Amores equivocados

Capitulo XXXVII: Cuentas conmigo

Desde mi punto de Vista
 
 
Todos estaban en un momento donde su pasado pasaba factura. Emily, descubría de manera siniestra los oscuros secretos de su padre, Daniel confesaba estar condenado por la muerte de aquella Joven a quien le quito la vida, Linda se culpaba por vivir gracias a su hermano y Sebastián comenzaba a descubrir todo ese mundo de libertad sin reglas en el que un día quiso pertenecer... 
 
 
—Gracias por traerme, Daniel —Dijo Emily quitándose el cinturón de seguridad—. 
¿Estás seguro que no quieres entrar y ver como se encuentra tu padre? 
 
—Estoy seguro —Respondió cabizbajo—. Después de todo esto es mi culpa. 
 
—No vuelvas a decir eso, son cosas que pasan —Dijo extendiendo una mano para acariciar el hombro de Daniel—. ¿Quieres que te mantenga informado? 
 
—Por favor —Suplico lleno de culpa. Emily asintió y cuando abrió la puerta para bajarse la detuvo sosteniendo su muñeca, ella se dio vuelta y miro su mano atrapada—. Desde ahora cuentas conmigo. Recuérdalo. No hagas ninguna tontería sin consultármelo. 
 
—Gracias eso significa mucho para mí —Aprovecho la cercanía para besar su mejilla con ternura.  Para ella esa repentina cercanía le parecía muy extraña y confusa ya que su primera reacción al escuchar toda la historia era salir corriendo, sin embargo, no fue así y eso la estaba poniendo muy nerviosa. 
 
Después de subir seis pisos se percató de la hora, ya eran las siete de la noche.  Cuando llego al pasillo observo todos los asientos de la sala de espera con la esperanza de encontrar a su amiga por algún lado, aunque no tuvo suerte así que decidió preguntarle a alguna enfermera que se le cruzara por el camino. 
 
—Señorita, Señorita —Comenzó a llamar cuando encontró una—, ¿podría indicarme donde se encuentra el Sr Marcos White? Él fue ingresado esta tarde con paro cardiaco —Explico. 
 
—Déjeme revisar los expedientes —La enfermera abrió un par de carpetas que sostenía en sus manos y comenzó a revisar con cautela. Emily se puso muy nerviosa conforme pasaban los segundos hasta que pareció encontrar algo—.  Si, efectivamente el Señor White ingreso esta tarde se encuentra estable ¿Es usted familiar? 
 
—Soy su vecina. ¿Me indicaría por favor el número de habitación donde se encuentra? 
 
—Al final del pasillo, mano izquierda, segunda puerta. Habitación 112. 
 
Siguiendo las indicaciones se detuvo frente a la puerta para arreglarse un poco. Luego de revisar que todo estaba en orden dio dos toques a la puerta la cual no tardaron ni un segundo en abrirla. Cuando Emily alzo la vista vio a su amiga hecha trizas frente a ella. Linda abrió los ojos como platos y sin mediar palabras se lanzó a abrazarla. 
 
—Emi.... ¿Dónde has estado? —Le susurró al oído. 
 
—Es una larga historia —Dijo cansada—. Lo importante es que ya estoy aquí. 
¿Cómo estás? 
 
—Bien, pasa —Ofreció. Emily entro a la habitación y observo como el Señor White las miraba con una sonrisa desde su cama. 
 
—Señor White —Saludo con educación—. ¿Cómo se encuentra?  
 
—Muy bien hija. Todo no ha sido más que un susto. 
 
—Me da mucho gusto saberlo —Expreso aliviada. 
 
—¿Daniel ha venido contigo? —Pregunto Marcos esperanzado. 
Emily miro a Linda nerviosa y luego miro a Marcos sin saber que decir. 
 
—Le he contado a mi padre que has pasado la tarde con mi hermano —Aclaro—. Además, papá no sé porque te tomas la molestia de preocuparte por el sí por su culpa estuviste en peligro. —La voz de Linda era más gruesa de lo normal afirmando el desagrado que sentía. Emily sintió una incomodidad por la situación, pero se dispuso a disimular estableciendo una posición neutral. 
 
—No Linda, tu hermano no tiene la culpa, estas cosas pasan. Los años no son cualquier cosa, ellos pesan. —Trato de convencerla Marcos. 
  
—Eso no justifica que ni siquiera se haya dignado en venir a visitarte. 
 
Con paciencia Emily quiso tratar de aliviar la tensión. 
 
—Daniel se quedó muy preocupado después de que Janet nos diera la noticia. 
 
