Amores eternos
Solange
—¡No sé qué ropa ponerme! —le digo a mi hermana Sol, la más pequeña de todas.
—No te pongas así, ya estás igual que Malena —me largo de repente y no le entendí.
—¿Malena? ¡Qué sucede con ella! —dije mientras seguía probándome ropa adecuada para lucir esta noche en mi cita.
—Mamá me comentó que tiene una cita, y es hoy… —dejé de mirarme al espejo y fui a sentarme al lado de Sol en la cama.
—¡No sabía nada! ¿Sabes con quien se verá?
—Lo que escuche fue que es con un chico que conoció en la licitación, tía Lucy la dejo a cargo y al parecer cupido hizo de las suyas —sonreí al oír a mi hermana, ya que Malena se merecía conocer a alguien que le hiciera feliz.
—¡No me comento nada!
—Y cómo te iba a decir si te la pasas todo el día en la pastelería ¡Necesitas un descanso!
—Será después de las fiestas ¡Ahora ayúdame! —me levante de la cama, elegí un vestido color azul rey, era corto hasta mis rodillas, me calce mis zapatos color crudo, me maquille suave y mi cabello lo llevaba suelto, al terminar tome mi tapado color negro y me fui, en el vestíbulo de mi departamento me esperaba Aaron Miller, mi cita, cuando lo vi me sonroje y se me escapo una sonrisa, se veía tan guapo enfundado en ese traje color azul, por casualidad quedamos en composé.
—¡Buenas noches, Solange! —estira su mano para tomar la mía y dejar un beso en ella —¡Estas bellísima! —me halaga.
—Muchas gracias, tú también estás muy guapo —le devuelvo su cumplido.
—¡Vamos! —abrió la puerta del auto para que suba, eso fue muy caballero de su parte.
—¿A dónde me vas a llevar? —le pregunté intrigada.
—¡Es una sorpresa! —me miró tan seductor que me estaba haciendo enamorar aún más de él.
—Entonces, sorpréndeme —le respondí y partimos hacia nuestro destino, las luces de la ciudad de New York nos regalaron un hermoso paisaje. Condujo unos minutos hasta que se detuvo en un importante restaurante de la ciudad.
—¿Cómo va tu trabajo? —me pregunto mientras veíamos la carta.
—¡Muy bien! Pero tus gustos son algo… —no sabía qué palabras ponerle a su lista extrovertida.
—¡Caros! —respondió él.
—No sé si ponerle ese adjetivo, pero podría ser así.
—Tal vez pienses que soy extrovertido —y dio en el clavo, pero quedaría mal decirle.
—No pienso nada, además apenas nos conocemos —él dejó de mirar la carta y posó sus ojos en mí, haciéndome poner nerviosa.
—Podríamos conocernos más ¡Si tú quieres claro!
—¿Cómo conocernos más?
—No es lo que piensas, me refería a salir más seguido, tal vez a caminar por ahí o podríamos ir al cine ¿Que dices?
—¡Me gusta! Eso del cine, caminar no lo creo, hace mucho frío.
—Entonces será cine y un buen café al salir.
—¡Hecho! —tomé mi copa y brinde con él, pedimos la cena y luego dimos unas vueltas en su auto, al llegar a mi departamento me acompañó hasta mi piso y se despidió con un beso en mi mejilla.
—¡Creo que me estoy enamorando sin querer queriendo! —le dije a Sol al día siguiente.
—No lo puedo creer ¡Cuéntame todo! —ella brinco hacia mi cama y le conté lo atento que fue y sobre su propuesta de conocernos más.
—No es un divino —dije con cara de tonta enamorada.
—Vaya sí que estás perdida…
—¿Por qué? —le pregunté preocupada.
—No malinterpretes lo que dije, me refería a que estas del lado de las mujeres con pareja.
—Bueno aun no somos nada.
—¡No hubo beso!
—Nada… —dije apenada.
—¡Qué lentos!
—Tampoco quiero parecer desesperada.
—Quien te entiende ¡Eres muy complicada!
—¿Tu crees? —ella asintió y me dejó con la duda de que debía hacer.
—Y si lo invito al taller de navidad que dará la amiga de mamá…
—Hasta que dices algo genial…
Malena
—¡Hola! —fue lo primero que dije al ver a Joseph.
—Hola —se acerco hasta mi y dejo un beso en mi mejilla.
—¿Cómo te fue como jefe?
—Muy bien, mi padre y mi cuñado me dieron una gran mano.
—¡Qué bueno! —Estaba tan nerviosa, no podía creer que el me citara aquí en la cafetería de Alina, estaba segura de que papá no aparecería, pero seguramente alguien de la familia si, no es que quería ocultar algo.
—¿Y a ti cómo te fue?
—Lo mismo, mi tía me ayuda por línea telefónica.
—Estamos salvados entonces, dime ¿Te gustó el lugar?
—Es muy lindo y familiar…
—Entonces acerté —me dijo con una sonrisa.
—Si, pero no solo eso —hizo cara de incógnita y reí —Este lugar es de mi familia —su cara de sorpresa fue única.
—¿Es broma?
—¡No! De hecho, me gustaría invitarte a un taller navideño, aquí en la cafetería y como la mujer de mi padre es la dueña, puedo agregarte a la lista si quieres y serias mi pareja pastelera.
—Me encantaría, más si somos pareja —entendí su doble intención y sentí mariposas en mi estómago, pase una hermosa tarde y por momentos recibía las miradas de Gael, quien al verme se alegró.
Alina
—Mis ojitos lindos como vamos con los cupos del taller —me encontraba en mi oficina del café organizando las últimas semanas antes de navidad.
—¡Lleno! Pero… —me miró y se quedó callado.
—¡Pero! ¿Qué? No me asustes Gael.
—No es nada malo, pero tus niñas adoradas agregaron dos guapos caballeros para que sean parejas suyas en el taller.
—¿Mis niñas? Tengo cuatro —le dije tratando de saber un poco más a quienes se refería.
—Prepararte porque no lo creerás.
—¡Pues dilo!
—Solange y Malena, y están flechadas por esos bombones, si los vieras, si no fuera porque estoy muy bien casado, se los robo —al oírlo me reí por sus ocurrencias locas.
—No puedo creerlo, ambas son tan herméticas con los temas del corazón.
—¡Son iguales! No vez que se enamoraron al mismo tiempo y mira que para que Solange lo lleve a su cocina y Malena lo presente a Sergio, es porque sus corazones fueron flechados.