Amores equivocados

Capitulo XXVI: Mi felicidad

(Desde mi punto de vista) 

Daniel había entrado al salón en el peor momento.  

 

A Emily se le nubló la vista por la rabia que estaba reprimiendo en aquel momento, Linda enmudeció de pronto y Sebastián se mantuvo alerta, porque todos sabían que este día no iba a terminar bien. 

 

—¿Qué haces aquí? —Intervino Sebastián con el ceño fruncido, colocándose delante de Linda—Creí que todo había quedado claro entre nosotros. 

 

 

Daniel suspiró dramáticamente observando a Emily. 

 

—No he venido aquí para hablar con ustedes.  

 

—Te pedí que la dejaras en paz—Le recordó Sebastián tratando de colocarse frente a Ella, pero la chica no cedió. Estaba blanca de la ira y él sabía perfectamente que, si Daniel decía otra tontería se lanzaría contra él y todo terminaría peor. 

 

—Ay por favor—Replico Daniel riendo—¡No me digas que ahora tienes dos platos! 

 

—Deja las estupideces Daniel, te lo advierto. 

 

—Vale. Lo pillo—Sonrió mirando a Emily—. ¿Desde cuándo está enamorado de ti? 

 

Emily soltó un silbido de desesperación. Eso era lo que le faltaba, que metiera su nariz donde no lo llaman Sebastián le hizo seña para que no interviniera. Y eso fue precisamente lo que hizo. De un momento a otro Emily se abalanzó contra Daniel soltándole una sonora bofetada con el puño cerrado. 

 

—¡Emi no! —Grito Linda saltando hacia ella, siendo demasiado tarde. Daniel se encontraba enfrente de ella con la mano en la mejilla y cuando levanto la mirada, todo se fue al infierno. Se quedó muy quieto en esa posición sin ninguna expresión. 

 

—Linda sácala de aquí—Ordeno Sebastián y ella vaciló—¡Ahora! 

 

Linda tomo a Emily de la mano para sacarla fuera del salón y Emily se resistió soltándose de un tirón. Jamás cedería ante aquella situación. Si estaban acostumbrados a correr y a esconderse eso iba a cambiar. 

—Emi, vámonos—Suplico con la voz entrecortada. 

 

—¡Basta ya! —Exclamo Emily volteándose hacia su amiga—. No me iré a ninguna parte—Dijo con autoridad volteándose hacia Daniel—. No pienso dejar que hagas con nuestras vidas lo que te venga en gana. Yo no te tengo miedo querido.  

 

La expresión de Daniel se oscureció 

 

—¿Sabes lo que significa lo que acabas de hacer? —Dijo con voz serena. 

 

—Te he dado tu merecido por faltar a tu palabra—. Dijo imitando su tranquila voz. 

Aún le palpitaba el puño del simple hecho de pensar como había golpeado a Sebastián sin ningún motivo. Si el problema era por ella, que se lo dijera. Ella no tenía ningún problema en hacerle frente. No le temía. 

 

—Emi, no sabes lo que estás diciendo—Susurro Linda en su oído. 

 

—Daniel ves lo que te digo—Señalo Sebastián nervioso 

 

—¿De verdad le temes a esta basura? —Soltó Emily incrédula ante sus reacciones. Le costaba creer que aquel chico fuera tan terrible como para que a todos les temblara las rodillas con su presencia—. Por favor, es una simple fachada de villano de película. 

 

La serenidad de Daniel se esfumó. 

 

—¡Mierda Emi! —El tiro de su brazo, para colocarla a su lado. —¡Es que no puedes mantener tu maldita boca cerrada! —. Se dirigió a Daniel —Déjalas ir, yo asumiré las consecuencias de sus actos. 

 

Daniel exhaló lentamente y comenzó a mirar hacia un lado, como si meditara que hacer con lo que tenía al frente. Minutos después saco el celular del bolsillo y comenzó a reír mientras negaba con la cabeza. Tecleo un par de palabras y luego los examino sin borrar su sonrisa —Ustedes se lo han buscado—. Dijo sentándose en un pupitre estirando sus pies y colocando las manos detrás de su cabeza admirándolos con diversión. 

 

—Daniel por favor, déjalas ir. Emi no tiene la culpa de nada de esto. Ella es inocente y un poco estúpida a la hora de hablar. Tú lo sabes… Ella… 

 

—¿Estúpida? —Se indignó al escuchar aquellas palabras—. Estúpido eres tú por ser tan marica. Sabes que, me largo de aquí. ¡Vámonos Linda! 

 

—Eh, eh, eh—La llamo Daniel levantándose del pupitre—. Tú no vas a ninguna parte—. Señalo el espacio vacío delante de él—. Vuelve aquí. 

 

—Tú no eres quien para darme órdenes—Dijo Emily sonriéndole con amargura y dirigiéndose hacia la puerta. De repente Linda se detuvo obligándola a voltear, quedando paralizada en ese instante. 

 

—¡¿Qué mierda!? —Mascullo nerviosa. 

 

—¡Bravo! Lo pillas—Sebastián la fulmino con la mirada. 

 

Daniel sostenía una pistola entre sus manos apuntando directo a Sebastián. 

 

—Si te vas, le vuelo la cabeza—Amenazo alzando una ceja. 

 

—¡Eres un…! 

 

—¡¡Para ya Emi!! —Le suplico Linda angustiada—. Déjalo estar, por una vez déjalo estar… 

Las palabras de Linda infundieron miedo dentro de ella, dejándose vencer por la situación. Segundos más tarde las puertas se abrieron y unos hombres vestidos de negro entraron al salón tomando a Sebastián y a Linda a la fuerza. 

 

—¡No me toquen! —Se quejó Linda cuando uno de ellos la tomaba de las muñecas. 

 

—¿Por qué no haces nada para detenerlo? —Estallo al ver como Sebastián no se resistía. Le parecía tan repugnante verlo actuar así. 

 

—Aún no lo entiendes ¿Verdad? 

 

—Si lo entiendo. Eres un cobarde… No has cambiado nada. 

 

Las palabras de Emily causaron dolor en el alma de Sebastián y la miro con tristeza. Entonces todo pareció cambiar de escenario y comenzó a gritarle a Daniel. 

 

—Si le haces daño juro que te voy a hacer la vida miserable. Lo juro. 

 

Daniel se echó a reír y Sebastián comenzó a luchar por soltarse. Emily no entendía del todo la situación, hasta que observo que los hombres no trataban de sostenerla. Todos en aquella habitación parecían conocer el plan, menos ella. Hasta que por fin una luz ilumino sus ideas. Daniel la quería era a ella. Busco su mirada y cuando la encontró sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.