—¿Si estaba tan preocupado por que no ha dado la cara? —Hablo Linda. 
 
—Porque también piensa que es su culpa —Confeso Emily ganándose una mirada de incredulidad de ambos. Ella sintió para firmar su argumento y Marcos sonrió. —No sabes cuánto me alegra que te estés acercando a mi hijo. Sé que tú puedes ayudarlo a ver las cosas de otro modo. —Marcos parecía satisfecho ante las palabras de Emily. 
 
—¡Esto es el colmo! —Exclamo Linda tomándola de la mano para sacarla de la habitación. Cuando estuvieron en el pasillo Linda la enfrento. —Espero que la locura de esta tarde te haya servido de algo.  
 
—Mi padre es un ser despreciable —Fue lo único que Emily pudo decir antes de derrumbarse en los brazos de su amiga—. No sé qué hacer, estoy confundida. 
 
—Oh Emi, cuanto quisiera ahorrarte todo esto —La consoló Linda acariciando su espalda con ternura—. Sabes que cuentas conmigo para todo. ¿Verdad? 
 
—Lo se amiga, lo sé —Dijo recordando las palabras de Daniel. 
 
Después de que Emily recobro las fuerzas necesarias para contarle a su amiga todo lo que había descubierto, Sebastián apareció de forma imprevista. 
 
—Linda... —Dijo corriendo hacia ella para abrazarla. 
 
—¡Sebas! —Exclamo Linda separándose de Emily para corresponder su abrazo. 
 
—Mi dulce princesa, ¿Cómo estás?  —Le preguntaba rodeándola con sus brazos y besándola en la frente. Emily se secó rápidamente las lágrimas y no se dio vuelta para verlos inhalaba y exhalaba para calmarse e intentar controlar sus sentimientos. 
 
—Mi padre está mejor —Aseguro besando sus labios brevemente—. ¿Dónde has estado? Te he llamado unas mil veces esta tarde —Reclamo Linda. 
 
—Resolviendo asuntos pendientes. 
  
Emily se levantó para saludar a Sebastián de forma tranquila. 
 
—Emi. —Susurro este antes de que ella pudiera hablar—. ¿Estás bien? 
 
—No —Dijo Linda. 
 
—Si —Dijo ella a la misma vez que Linda.  
 
Sebastián entrecerró los ojos y se dirigió a Linda. 
 
—¿Qué paso? 
 
 
 
….. 
 

 
 
Después de una hora Emily y Linda habían ido a sus casas a bañarse y cambiarse de ropa para volver nuevamente al hospital ya que ninguna quería separarse de la otra tras los repentinos sucesos.  
 
Eran exactamente las 9 pm cuando los tres se encontraban sentados en la sala de espera. Sebastián había ido por café mientras Linda y Emily debatían sobre cómo debían actuar ahora que Daniel estaba al tanto de la situación. Ninguna de las dos daba un argumento coherente y cuando Linda iba a hablar Emily le tapó la boca al ver como Sebastián se acercaba. 
 
—Dos expresos —Les dijo entregándole en café en sus manos. 
 
—Gracias —Dijeron ambas a la vez. 
 
—Bien ahora que las tengo aquí en son de paz. Tengo que decirles algo —Ambas lo miraron con atención—. Esta tarde me he reunido con Erick y he descubierto cosas que te impedirán seguir con tu retorcido plan. 
 
—¿Qué tú has hecho que? —Dijo Emily molesta. 
 
—Lo que oíste.  
 
—Emi, solo escucha por favor —Suplico Linda. 
 
—Con que tú también lo sabias —Su furia aumento—. No quiero que sigan haciendo cosas a mis espaldas —Exigió. Todo era demasiado peligroso como para que ellos se involucraran. 
 
—No te podía decir nada porque sabía que ibas a querer ir conmigo. Además, cuando esta tarde escuche tu absurdo plan no me quedo la menor duda de que no estas tomando las cosas con prudencia. 
 
—Ese no es el punto —Reitero molesta—. Esto no es su problema así que no quiero que se sigan involucrando. Y, por otra parte, si tanto te molesto mi plan, déjame decirte que puedes irte de rositas porque ya no lo voy a llevar a cabo. 
 
—Así que al fin has recapacitado —Dijo Sebastián aliviado ignorando sus palabras. 
 
—No te emociones —Hablo Linda sin quitar el vaso de su boca—. El motivo de que no hay plan es porque mi hermano ahora está de nuestro lado. —Lindo cerro los ojos esperando la reacción de Sebastián. 
 
