Amores equivocados

Capitulo XXVII: Te quiero a ti

 

Emily

 

Desperté lentamente después de todo aquello con la cabeza dolorida. Sin lugar a dudas mis emociones habían pasado factura. Cuando abrí mis ojos la luz me cegó unos momentos y sentía como mi cuerpo era prisionero de unos brazos reconfortantes.

 

Sentí mi cuerpo relajarse un segundo hasta que al pensarlo me di cuenta de lo que estaba pasando. Todo el miedo y la angustia volvió a mi enseguida y no tuve que planteármelo dos veces antes de reaccionar. Sacudí mi cuerpo ligeramente para poder levantarme, pero unos fuertes brazos me lo impedían. Levante la vista y lo observe. Daniel estaba sentado en el suelo, conmigo en su regazo. Tenía la cabeza apoyada al su auto y los ojos cerrados. Quise moverme, pero la manera en que me acurrucaba tan cerca de su cuerpo apenas me dejaba respirar. 

 

Su respiración también era bastante entrecortada y note como sus manos temblaban levemente. Sin proponérmelo la vista de su rostro en ese estado me había dejado pasmada a tal grado que ni siquiera me había dado cuenta que estábamos en la orilla de la carretera.

 

Saliendo de mi estado de shock me apoye de su pecho para levantarme y se estremeció abriendo sus mieles ojos con expectación. Estaba asustado.

 

—¡Gracias al cielo! —exclamo con un susurro estrechándome contra él.

 

Intente levantarme por completo y no me lo permitió. Sostuvo mis piernas con fuerza y me examino con detenimiento. Su cara se veía confusa y sus ojos denotaban tristeza. Busque su mirada cuando la aparto, pero no logre ningún alcance. —Quiero levantarme —Dije al fin.

 

—¿Estas bien? ¿Segura que puedes levantarte? ¿Qué ha sido eso?

 

Lo que me faltaba tener que rendirle cuentas. Alce las cejas mientras le lanzaba rayos por los ojos y él sonrió en respuesta. Si. Sonrió. ¡El muy imbécil sonrió!

 

—Esto. Ah nada. Aquí casual, viendo el resultado de tus estupideces —Quería ser lo más sarcástica posible, después de todo era su culpa.

 

—Dejaste de respirar —Dijo en voz baja.

 

<<Claro que había dejado de respirar. Siempre me pasaba cuando las crisis me atacaban sin previo aviso. Según la psicóloga barata del orfanato, esas eran las secuelas del accidente de mi madre y posteriormente el abandono de mi padre. Siempre que quería parar de llorar aguantaba la respiración y después todo se me salía de control>>

 

Aunque, no sé qué hacía pensando en una explicación para este pedazo de idiota. Que por si acaso se me olvida: 1. Había apuntado a Sebastián con un arma de fuego, después de golpearlo y 2. Me había secuestrado y amenazado en asesinarme y luego alimentar a los peces del puto mar con mi cuerpo.

 

Lo mire mal y le exigí que me soltara. Sus labios formaron una línea y se lo pensó antes de soltarme. <<No podía creer que esto me tuviera que suceder justo en frente de él, si antes pensaba que era patética ahora ya estaba confirmado>>

 

De un golpe me levante y entonces mi cuerpo me traiciono. Mi cabeza dio vueltas por un momento y sin pretenderlo mi cuerpo se fue hacia atrás. Daniel se levantó y me sujeto de la cintura apoyando el peso de mi cuerpo sobre el suyo y se quedó quieto hasta que por fin el mundo dejo de dar vueltas a mi alrededor. Me lleve la mano a la cabeza y busque soltarme de su agarre.

 

—Estate quieta. Confía en mi —Susurro en voz baja en mi oído. Y juro por Dios que casi me derrito en ese momento. Su voz era una especie de melodía tan masculino y dulce que me embriago por completo. Sospechando que mi cuerpo sería capaz de traicionarme de nuevo me quede estática, momento que el muy sin vergüenza aprovecho para entrelazar sus manos en mi vientre. Y como no. Suspire.

 

<< ¡Buena Emi! menudo espectáculo de debilidad estas dando >>

 

Callé a mi voz interior y miré más allá de mis propias quejas y todo se disolvió. Lo que veían mis ojos no daban crédito de lo que estaba pasando.  >> ¡Hermoso! <<

 

Las olas del mar chocaban contra la costa, el azul del cielo estaba tan potente que creaba reflejos mezclándose con el mar. Más allá de la vista unas montañas asomaban su altura y desde mi lugar se podía observar toda la belleza como si fuera un cuadro creado por el mas talentoso de los pintores. Una paz llego a mi alma con aquella brisa que inmediatamente se esfumo al volver la vista al mar.

 

Estábamos en el mar.

 

En el mencionado mar.

 

<<Hasta aquí llegamos amada vida>>

 

Y con ese pensamiento me entro el pánico.

 




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