Amores equivocados

Capitulo XXXVIII renunciando a ti

Emily 
 
Después de dos meses todo había tomado su curso de forma normal excepto que ahora tenía toda mi vida controlada. Había decidido que, en este momento de mi historia, nada se me escaparía de las manos. Me he propuesto a seguir adelante a pesar de todo mi dolor, de las cosas que sucedieron y las que aún están por suceder. 
 
Me vi rodeada de situaciones que nunca creí vivir y había tomado decisiones que no son nada común para una adolescente de dieciséis años. Me parece gracioso que, al principio de todo, mi única meta era ser una chica rebelde que le causara dolores de cabeza a todo el mundo con el único objetivo de vivir mi vida al máximo sin importarme los demás, para poder borrar este dolor que un siento y que por mucho que oculte no se borrara jamás y es justo ahora que me doy cuenta que no es lo correcto, que el resultado de vivir de esa manera es negativo. Muchos jóvenes creen que su vida dará un giro de 75 grados comportándose de esa manera, sin saber que quedarían en el mismo lugar y peor que antes... Y así está mi vida hecha un lio, dirigiéndose a un calabozo sin salida ni retorno.  
 
Mi nuevo plan andaba a la perfección, gracias a Daniel puedo conseguir las pruebas para poner a mi padre tras las rejas. 
 
No quiero venganza —no se equivoquen—, solo quiero un poco de justicia para mí y para todos aquellos que por hombres como mi padre han echado a un abismo su vida. 
 
Me duele mucho tener que hacer todo esto, es mi padre y aun lo quiero, pero las personas solo aprenden la lección cuando se enfrentan a su realidad y quizás mi padre recapacite y pueda ver el grave error que está cometiendo con su vida.  
 
No lo odio y por más que quiera hacerlo creo que nunca lo voy a lograr, solo me da un inmenso dolor saber que mi figura significativa es capaz de hacer tantas cosas horribles sin detenerse a pensar en el gran daño que está causando. 
 
Me encuentro en mi habitación y me miro con asombro en el espejo, solo basto un mes para que mi vida se transformara por completo, ahora no soy aquella Joven que llego con su corazón sellado capaz de llevarse por delante a cualquiera, ahora solo soy Emily, una chica cuyo padre la abandono y que ahora por regalo del cielo cuenta con una familia que la ama, una amiga incondicional, un amor que quizás deba dejar a un lado para darle paso a la amistad y un nuevo amigo bueno más que un amigo que está dispuesto a arriesgarlo todo para poder rectificar su vida y a la vez ayudarme; no lo puedo negar Daniel ha cambiado mucho en estos días que sale conmigo —ahora ya no veo miedo ni odio en sus ojos—, resultó ser un chico amable, cordial, divertido y algo travieso además un gran hermano pues ha logrado mejorar su relación con Linda y esta perdonando a su padre poco a poco. Aunque Sebastián no confié en él ni un poquito sé que Daniel es una gran persona con un gran corazón y quizás él pueda sustituir a ese estúpido chico del cual estoy enamorada. 
 
Como les seguía contando todo ha resultado a pedir de boca quitando los malos ratos claro. Y hablando de ellos, hay algo que desde ayer me preocupa y eso es la dichosa reunión de los tres chicos más importantes en mi vida.. Daniel, Erick y Sebastián se reunieron —por muy increíble que resulte, lo hicieron—. Yo quería estar presente porque en el fondo sabía que eso no podía terminar bien, pero Sebastián no me lo permitió. 
Tenía miedo de que Erick le hiciera daño a Daniel por lo que él hizo años atrás, pero al aparecer no fue así. Daniel y Erick llegaron a un acuerdo —bueno esa fue la versión que nos contó Sebastián a Linda y a mí—, en el cual hicieron las paces. 
 
Y esa es la parte de la versión que no comprendo. Al parecer Daniel le propuso un trato a Erick pidiéndole perdón y el acepto. Y todo paso como si nada. Jum, aquí hay algo raro que no me están contando y cuando lo descubra… La gran pregunta es: 
 
 ¿Qué tuvo que hacer Daniel para que Erick cambiara de opinión de repente y le perdonara la vida? 
 
Juro que intento pensar en algo, pero no puedo llegar a nada concreto. 
 
La cabeza me va a estallar. 
 
