Amores eternos

Capítulo 1 Amor Inevitable

 

Solange

 

Me encontraba en una de las oficinas de la cadena de pastelerías de mi madre Alina Madison, que levantó con el poco dinero que heredó de la fortuna de mí fallecido padre, poco a poco fue creciendo y gracias a ello me hice una gran pastelera. Mi pasión eran las cookies, los cupcakes y donuts, siempre me encontraba fusionando diferentes combinaciones de sabores para que mis clientes se vayan felices a sus casas.

 

—Solange cariño sabía que te encontraría aquí —ingresa Gael nuestro gerente general. Gracias a él todo marchaba sobre rieles.

—¿A dónde más podría estar? Estoy haciendo el pedido de materia prima para estas fiestas, ya estamos casi en diciembre y no quiero que las galletas de jengibre nos falten.

—¡Y no faltarán! Sabes que nuestros proveedores son los mejores y deja eso que es tarea de Solana.

—Ni la nombres que estoy enojada con ella.

—¿Pero por qué cariño? Qué dirá tu madre cuando se entere.

—¡No lo sabrá! Porque nadie se lo va a contar —con mí gemela éramos tan diferentes, ella se encargaba de la parte financiera, también era la encargada de realizar los pedidos a las fábricas, pero su sed de vivir de fiesta era más importante y una vez más estábamos atrasados con los pedidos.

—Sabes que a Alina no le gusta que le oculten nada, además tu hermana es muy rebelde, hay que ponerle un correctivo.

—Mamá no puede con todo, Felipe está en plena pubertad, no quiero darle más trabajo.

—¡Eso lo sé! Pero tú deberías hacer lo mismo que Solana, tienes 27 años y no sales ni a qué te de el sol ¡Mira que pálida estás! —Gael tenía razón mí vida era estar en la cocina o en casa viendo videos tutoriales de nuevas recetas.

—Prometo que saldré ¡Pero no ahora! —señale la laptop, en donde me encontraba realizando el pedido.

—Nada de lo que diga va a hacerte cambiar de opinión ¿Verdad?

—¡Exacto! Tú me conoces mejor que nadie —seguí en lo mío, para terminar este pedido y luego volver a la cocina en donde deje enfriándose las cookies, ya quería decorarlas, era lo que más me gustaba hacer —¿No vas a irte? —le pregunté a Gael, quien se quedó mirándome fijo.

—No cariño, vine buscando a Solana, un importante cliente nos hizo un pedido muy grande para su empresa.

—¡Ve y búscala en el antro!

—¿Es broma?

—No, acaso me ves reír, por dios Gael, tengo que terminar esto, no puedo agregarme más trabajo.

—Lo se mi vida, pero este cliente es importante y quedó en verme esta noche para llevarle el presupuesto, ellos pagarán por adelantado —detuve el tecleo en mi laptop y odié a mi gemela, no podía ser, otra tarea más suya agregada a mi lista de labores.

—¡A ver! —Gael sonrió y me entregó el extravagante pedido.

—Por dios acaso es el príncipe de Inglaterra.

—No mi vida, es nada más ni nada menos que el dueño de automotrices Miller.

—Siendo así creo que deberías elaborar este menú con mi madre, no creo poder hacerlo ahora.

—Solo necesito la firma de Solana y como tu eres su gemela, podrías firmar.

—¡No! Lo siento, pero no.

—Solange cariño, son gemelas hasta la letra tienen la misma.

—Eso no sería ético y sabes que pasara si mamá se entera de esto.

—Le pondrá un correctivo a esa libertina de tu hermana —mire los papeles y luego a mis ojitos lindos.

—¡Está bien! Pero solo lo hago porque sé que diste tu palabra y no vas a quedar mal por culpa de mi hermana —abrí el cajón y saque pluma y sello de Solana, plasme su firma y le entregue la carpeta.

Al día siguiente me desperté un poco más tarde de lo habitual, me había quedado hasta las 4 am junto con el chef pastelero terminando las galletas para el día de hoy, tenía cantidad de pedidos realizados y debía entregarlo a tiempo.

Me levante, me di una larga ducha de agua caliente y al salir preparé café en la máquina, me senté en mi desayunador, prendí mi laptop y navegue un rato por internet, mientras leía noticias, escuchaba música lenta de los años 90, era una romántica empedernida, pero sin pareja, no creo que el amor llegue, no me veo de novia con nadie.

Al terminar mi desayuno vuelvo a mi habitación y me preparo para salir al trabajo, al mirarme al espejo recuerdo lo que Gael me dijo < tienes 27 años y no sales ni a qué te de el sol ¡Mira qué palida estás!> Sus palabra eran ciertas, me la pase toda mi vida estudiando y perfeccionándome para ser la mejor, por momentos sentía que las noches se hacían eternas y los días no pasaban más, esfume esos pensamientos, me cambié y fui al café bar, lugar en donde me desempeñaba como pastelera.

Al ingresar al salón me encontré con un montón de clientes, todas las mesas estaban llenas, al final de la barra se encontraba mi gemela junto con Gael tomando su desayuno.

—¡Buenos días! ¿Estas sacándote la resaca? —le dije al notar que tomaba agua y llevaba grandes anteojos de sol.

—No eres graciosa, y si estoy con resaca —dijo levantando su vaso de agua, para luego beberlo.

—Pues deberías hacer una pausa a tu fiesta ya que ayer firme por ti —ella se quitó los lentes y me miró a los ojos.

—¿Por qué? —pregunto ofendida.

—Cariño, agradece que lo hizo o perderíamos un pedido grande de navidad.

—No solo eso, te salvé del regaño de mamá.

—¡Está bien! Perdonen no volverá a suceder.

—¡Qué bueno! Porque el hijo del dueño vendrá hoy —Solana escupió su agua al oírlo.

—¡No por favor! Mírame como estoy —abrió su tapado de gabardina negro y debajo traía un vestido color champagne brillante.

—¿No fuiste a dormir aun? —le indago Gael.

—¡No! Estuve con un muchacho, conversamos toda la noche y bueno se hizo de día ¡Pero supongo que podrás reemplazarme! —largo de repente mirándome.

—¡No! Que no sabes que tengo trabajo.

—¡Por fis! Además, no debes hacerte pasar por mí, diles la verdad que eres la chef pastelera y que tu hermana está enferma.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.