Amores equivocados

Capitulo XLII: La otra cara de la moneda.

Emily

 

Al salir de los baños fuimos directamente en busca de nuestros galanes para que nos llevaran a casa. Linda necesitaba descansar por más que lo negara. Caminamos por el salón alrededor de veinte minutos y no los encontramos. Extrañamente habían desaparecido y eso me estaba empezando a asustar. Ly me sugirió esperarlos en nuestra mesa y yo le hice caso, pero cuando la pista de baile se empezó a quedar vacía y ninguno de los dos apareció, mi corazón comenzó a palpitar. Algo no estaba bien.

 

—Esto no me gusta —Murmuro Ly caminando hacia mí con los tacones en la mano.

 

—A mí tampoco.

 

Tenía un mal presentimiento.

 

Nos dirigimos al jardín para buscar señal en nuestros celulares para comunicarnos con los chicos, pero fue inútil, sus teléfonos sonaban ocupados. Llame al móvil de emergencia de Daniel y estaba apagado. <<Maldita sea>>.  Solo me quedaba un último recurso: Llamar a Erick. Quien tampoco me atendió.  Luego de unos minutos, se escucharon disparos y todos los adolescentes que quedaban en el baile comenzaron a correr desesperados.

 

Inmediatamente me agache, obligando a Linda a hacer lo mismo mientras todos corrían. Dos disparos más y Linda enterró sus uñas en mi brazo.

—¿¡Que está pasando!? —Dijo presa del pánico. Tuve que respirar hondo y pensar en qué hacer. Linda no paraba de preguntarme lo mismo y mi brazo comenzaba a doler.

 

—Ly, a la cuenta de tres correremos hacia esos arbustos que están al frente ¿Entendido? —Mi amiga asintió respirando con dificultad. Estaba asustada y para que mentir, si me encontraba de la misma manera. El problema era que una de las dos debía pensar en un plan porque si ocurría lo que me temía, todo podría terminar muy mal—. Prepárate. Uno, dos… ¡tres!

 

Al instante nuestros pies se movieron de prisa permitiéndonos ocultarnos detrás de los arbustos. Cuando ambas estuvimos seguras le instruí que llamara a Janet para que la llevase a casa.

 

—No pienso dejarte sola —Se negó colocándose los tacones.

 

—Linda, esto no es un juego.

 

—¿Y tú piensas que no sé lo que está pasando? —Bufo—. No soy tonta amiga y sé que me quieres desparecer para ir en busca del culpable de todo esto y exponerte al peligro. No voy a dejar que lo hagas.

 

Nos agachamos al escuchar un disparo más. Todo parecía una guerra entre bandas, dos bandas que conocía perfectamente bien. Me moví para arrastrar a Linda hasta que salimos del alboroto de las personas. El arbusto ya no era seguro.

 

Nerviosa manipule mi celular <<Por favor Daniel, contéstame>>

 

—Sebastián tampoco me contesta —La voz de Ly salió estrangulada.

 

Miré a mi alrededor en busca de ideas cuando vi a unos tipos con armas en sus manos. De un tirón tome la mano de Ly que había comenzado a sollozar. Genial lo que me faltaba, que le entrara un ataque de pánico. Eso nos ayudaría demasiado.

 

Nos escondimos detrás de un automóvil.

 

 

—Deja de hacer ruido o nos van a descubrir —Susurre buscando algo con que defendernos en caso de que esos tipos nos vieran. Todo dependía de nuestra astucia para manejar la situación, cosa que la rubia que tenía al lado no poseía.

 

—Lo siento —Susurro limpiándose las lágrimas.

 

Como pude me arrastré hacia la orilla del auto para verlos mejor.

 

—¡Se han escapado! —Murmuro uno de ellos enojado.

 

—El plan del Jefe ha sido descubierto —Dijo el otro al teléfono—. Preparaos para contraataque en zona enemiga. Se han llevado a la Parca, repito: Se han llevado a la Parca.

 

<<Se han llevado a La Parca>>

 

Esa frase desbarato mi alma en mil pedazos.

 

Mi padre nos había descubierto.

 

Daniel estaba en sus manos.

 

Sentí mis piernas temblar y todo mi mundo caer sobre mi cuando Linda me sostuvo para que no caerme. Sus ojos lo decían todo. Ella también lo había escuchado. Sabía lo que significaba.

 

Mantuvimos el silencio unos minutos. De repente, sentí como una mano me levantaba violentamente haciendo que mi mente reaccionara. Escuche a Linda a gritar y cuando me di cuenta de lo que estaba pasando, intente defenderme.




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