La puerta sonó sacándome de mis pensamientos me vi en el espejo, por tercera vez acomodé mi cabello que por milagro del cielo se veía decente perfectamente ondeado y controlado. También maquille mi rostro ligeramente para acompañar mi vestuario que no era más que un vestido morado de tela suave y unas botas color café. Ese día tenía que salir por una ocasión súper especial y esperaba que mi amiga viniera a buscarme para comenzar nuestro dia. 
 
Volvieron a tocar así que me apresuré y abrí. 
 
—¿Qué haces tú aquí?  —Pregunte al ver a Sebastián de pie frente a mi habitación. Tenía el cabello despeinado y estaba vestido de forma deportiva con una muy ajustada camiseta que destacaba sus músculos. Sus ojos azules buscaron los míos. 
 
—¿Puedo pasar? —Pregunto. No me dio tiempo de responder cuando por su propia cuenta entro a mi habitación con esa sonrisa torcida que tanto odiaba. 
 
Pesado. 
 
—Adelante —Murmure con sarcasmo cerrando la puerta. Respiré profundo y me dispuse a enfrentarlo, pero el muy imbécil no dejaba de mirarme y sonreír—. ¿Qué? 
 
Use mi hostilidad para evitar que notara mi nerviosismo ante su descarada mirada. 
 
—Te ves hermosa —Dijo borrando su sonrisa para ponerse serio. 
 
¡Ay no! El Sebastián serio es peor que el juguetón.  
 
Lo ignoré y me di la vuelta para ocultar mi vergüenza. 
 
—¿A qué has venido? —Comencé a juguetear con mi muñeca para no mirarlo. 
 
—A verte, obvio. 
 
<<Eso no está ayudando>> 
 
Puse los ojos en blanco de manera intencional y alcé una ceja en su dirección. 
 
—Bien. Antes de que te pongas agresiva te lo diré. He venido porque quiero hablar contigo. 
 
No sé porque, pero mis nervios se multiplicaron por mil. 
 
<<Tranquilízate, seguro que viene a darte noticias de la investigación>> 
 
—¿Sobre qué? 
—Sobre nosotros. 
 
¿Nosotros? 
 
<<Ósea él y yo>> 
 
 
—No entiendo, no tenemos ningún asunto pendiente —Sé que, si lo teníamos, pero debía evitar esta conversación a toda costa. 
 
—Necesito saber que pasara con nosotros. —Soltó sin rodeos. 
 
Sabía que tarde o temprano tendríamos que conversar, pero hoy no. 
 
No en el día del cumpleaños de Linda. 
 
—Te ves pálida ¿Estas bien? —Sebastián parecía impaciente y pude notar que los nervios no me afectaban solo a mí. 
 
<<¿Qué esperas para lanzártele encima y decirle cuanto le amas?>> 
 
No puedo hacer eso. 
 
>>Por favor, llevamos años amando a el dueño de los ojos más preciosos del universo, no puedes darte por vencida ahora>> 
 
No puedo hacerle daño a mi mejor amiga. 
 
<<¡Que no le harás daño!>> 
 
Sí que lo hare. Linda ama a Sebastián con toda su alma, no puedo arrebatarle su felicidad, así como así. 
 
<<Y estas completamente segura de que Sebastián siente lo mismo por ella>> 
 
No lo sé… 
 
Intente apagar mis ideas absurdas y hablar con la razón. 
 
—Sebas, no existe un "nosotros" —Respondí ahogando mis sentimientos. 
 
<<¡Nooooooo!>> 
 
En realidad, no existía esa era la cruda verdad. Nuestro amor seguía intacto sí, pero ahora todo era diferente. Ahora estaba Linda y el de una u otra forma la quería así que no podía interponerme entre ellos. 
 
Sabía muy en el fondo que hacia lo correcto no correspondiéndole a Sebastián detrás de las espaldas de mi mejor amiga. Lo mejor era dejar las cosas claras y hablar con la verdad, y así evitare que nadie salga lastimado, bueno además de mí. 
 
—Eso no es verdad —Le escuché decir y fue Ali donde tuve la osadía de mirarlo a la cara. Sé que le dolió escucharlo tanto como a mí me destrozo decirlo. 
 
—Es verdad —Dije intentando sonar firme—. No existe ni puede existir un nosotros porque ahora tu estas con Linda y si estas semanas te he hecho sentir que existe un nosotros con mis acciones, me disculpo. Estaba muy dolida y confundida por los últimos acontecimientos que necesite de tu cercanía para poder recuperarme. —Para de hablar Emi —Me pidió apartando la mirada de mi—. Solo quiero que me respondas una sola cosa.  Sin saber lo que era asentí —¿Aun me amas? 
 
