Amores equivocados

Capitulo XXIV: El secreto de Linda.

(Desde mi punto de vista) 

 

Han pasado dos semanas desde el accidente de Sebastián, desde aquel día donde todo pareció volverse un infierno, cada uno ha comenzado a actuar con normalidad a pesar de los miles de preguntas que cada uno quiere hacerle al otro, todos han puesto una barrera de supervivencia donde la ignorancia es mejor que la verdad. 

 

Emily había asistido puntualmente a la universidad junto con su amiga esas semanas sin ningún incidente y para variar se había convertido en una alumna excepcional. Sebastián por su parte, había sido dado de alta y se encontraba en perfectas condiciones a pesar de que aún llevaba un yeso en su brazo izquierdo. 

 

Cada uno se levantó aquella mañana mirándose en el espejo y asegurándose que todo ira de maravilla. Como si eso le diera algún seguro para escapar de sus problemas. Ambas chicas estaban nerviosas por el regreso de Sebastián. Linda creía que su cercanía con Emily podría hacerle cambiar de opinión en cuanto a su relación. Y Emily pensaba que el regreso de Sebastián causaría una separación entre su amiga y ella. 

 

Aunque los tres sabían que ahora existía un problema mayor. Y ese era Daniel que, aunque no las había molestado estas dos semanas siempre las mantenía vigiladas, en especial a Emily. 

 

—Llegaremos tarde —protesto Emily. 

 

Sebastián quien estaba de pie en la acera la miro divertido. 

 

—¿Qué? —Respondió de forma grosera ante las miradas de Sebastián. 

 

 

Tranquila amiga, solo que a Sebastián le hace gracia tu puntualidad. Eso no es algo que está acostumbrado a ver—. Se dirigió a Sebastián—. Entérate. Esta semana mi amiga ha sido una de las mejores de la clase. 

 

—No me lo creo ¿en serio Emi? 

 

Emily puso los ojos en blanco y le sonrió falsamente —Pues créetelo Canelita. 

 

—¿Canelita? — Frunció el ceño— ¿A qué ha venido eso? 

 

—Es tu nuevo apodo—. Se encogió de hombros. 

 

—No le veo la gracia. 

 

Linda soltó una risita y Sebastián la miro mal— Si lo piensas mejor tiene toda la gracia del mundo. Anteriormente eras una dulce dona redonda. Y ahora una canelita salvaje. 

 

—¡Esto debe ser una broma! ¿Se lo contaste? 

 

Miro a Emily moviendo la cabeza con desdén. 

 

—Es mi mejor amiga nos contamos todo—. Le restó importancia y siguió mirando su reloj. 

 

—Oh mi querida Canelita. Vas a tener que acostumbrarte. 

 

—¡Par de brujas! 

 

—¿Qué has dicho? — Pregunto Linda parando de reír. 

Nos ha llamado brujas—Acuso Emily levantándose de la acera. 

 

—Sebastián…—Reprendió Linda. 

 

—Ustedes han empezado… 

 

 

Pi... Pi.. Pi... La corneta del auto los sobresalto a ambos. 

 

—Salvado por la campana —Aviso Emily a Sebastián y él le saco la lengua de la manera más infantil posible y ella sonrió. Después de todo esto no iba a resultar tan mal. Pensó. 

 

Los tres subieron al auto, y se sentaron en la parte de atrás dejando a Sebastián en el medio de las dos chicas. Un aire de incomodidad surgió a su alrededor, pero decidió ignorarlo. Aunque como podía obviar el hecho de tener a su primer y segundo amor a cada lado respirando su mismo aire. Eso era el infierno y el cielo a la vez. 

 

En el camino nadie dijo una sola palabra. Emily se había puesto los audífonos y Linda estaba entregada en una tarea un poco ostentosa lo que le llamo la atención de Sebastián. 

 

—¿Qué rayos haces? —Pregunto mirando con sorpresa como Linda pegaba una hoja de papel debajo de su falda. 

 

—Nada—Respondió nerviosa bajándose la falda. 

 

—Déjala en paz—Gruño Emily a su lado. 

 

¿Cómo que déjala en paz? No puede estar pensando en llevar eso debajo de la falda a la hora del examen—. Emily alzo una ceja y lo ignoro—. Espera un momento… 

 

—Solo es material de apoyo—Respondió Linda reanudando su tarea nerviosa. 

 

—¡Esto fue idea tuya! —Le grito a Emily quitándole los auriculares de forma violenta. 

 

 —¡Idiota! —. Le grito Emily dándole un golpe en el brazo derecho que por fortuna estaba sano. 

 

—No puedes dejar que haga esto. No es moral. ¿Me estás escuchando? —Gruño al ver como Emily examinaba sus cutículas. 

 

—¡No me muevas imbécil! — exclamo Linda frustrada. 

 

—¿¡Estás viendo!? —Grito de nuevo, pero al ver como Emily no le prestaba la más mínima atención se dirigió a Linda —¿Dónde está Linda y quien eres tú? 

 

—Quieres calmarte, solo es un detalle. Anoche no pude estudiar y no puedo permitirme reprobar este examen. 

 

—¡Si Linda termina en retención será culpa tuya! —Advirtió en tono severo. 

 

Emily soltó una carcajada—Vale, vale. Lo capto. Solo que, yo no le he puesto una pistola en la cabeza para que lo haga. Le he pedido que estudiara, pero estaba tan sumergida en sus libros que apenas respiraba. Por cierto—Ignoro de nuevo a Sebastián y le hablo a Linda—. ¿Terminaste de leer El hombre equivocado de Daniela Hidalgo? 


—¡Ah! Espera…—. Anoto una línea más en el fino papel debajo de su falda—. Eh si, ahora voy en su nuevo estreno.

 

Ignórenme todo lo que quieran. Pero cuando estén en retención no vayan llorando a buscarme—les advirtió. 

 

Ambas pusieron los ojos en blanco y siguieron en su conversación. 


—Te confieso que la plataforma no está mal. Sin embargo, sigo prefiriendo tus libros en físico. Por cierto, me he llevado varios ejemplares a mi casa. ¿No te molesta verdad? 

 

—Sabes que no. Aunque por si las dudas ¿Cuáles te llevaste? 

 




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