(Desde mi punto de Vista)
Y en este punto de la historia estoy como la canción de Shakira:
Se me acaba el argumento y la metodología, cada vez que esta historia avanza cada día... Porque esta chica no entiende de consejos ni razones, se alimenta de pretextos y le faltan ¿Pantalones?, no ya va, eso es justo lo que no le falta, pantalones —si de valentía hablamos—, pero admitamos que la cordura está fallando en este momento.
Sé que entender todo esto resulta complicado, sin embargo, hay mejores opciones para descubrir la verdad que usar a las personas. Si, lamentablemente esta joven está tomando decisiones apresuradas las cuales el 99% de las veces no dan resultados. ¿Han escuchado hablar de la mente fría? Bueno, déjenme explicarles que cuando nos despejamos de todos los problemas y dejamos pasar el momento de emociones encontradas llegamos a un estado de calma a la cual se le llama mente fría; es allí donde se puede pensar con claridad y evaluar las ventajas y desventajas de las situaciones.
Y eso es lo que no está haciendo. No hace ni 24 horas que el destino le dio esta desafortunada lección y ya está planeando hacer justicia, sin evaluar la gravedad de la situación. Sé que son jóvenes y que sus actitudes están justificadas, pero eso nos les da el derecho de actuar como lo están haciendo.
Emily no puede usar a Daniel porque eso les destruirá la vida a ambos porque conocemos lo envueltos que están y por otra parte también hemos visto que Daniel no está preparado para otro evento como ese, porque si llegara a suceder, se hundiría para siempre.
Sebastián, no puede elegir hacer justicia con más violencia, ya que eso pondría en peligro la vida de todos, y Linda por su parte, debería escuchar más a la voz de la razón y no dejarse llevar por la amistad que siente por Emily o al menos esa es mi opinión, no sé qué es lo que ustedes piensen.
A estas alturas, solo tenemos que repasar los sucesos: Daniel había pasado un mal momento con su padre biológico, ya que toda la repentina atención que este le estaba brindando le parecía tardía e inesperada. Emily, había puesto en marcha su plan y Sebastián se alteró en gran manera cuando se enteró de lo que iba a hacer Emily debido a que él ya tenía otros planes que concretaría con Erick esa tarde.
Mientras tanto Linda...
-—Esta chica está completamente loca! —Gruño entrando a su casa sorprendida por lo que acababa de presenciar. Tiro el bolso en el sofá de la sala de estar y comenzó a contar hasta diez para intentar calmarse. Lo que había visto le resultaba frustrante, no entendía como la vida unía a las personas menos compatibles con el único fin de volverlas añicos.
—Señorita Linda, menos mal que llego —Dijo la muchacha del servicio jadeando. Linda frunció el ceño y se preocupó—, su padre esta... Por favor venga —Pidió.
—¿Qué pasa? —Pregunto repetidas veces mientras la seguía.
La muchacha no le respondió y corrió hacia el despacho de su padre por lo que ella la imito. Al entrar observo a su padre tirado en el suelo con la mano en el pecho mientras gemía y respiraba con dificultad.
—¡Papá! —Exclamo Linda corriendo hacia a él—. ¿Qué paso? ¿Qué tienes, papito?
Él no podía hablar solo se sujetaba fuertemente el pecho. Linda reviso su pulso y se tranquilizó para no preocuparlo recordando las clases de primeros auxilios: Cuando un paciente tiene signos de presentar un infarto no se debe alterar o preocupar porque eso seria fatal.
—¿Qué haces allí parada? —Le dijo a la sirvienta—. Llama a la ambulancia. ¡Ya!
—Lo hemos hecho señorita y también hemos llamado a la Sra. Paulina, estarán aquí en unos minutos—. Le respondió la joven asustada.
—Ok —Sostuvo la mano de su padre con fuerza e intento sentarlo, fallando pues su padre era muy pesado para ella—. Necesito que me ayudes —Pidió y la Joven asintió prestándole auxilio.
Minutos pasaron mientras Linda se tragaba la angustia junto con las ganas de llorar para ayudar a su padre quien estaba perdiendo el color. Preocupada le pidió a la sirvienta que volviera a llamar hasta que el Mayordomo anuncio la llegada de la ambulancia. De prisa, abrieron las puertas del despacho e inmediatamente entraron los paramédicos con una camilla prestándole ayuda. Linda se apartó temblando.
—Pre-Infarto —Dijo uno de los paramédicos—. Hay que llevarlo a urgencias.
—Voy con ustedes —Anuncio Linda y después de compartir miradas los paramédicos accedieron.
Al salir de la casa para subir a la ambulancia la madre de Linda corrió hacia ellos con lágrimas en los ojos.