<<Si dices que no, despídete de tu consciencia>> 
 
Mi corazón comenzó un debate que termino en guerra con mi cerebro y sin saber quién había ganado la batalla respondí: 
 
—Te amo no lo niego —Empecé a confesarle con toda el alma—, prefiero decírtelo aquí y ahora que arrepentirme por no decírtelo y aunque con decírtelo no cambie nada siento que es lo correcto. —El rostro de Sebastián se ilumino y antes de que mi fuerza de voluntad me abandonara proseguí—:es por eso que debo renunciar a ti. Sebastián, estoy renunciando a ti y necesito que tu hagas lo mismo. 
 
—No Emily por todo lo que más quieras no me pidas eso. —Sus ojos se cristalizaron mientras me suplicaban que me retractara de mis palabras. Se me partió el corazón cuando dio dos pasos hacia mí y me tuve que alejar para que las cosas no fueran más lejos. 
 
—Es lo mejor para los dos. —Mi voz se quebró. 
 
—De verdad piensas que esto va a funcionar —Lo dijo sin convicción casi en tono de burla y yo me afiance en mis palabras.  
 
—Te quiero Sebastián, pero también quiero a Linda y no pienso hacerle daño. 
 
—Es lo mismo —Dijo con dolor—. Estas causándole el mismo daño al mantenerla cerca de alguien que ama a otra. 
 
No por favor, no sigas… 
 
—Tú la quieres —Le recordé—. Lo has hecho en mi ausencia y no quiero que por mi presencia en tu vida dejes de hacerlo. Ella no merece esto, tú lo sabes mejor que nadie. Es mejor que dejemos esto hasta aquí y que comencemos de nuevo como amigos. 
 
Sebastián hizo una mueca de desagrado. 
 
—No puedo ser tu amigo —Dijo como si fuera obvio. Iba a discutirle, pero me puso el dedo índice en mis labios—. Si tú me pides que estemos juntos yo terminare con Linda, solo si me lo pides acabo con todo. Es tu decisión —Me tomo de la barbilla y sus ojos brillaban esperando mi respuesta. Detalle todo su hermoso rostro sin pudor. 
 
 
Memorice la manera en como sus ojos helados brillaban, el modo de como su cabello negro caía en su frente blanca, la manera en como sus labios se apretaban para evitar besarme y la forma a en como su respiración se mezclaba perfectamente con la mía. Dios como amaba a este chico que tenía frente a mí. 
 
<<Si sigues dejando que se acerque a ti y te mire así, estás perdida>> 
 
—No —Alce la voz sorprendiéndome—. No puedo hacer eso. Lo lamento. —Intente separarme, pero me lo impidió haciendo más difícil mi persistencia. 
 
—Está bien Emily. Así que esa es tu última palabra. 
 
—Lo es —Dije mordiendo mi labio. 
 
—Bien. Solo te voy a pedir una última cosa. 
 
—Eso no es justo —Reclame comenzando a temblar. Su brazo había rodeado mi cintura y su dedo pulgar había liberado mi labio inferior con suma delicadeza. 
 
Trague al sentirle tan cerca. 
 
Asentí derrotada. 
 
—Un último beso —Dijo y eso basto para que todo mi ser se estremeciera—. Si después de este beso aun decides renunciar a mí, aceptare tu decisión y me alejare. 
 
<<Eso no puede pasar, ni por todo el oro del mundo>> 
 
No, no, un beso significaría mi perdición. Me derretiré como el hielo en sus manos. 
 
No puedo desistir de mi decisión, no puedo hacerle esto a Linda y tampoco puedo permitir que me bese porque inmediatamente mi traidor corazón tomaría el mando y acabaría por echar todo a la borda. 
 
—Eso no es jugar limpio —Gruñí. Él sonrió y se acercó unos centímetros más obligándome a interponer mis manos entre nosotros. 
 