—Esto no puede ser verdad. ¡Por favor Emily, no seas ilusa! Daniel jamás estará de tu parte porque no es más que otra marioneta de tu padre. Si supieras lo que tu primo me ha contado esta tarde estoy seguro que ni siquiera estarías pensando en confiar en él. —Linda tosió su café al escuchar eso. 
 
—Lo se Sebastián —Dijo dándole un trago a su café. 
 
—¿Cómo que lo sabes? —Sebastián se puso rojo de la ira. 
 
—Ese no es tu problema —Hablo Emily encogiéndose de hombros. 
 
—Emi… —Mascullo linda —Deberías decirle lo de esta tarde. 
 
—¿Esta tarde? Un momento… Emily Smith ¿Estuviste esta tarde con él? 
 
—Si —Respondió sin más. 
 
—Esto tiene que ser una puta broma. 
 
—Modera tu vocabulario, estamos en un hospital —Le regaño Linda con delicadeza. 
 
—Pues no joder, no pienso callarme nada porque Emily tiene que saber que lo que está haciendo no es correcto. Confiar en Daniel es como firmar tu sentencia de muerte. 
 
—Lo de la muchacha no fue su culpa —Mascullo Emily con calma. 
 
Eso pareció ser el colmo para Sebastián. 
 
—¡La asesino! —Dijo en voz alta—. ¡El asesino a esa muchacha frente de su hija! —¡Si, pero no es como Erick Cree! —Grito Emily exasperada. 
 
—¿Enserio te has tragado lo que te ha dicho? —Sebastián se levantó enfadado. 
 
—Si le creo, Sebastián. —Emily se pudo de pie para enfrentarlo. 
 
Linda se quedó en silencio hasta que por alguna razón ambos la miraron. 
 
 
—Tu repentino silencio es sospechoso —Dijo Sebastián incitándola a hablar. 
 
—No puedo decirles nada mientras ustedes sigan gritándose en el pasillo de un hospital como animales. —Respondió dejando su vaso aun lado. 
 
—¿Qué es lo que sabes? 
 
—Déjala en paz Sebastián, ella no tiene la culpa de nada de esto. —Defendió Emily a su amiga. 
 
—No. Déjalo Emi. —Linda se puso de pie—. Sé que debí decírselos desde un principio, pero por alguna razón creí que era mejor que ustedes no se enterarán. 
 
Emily no podía asimilar lo que estaba escuchando.  
 
—Suéltalo de una vez —Dijo Sebastián cruzándose de brazos. 
 
—Cuando tenía quince años, Daniel apareció en mi habitación muy asustado, su piel estaba pálida y no paro de vomitar en mi baño por unas cuantas horas. El me pidió que no le exigiera explicaciones así que solo lo ayude ocultándolo en mi habitación por tres días en los que me tuve que encargar de su cuidado pues no paraba de alucinar por la fiebre que tenía. Él nunca quiso decirme lo que había pasado después de que se recuperó, lo único que supe fue lo que balbuceaba a través de sus pesadillas. Era horrible ver como lloraba y pedía perdón por lo que había hecho y era aún más doloroso escucharle decir que él le disparo con la condición de que no me hiciera daño a mí. —Linda no pudo seguir porque las lágrimas inundaron sus ojos. 
 
—¡Por Dios! —Dijo Emily tapándose la boca—. Entonces, todo es verdad. 
 
—Eso no lo hace menos culpable —Hablo Sebastián sin inmutarse. 
 
Linda comenzó a sollozar.  
 
—Oh no amiga, no llores. Mi padre obligo a Daniel para que matara aquella joven porque Erick lo traiciono y no tuvo otra opción. Lo hizo para salvarte Linda, tú eras lo más importante y mi padre lo amenazo con quitarte la vida. Nada de esto es culpa de Daniel. Todo esto es culpa de Thomas. Y es por eso que ahora más que nunca debo destruirlo. 
 
—Mi hermano lo hizo por mi… —Decía Linda con culpa. 
 
—Así es Linda lo hizo para salvarte de las garras de mi padre —La voz de Emily era tosca llena de amargura y resentimiento.  
 
Sebastián se llevó las manos a la cabeza. 
 
—Se me hace imposible creer en esta versión —Dijo Contrariado. 
 
—Me importa una mierda que tú me creas —Interrumpió la voz del ser más mencionado del momento. Linda y Emily se giraron con expectación—. Lo que verdaderamente me importa es que mi hermana y esta chica sepan que desde ahora cuentan conmigo. 
 




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