Amores equivocados

Capitulo XLIV: Todo termino.

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Emily

 

Quiero abrir mis ojos, pero no puedo, no siento mi cuerpo... 

 

Estoy somnolienta <<¿Qué me pasa?>>

 

Quiero moverme, escucho voces a mi alrededor, solo que no puedo reconocerlas. Las estoy escuchando de lejos... Quiero despertar. Quiero moverme.

 

Mi cuerpo no me obedece. 

 

Todo se vuelve negro otra vez... 

 

Siento que me tocan, abren mis ojos lentamente veo un circulo luz que parpadea, la veo moverse, escucho voces... No quiero que la luz se vaya. Estoy asustada.

 

—Está despertando.

 

—¡Gracias a Dios!

 

—Emily ¿Me escuchas?

 

<<Si>> Quiero responderles. Intento moverme, no puedo. Es frustrante.

 

La oscuridad y el silencio vuelven y se adueñan de mí.

Mis manos se sienten cálidas. Alguien las está sujetando. Intento apretar y funciona. Escucho voces, las reconozco. Quiero ver la luz, abro mis ojos con dificultad, la calidad es fuerte y dolorosa los cierro de nuevo. Tengo miedo. Las manos me sujetan con más fuerza. Siento que me acarician la frente, me muevo, abro mis ojos otra vez. La luz ya no quema, visualizo una figura. Escucho su voz.

 

—Bienvenida a la vida, princesa.

 

Su cálida voz me hace sonreír. La recuerdo. 

 

Intento incorporarme, un dolor de cabeza me lo impide. Me quejo.

 

Recuerdos…

 

Fragmentos borrosos llenan mi memoria.

 

El dolor, el miedo y la confusión se hacen presente.

 

Recuerdo a mi padre, la cara de Daniel en el suelo. La voz de Erick.

 

—No, no, no —Logro articular dando manotazos. Quiero que me suelten. Me harán daño, no quiero morir. <<Ayúdenme>> <<Ayúdenme>> Pensamientos vacíos…

 

—Estas bien. Tranquila mi niña. Estas bien —Repetía la mujer una y otra vez mientras me acunaba en sus brazos. Sus brazos eran reconfortantes y me tranquilice. Estaba segura, en sus brazos, nadie me haría daño de nuevo.

 

—Te quiero, mamá.

 

—También te quiero —Aseguro Janet besando mi frente.

 

 

Después de varias horas de orientación recobre las fuerzas. El cuerpo aún seguía sin responderme del todo, pero mi voz era fuerte y clara. La doctora tardo horas en examinarme sin explicarme nada, me sentía tan confusa e inquieta. Solo quería dormir y negarme a recordar nada más, lo que me resulto imposible. Finalmente, las preguntas cesaron y los exámenes terminaron. Me medicaron y descanse.

 

No sé cuánto tiempo estuve dormida hasta que poco a poco mis ojos se fueron abriendo. Lo veía todo más claro y mi mente funcionaba con normalidad. Una persona estaba inclinada en mi regazo, me incorpore para ver de quien se trataba.

 

—¿Linda?

 

Su cabeza se alzó violentamente.

 

—Emi. Emiiiii —Me abrazo con anhelo y locura. Sentí mis energías vitalizarse de inmediato, le devolví el abrazo con dificultad y sentí la aguja de mi brazo lastimarme por lo que me quejé—. Lo siento, solo… ¿Estas bien? ¿Te duele algo? Si quieres llamo al médico.

 

—No te preocupes. 

 

—Oh, Emi… No sabes cuánto pedí al cielo para que despertaras. Te eche tanto de menos.

 

—Yo también, Ly. —Moví mi brazo aun con dificultad y pasé mi mano, sobre su cabeza, la cual estaba cubierta por un gorro. Sin poder disimularlo note la ausencia de su rubio y lacio cabello.

 

La preocupación toco a mi puerta. Lo que me hizo pensar: << ¿Cuánto tiempo llevaba en el hospital? >> Debió ser mucho como para que la quimioterapia…

 

 

—¿Estas bien? —Mi cara debe haber sido una tragedia.

 

—¿Cuánto tiempo ha pasado?

 

—Tres meses…

 

<<¿Tres meses?>>




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