—Si no aceptas te besare igualmente pero no me alejare de ti —Advirtió con una sonrisa burlona. Me quede pasmada. Sí que quería besarlo, anhelaba sus labios más que a nada después de aquel día en el hospital donde le di mi primer beso—. Tienes 10 segundos —Dijo acariciando mi cuello con su nariz y luego con sus labios. 
¡Joder! Esto no me podía estar pasando a mí. Quería decirle que no y alejarlo de un derechazo, pero no tenía ni la fuerza ni el coraje para hacerlo—. Nueve… — Comenzó a contar besando mi mejilla—. Ocho… Siete —Un beso en la esquina de mi boca—. Cinco… 
 
Joder, lo odio. 
 
—Bien —Medio suspire y medio susurre. Él sonrió victorioso y yo sonreí con malicia. 
Sin pensármelo dos veces lo tomé de la camiseta y lo atraje hacia mí con violencia. 
 
No quería que el beso fuera romántico para así evitar perder la razón. 
 
Luego de unos segundos intente separarme, pero me tomo del cuello y profundizo el beso a la fuerza, quise resistirme y me fue imposible ya perdí el valor al momento de que su lengua acaricio la mía de un modo sutil y delicada que me hizo ver el cielo estrellado con todo y planetas. No sé qué fue del tiempo cuando estaba perdida en sus labios a punto de rendirme cuando por gracia divina el aire me falto y en un segundo de conciencia lo empuje con todas mis fuerzas haciendo que Sebastián tuviera que hacer esfuerzo para no caer sobre la cama. 
 
Un segundo más.... 
 Y estaba perdida. 
 
<< ¡Eso sí que fue un beso señores! >> 
 
Cuando se recuperó sonrió de medio lado y se sentó en la cama mirándome como si hubiese conquistado el mundo. Yo estaba técnicamente paralizada recuperando el aliento y preparándome mentalmente para mi respuesta. 
 
<<¡Que Dios me ampare!>> 
 
—¿Y su decisión es? —Pregunto con soberbia. 
 
<<Okey Smith, te quiero ver>> 
 
Lo medite unos segundos. 
 
 Y no sé de dónde saqué el valor, pero me dirigí a la puerta y la abrí. 
 
—Adiós Sebastián —Dije sin mirarlo. 
 
Su rostro se transformó en confusión, tristeza y desilusión. Se quedó en silencio un momento hasta que lo vi moverse hacia la puerta sin dirigirme la palabra. Antes de ir se giró para observarme y yo agache la cara para que no se percatara de mis lágrimas de cocodrilo. Cuando bajo las escaleras cerré la puerta y corrí hacia mi cama, me lance en ella boca abajo y ahogue un grito en mi almohada. 
 
Es tan difícil renunciar a alguien que quieres de verdad 
 
Después de gritar y patalear en mi cama, me levante y me observe en el espejo, mis manos rosaron mis labios. Un beso de despedida, ese es el mejor recuerdo que nunca borrare de mi corazón destrozado. Había renunciado a él y esta vez fue mi decisión, era la primera vez que yo decidía lo que quería, eso era liberador y Sebastián lo sabía. Esta vez era por mi cuenta, fue todo lo anterior a la última vez que nos separamos y eso se sentía bien. 
 
 
 
 
 
 
 
Eran las 10:00 am cuando estaba sentada junto a Carlos y Janet en la sala preparando el regalo sorpresa para Linda. Ellos la querían mucho y la consideraban como una hija más. Así que todo se había organizado desde muy temprano para que la sorpresa fuera sublime. 
 
Janet, me contaba anécdotas de la infancia de Linda haciendo hincapié en todo lo que sufrió cuando fue descubierta su Leucemia a temprana edad y luego cuando se detectó "mieloma múltiple" la cual es una patología cancerosa de la médula ósea que ella desarrollo.  
 
—Debió ser horrible —Logre decir espantada—, perder su cabello, las quimioterapias, los trasplantes. —Murmure respirando hondo, dejando de cocer el lazo para el regalo. 
 
—Si hija, lo fue —Dijo Janet con pesar—, pero esa niña es muy valiente y no se dejó vencer por las circunstancias conservando su identidad y su personalidad en todo momento. 
 
—Tengo una duda —Dije insegura—. Después de todo eso ¿Ella ya esta sana? 
 
Carlos negó con la cabeza. 
 
—Según los médicos el trasplante solo ayuda a aumentar las expectativas de vida, pero no siempre funciona, aunque hace dos años Linda se ha recuperado milagrosamente existe riesgo que pueda recaer y pierda la vida ya que su enfermedad es muy avanzada y te repito es un milagro que esa niña este aun con nosotros. 
 
