Emily estaba destrozada, se culpaba de lo que había pasado, tal vez si fuese sido sincera —que ironía no "sincera” —no estuviese ocurriendo nada. Por otro lado, Ly estaba confundida, había tantas cosas a su alrededor que no comprendía, pero esos presentimientos no eran prioritarios, su mayor interés ahora era que Sebastián saliera con bien de aquella situación.

 

Horas después, en el gran pasillo del hospital, se encontraban angustiados Diego y Paulina, sentados en las sillas de espera del pasillo. El Sr Páez tenía las manos de su Esposa entrelazadas con las suyas y se miraban fijamente, aferrándose uno al otro. En la otra esquina se encontraba Ly con sus padres, los cuales estaban abrazándola mientras ella lloraba incontroladamente. Todos estaban destrozados por la incertidumbre de no saber el destino que le esperaba a Sebastián.

 

Un silencio recorrió la sala cuando por el pasillo llegaron Carlos y Janet acompañados de Emily. Ella aún tenía la solución con el medicamento para los nervios, se la habían dejado porque temían que tuviera otra crisis; Carlos la ayudaba a arrastrar el atril que llevaba la bolsita con la solución, mientras que Janet la tomaba por la cintura para ayudarla a caminar porque aun tenía secuelas del sedante.

 

Ly se soltó de sus padres y corrió hacia Emily para estrecharla en sus brazos.

 

—¿Estas bien? — le pregunto examinándola— no pude ayudarte, discúlpame, entre en pánico al ver a Sebas y luego a ti…

 

—Lo sé, lo vi. No te disculpes—. Susurro Emily con lágrimas en los ojos.

 

Linda asintió y la sostuvo de la mano.

 

—Tengo algo que confesarte —. Su voz se apagó de repente. Carlos y Janet asintieron a su alrededor dejándolas a solas. —¿Podemos buscar un sitio más privado? —. Le suplico.

 

—Claro, vamos a la habitación para visitantes—. Ella asintió mientras Linda tomaba el atril para guiarla por el pasillo. Al pasar al lado de los padres de Linda, ambos estrecharon a Emily en un fugaz abrazo y luego asintieron para que siguieran su camino. Minutos después se encontraban en una habitación blanca y ambas tomaron asiento.

 

—-¿Y bien? —, chillo Ly con voz quebrantada —¿Me vas a decir que me has estado ocultando estas semanas con respecto a Sebastián y a su familia?

 

Emily sintió que la apuñalaron con la pregunta tan directa de Linda. Ella sabía que su amiga no era ingenua, tarde o temprano se daría cuenta. Solo que ella no quería verlo. Ambas se quedaron en silencio hasta que Emily decidió hablar.

 

—¡Oh Ly! Todo esto es mi culpa—. Admitió Emily sin dejar de mirarla — Yo no había tenido un terreno fiable y seguro debajo de mis pies en muchos años ni mucho menos una amiga, yo... me asusté y quise defenderme a causas de mentiras, pensé en controlar la situación… Te contaré toda la historia, pero si después de escucharla decides no volver a hablarme, lo entenderé.

 

Ly se puso rígida en su asiento, preparándose a escuchar.

 

—Te escucho— le dijo suavemente para evitar explotar antes de tiempo.

 

Y Emily comenzó a contarle todo acerca de su relación con los Páez, sin dejar nada oculto. Comenzó desde como lo conoció, que ya se lo había contado aquel día en su jardín, hasta que llego a la parte en que los padres de Sebastián la habían obligado a olvidarse de él, quemando sus cartas… Cortándole las llamadas. Hasta que llego a donde están ahora, fue allí donde le contó el trato que habían hecho, y le explico el motivo de su engaño. Linda se mostró serena durante todo el relato, pero cuando Emily guardo silencio. Una tensión surgió en el aire que compartían ambas.

 

Ly suspiro, Emily la imito, y sus miradas se cruzaron.

 

Un largo silencio abarcó aquella habitación.

 

Y finalmente Ly respondió.

 

— ¿Aún lo amas?

 

Emily abrió los ojos de sorpresa, ella esperaba que Linda, la golpeara, la insultara y saliera enojada de la habitación por haberle mentido, pero esa pregunta, eso no lo esperaba. Tardo unos minutos pensando en que contestarle y autopreguntándose si aún lo amaba —O si alguna vez lo hizo— lo que sé que fuera a responder no importaba, lo que verdaderamente importaba era como lo entendiera Linda.




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