Intente imaginarme a esa niña enferma y sin esperanzas que fue mi amiga y el corazón se me acelero. Quien iba a decir que detrás de aquella fachada perfecta y alegre existía una alma marchitada y exhausta. 
 
—Linda se hace exámenes mensualmente para evitar nuevos problemas, toma sus medicamentos todos los días y está en control con uno de los mejores médicos del país. —Añadió Janet suspirando—. Por ahora todo va bien y a esa debemos aferrarnos. 
 
—Muy bien señoritas, basta de charlas tristes —Dijo Carlos lanzándonos un vaso de papelillos —. Hoy es un gran día donde nuestra niña cumple 22 años. No quiero que nada arruine este día, así que pongámonos a trabajar. 
 
Janet le devolvió los papelillos con un montón de tela y comenzamos a jugar los tres como si yo fuera una niña pequeña, Carlos termino por tumbarme en el suelo haciéndome cosquillas mientras que Janet se nos lanzó encima dejándome aplastada en el suelo. Nos divertimos mucho esa mañana.  
En la tarde luego de armar la sorpresa para Linda, me fui a su casa aprovechando que Daniel ya había llegado hace rato. Daniel era el encargado de entretenerla todas esas horas para preparar su sorpresa. Mi amiga no sospechaba nada y eso resultaba gracioso y emocionante. 
 
Yo por mi parte había fingido no saber que era su cumpleaños —así que cuando la vi esta mañana su cara era todo un poema—, con el fin de planear la reunión familiar adicionando una mega fiesta en un Antro súper moderno en las afueras de la ciudad con la ayuda de sus padres ya que ellos lo habían pagado todo, siguiendo la idea de Daniel por supuesto. 
 
—Hola Marcie Millar —La salude sabiendo lo mucho que ella odiaba ese personaje literario.  
 
Alzo la vista enojada y me ignoro. 
 
<< ¡Bien! >> 
 
—Oye, ¿Qué pasa? —Pregunte de forma inocente. 
 
—Tu-no-me-hables —Dijo enojada. 
 
Daniel me sonreía entretenido. 
 
—No me puedes pedir eso —Simule ofenderme. 
 
—Te puedes creer Daniel —le decía ignorándome—. Que mi mejor amiga ni siquiera sabe qué día es hoy —Daniel asentía con total seriedad, intentando reprimir una sonrisa. 
 
—Sí, esa es la amistad de hoy en día que puedes esperar de alguien como ella — Respondió el muy imbécil—, Tan corriente, despistada y común. —Suspiro dándole palmaditas en la espalda a Linda. 
 
<<Te estás pasando pajarito. Así que corriente y común ¿eh? >> 
 
—Ay amiga, si sigues en ese plan no te voy a dar tu regalo —Dije fingiendo decepción. Linda abrió los ojos como platos. Entonces, me acerqué a ella y sin querer le di un fuerte pisotón a Daniel con mis botas. 
 
—Auch —Se quejó fulminándome con la mirada a la vez que sonreía. 
 
 
—Regalo, regalo —Repitió emocionada—. Sabía que no podías olvidarlo. 
 
—Obvio que no —dije petulante—, si deseas ver tu regalo cúbrete los ojos con esto —Instruí. Le entregue un pañuelo en sus manos y Daniel se lo quito para ayudar a colocárselo mientras Linda aplaudía como una niña pequeña. 
 
Después de ver que ya estaba lista me coloque en frente de ella y le mostré el dedo del corazón para asegurarme que no veía nada. Ly ni se movió y esa era la señal de que todo estaba listo. Le dije a Daniel que se la llevara mediante más señas y antes de obedecerme se me acerco y beso mis labios de repente. Parpadee un par de veces ante su arrebato y luego reaccione. 
 
—Idiota —Le insulte. Daniel soltó una risotada y señalo su pie. 
 
<<Trampero, se desquito la pisada>> 
 
Le saqué la lengua y me encogí de hombros divertida. 
—¿Que sucede chicos? —Preguntaba Linda tanteando con sus manos, comprobando que no veía nada, pues su hermano me había besado en sus narices y si nos hubiera visto en este momento estaría gritando emocionada. 
 
—Nada —Dijo Daniel tomándola por la cintura y encaminándola hacia mi casa sacándome la lengua en respuesta. 
 
<<Tengo toda la tarde Daniel, me las vas a pagar>> 
 
Cuando llegamos frente a mi casa entramos por el Jardín, Linda estaba impaciente. 
 
Me fui a verificar si todo estaba listo, finalmente volví y le hice seña a Daniel para que la trajera, todos alrededor estaban callados; solo estábamos sus padres, los de Sebastián, los míos, y unos familiares de Linda. 
 
—¿Lista? —Pregunte observando su sonrisa de oreja a oreja. Ella asintió. Daniel le quito el pañuelo y fue aturdida por un gran ¡SORPRESA! De parte de todos los presentes. 
 
 
Linda 
 
Todo estaba precioso mis padres estaban sosteniendo una pequeña piñata de Dora —lo que me pareció muy gracioso ya que ese era mi dibujo animado favorito cuando tenía ocho años—, era una fiesta para mí, una fiesta de cumpleaños. 
 
Nunca tuve una fiesta de cumpleaños mientras estuve enferma, esa piñata era la que quería cuando pasé el día de mi octavo cumpleaños en el hospital. Todo me resulto hermoso y conmovedor al mismo tiempo.  
 
El jardín estaba adornado con flores de todos los colores y en el medio había un gran corazón lleno de pétalos purpuras —mi color preferido—, iluminado con luces de colores que brillaban a pesar de la luz del sol. 
 
—¿Qué te parece hermanita? —Pregunto Daniel sosteniendo mis hombros desde atrás. 
 
—No sé qué decir —Masculle en medio de mis sollozos. 
 
—No tienes que decir nada —Dijo Emily abrazándome—. Feliz cumpleaños hermana. 
 
Los sollozos aumentaron y no me podía creer lo que estaba viviendo.  
 
—Odio interrumpir un momento femenino, pero me la prestas un segundo —Le pidió Daniel a Emily en tono juguetón. Ella sonrió e hizo ademan de inclinarse—. Sé que, aunque me lo suplicaste no estuve presente cuando cumpliste quince años así que si me permites quisiera enmendar ese terrible error —Me ofreció su mano mientras que la melodía comenzaba a inundar el lugar. Sin poder controlar mis lágrimas asentí repetidas veces tomando su mano y mi sonrisa pareció sellarse en mi rostro ya que no podía parar de sonreír. 
 
<<Es el vals>> 
 
 <<Dios bailaré el vals con mi hermano. Es mi sueño.>> 
 
Tomé su mano y caminamos al centro del jardín justo donde estaba el corazón lleno de pétalos. Todo era hermoso. Sin dejar de llorar mis manos comenzaron a temblar cuando Daniel comenzó a bailar conmigo. Mis padres nos miraban con dulzura y podía notar como mi madre sostenía la mano de papá con fuerza. Sé que para él esto significa mucho. Todos estaban felices incluyéndome y todo gracias a esa chica de cabello negro que está mirándonos con emoción. 
 
—Gracias hermana —Le dije moviendo mis labios y ella me guiño un ojo. 
—No mi hermosa, no llores —Daniel parecía preocupado—, quiero pedirte perdón si en algún momento te hice sentir mal por vivir gracias a mí ayuda, eres lo más bonito que me ha podido pasar. Tu Hermanita fuiste el motivo para levantarme todas esas mañanas en la que sentía que mi vida no valía la pena.  
 
—MI hermano, mi querido hermano, no sabes cuándo soñé con esto...  —Lo abrace. 
 
<<Gracias Emi, gracias porque sé que fue por ti que este sueño es posible, te lo agradeceré siempre, incluso cuando ya no esté en este mundo cuidare de ti y de los tuyos>> 
 
Daniel se detuvo y su mirada paso por encima de mi cabeza. Me di vuelta para encontrarme con mi novio Sebastián con un ramo de tulipanes amarillos entre sus manos, personificando a mi amado Augustus. 
 
—¡Feliz cumpleaños, amor!  
 
 
 
 
 
Toda la tarde fue mágica, reviví momentos que creí perdidos. Nunca imagine encontrar una amiga tan única como lo era Emily, ni tampoco estaba dentro de mis posibilidades tener a mi hermano de vuelta en mi vida. Estaba Feliz, indescriptiblemente feliz, aunque también algo cansada. La fatiga estaba acabando con mi buen amor y eso no me lo podía permitir, el dolor de mi espalda era molesto y eso me preocupaba. 
 
—No ahora Dios, por favor. —Dije para mí misma en ese instante. 
 
 
Cuando nos encontrábamos cambiándonos de ropa en mi habitación mi dolor aminoro. ¡Que emoción! Iríamos a un Antro. Mi rebelde interna me hacia sonreír como tonta. Sí que quería ir a un sitio de esos a pesar de que nunca me lo permitieron, hoy iba a ser el día. Prometía portarme mal asta no recordar mi propio nombre. Eso podrían tallarlo en piedra. 
 
—Deja de alucinar que hoy te portaras bien —Dijo Emily estampándome una palmada en la frente. 
 
—¡No Emi! —Me vi en el espejo para revisar si no había arruinado mi aspecto con esa fuerza bruta suya—. ¡De la que te salvaste! —Exclame girando para mirarle. 
 
 
—¿Que? —Quiso saber ante mi cara de sorpresa. 
 
¡Por Angelina Jolie! Emily se veía hermosa. 
 
—Ah, ya —Suspiro—. Se me ha ido la olla con todo esto ¿Cierto? —Se observó en el espejo negando con la cabeza—. Yo… no soy buena para estas cosas. 
 
—¿¡Que estás diciendo!? Emily, por favor. Estas… Estas hermosa. 
 
Sus mejillas adquirieron color. 
 
—No estoy ni la mitad de bella comparada contigo —Alzo una ceja en mi dirección. 
 
—Eres una embustera. Este vestido no me sienta —No quería ser grosera, porque el vestido era bello, atrevido y guau, muy sensual, solo que ese no era mi estilo. 
 
—Deja los prejuicios, ese vestido te queda espectacular. Desde ahora, ya no eres una niña Linda. Deja que tu espíritu de mujer se apodere de ti esta noche. 
 
Asentí nerviosa. 
—Sebastián se va a morir cuando me vea —Masculle bajándome el vestido con ambas manos. Emily asintió emocionada sin entenderme porque era literal, el infarto de verme en este pedacito de tela iba a ser tan fuerte que lo iba a matar. 
 
Cuando estuvimos relucientes en todos los aspectos bajamos para encontrarnos con los chicos, de los cuales no había ni rastro por ninguna parte. 
 
—Emi ¿cómo llegaremos? —Le pregunte confundida al ver que ninguno de nuestros choferes estaba esperándonos. 
 
—Así —Dijo.  
 
Señalo a un par de motociclistas que venían hacia donde nos encontrábamos. 
 
<<Esto tiene que ser una broma>> pensé. 
 
La mire incrédula mientras ella sonreía en dirección al par de desconocidos que se detuvieron frente a nosotras. 
 
—Buenas noches —Saludo uno de ellos. 
 
—Buenas noches guapura —Respondió Emily coqueta. 
 
El hombre de la moto delantera me observo unos segundos y negó con la cabeza, sin mencionar las risitas que escuche de su parte. ¿Acaso se estaba riendo a mi costa? Entrecerré mis ojos en su dirección. 
 
—Ya quítense los cascos —Dijo Emily divertida. Ambos chicos negaron su petición—. Háganlo ya o esta cobarde cumpleañera no ira con nosotros a ninguna parte. 
Fulmine con la mirada a mi amiga. 
 
—Ya, así que ese es tu plan de portarte mal esta noche —Hablo el primero. 
 
Reconocí esa voz de inmediato. Se quitó el casco y sonrió de lado. 
 
Dios ese era mi novio.... 
 
Mis hormonas estaban haciendo cortocircuito, al igual que mis neuronas. 
 
El segundo se quitó el casco y soltó un silbido burlón. 
 
—¿En verdad eres tú, hermanita? —Daniel sonreía como tonto. 
 
—¡Debieron habérmelo dicho! —Les reclame enojada—. Tenían que hacerme pasar por esta vergüenza. 
 
—Una sorpresa es una sorpresa —Dijo mi amiga subiéndose a la moto de Daniel. 
 
Respire profundo y mire a mi novio que seguía sin dejar de sonreír. De pronto me acorde de mi vestido y sentí mis mejillas arder, lo miré tímida. 
 
—Estas hermosa, amor —Dijo con la voz ronca. 
 
Comencé a hiperventilar. 
 
—Súbete ya, Linda. —Se quejó Emily abrazando de forma comprometedora a mi hermano. 
—Ok  
 
Camine hacia la moto y observe a la horrible maquina negra, mientras meditaba como subirme. El príncipe que la manejaba tomo mi mano y me señalo donde debía apoyarme. Cuando logre estar sentada, busque donde sujetarme, pero no encontré nada. Daniel y Emily soltaron unas risitas a mi costa mientras yo bajaba la tela de mi vestido para que no se viera nada indebido. 
 
—Tranquilízate —Me pidió Sebastián sujetando mis piernas por encima de mis muslos descubiertos. Mi corazón dio un brinco—. Tus manos deben ir aquí — Susurro colocando las manos alrededor de su cuerpo—. Perfecto, sujétate fuerte. 
 
La motocicleta de Daniel salió disparada a toda velocidad. Emily, soltó un gran grito entusiasta y Daniel realizo una maniobra con su moto que casi me hizo desmayarme; levanto la parte delantera de su moto y anduvo en una rueda unos segundos. ¿Estaba loco? Emily gritaba encantada y yo daba las gracias mentalmente de que Sebastián no tuviera tales ideas. Aunque creo que había hablado demasiado pronto. Porque después de advertirme por segunda vez que me sujetara bien, hizo lo mismo haciendo que mi cuerpo convulsionara de adrenalina. 
 
Cuando sentía que el miedo ya no me estremecía comencé a reír y a gritar como loca. La risa de Sebastián me acompañaba en mi euforia mientras viajábamos por las calles de la ciudad.  
 
Sin percatarme, ambas motos se detuvieron frente a un semáforo. 
 
—Una carrera Páez —Ofreció Daniel con una sonrisa petulante en el rostro. 
 
Me reí ante la imposibilidad de que mi novio aceptara esa descabellada propuesta. 
 
Y entonces, volví a pensar demasiado pronto. 
 
—Encantado —Respondió acelerando la motocicleta a propósito. 
 
—¿Estáis los dos locos? —Dije presa del pánico. 
 
—Deja lo quejica, Linda —Dijo Emily encantada con la idea—. ¡El perdedor paga la cuenta! 
 
—Me parece justo —Mascullo Sebastián convencido. 
 
—No lo hagas, por favor. 
 
—No te inquietes, hermosa. Esto no es nuevo para mí. 
 
Contuve mi respiración y escondí mi rostro en su espalda.  
 
Tenía miedo, mucho pero mucho miedo. 
 
El semáforo cambio a amarillo y luego a verde, sentí la moto acelerar debajo de nosotros y me aferré a su cintura. Daniel nos echó un vistazo y después que ambos asintieran las motos salieron como alma que llevaba el viento, todo mi cuerpo tembló y disparatados gritos salieron de mis labios. Con cuidado abrí los ojos y poco a poco me fui acostumbrando a la sensación, sentí como el viento salvaje golpeaba mi cara y hacia añicos mi cuidadoso peinado, dejando mi rubio cabello libre. Al llegar Emily se burló de nosotros hasta mas no poder por haber perdido, cosa que fue mi culpa ya que al parecer no fue buena idea clavarle las uñas en el abdomen al conductor. 
 
Sin duda la noche prometía. 
 
Y sin duda alguna fue todo un éxito. Nunca pensé bailar tanto en mi vida y jamás imaginé que a Sebastián se le diera tan bien todo lo que de fiestas se trataba. Fue la mejor noche de mi vida. Hasta que... 
 
—Emily —Grite por encima de la música. Ella no pareció escucharme pues estaba demasiado entretenida en el sensual baile que disfrutaba junto a Daniel. Volví a gritarle un poco más fuerte hasta que se dignó a verme.  
 
—¿Qué pasa? 
 
—¿Dónde se encuentran los sanitarios? 
 
—Al final de la pista ¿Te encuentras bien? 
 
—Si —Mentí. 
 
—Voy contigo. —Me dijo acercándose con mi hermano. 
 
—No te preocupes, puedo encontrarlos sola. 
 
Camine rápido hacia los sanitarios, toda la muchedumbre estaba saltando por la música así que me fue difícil llegar. Cuando por fin visualice las puertas d los baños corrí hacia a ellos, por suerte no había demasiada gente esperando así que entre con facilidad.  
 
Me detuve frente al espejo y note como mi nariz comenzaba a sangrar, cogí un pañuelo de mi pequeño bolso y me limpie. Me sentía mareada y fatigada. Algunas partes de mi cuerpo dolían en especial mi espalda. 
 
Comencé a respirar hondo para no echarme a llorar. 
 
—Por favor, Dios. Por favor, no otra vez. 
 




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