Alexis bajo de aquel taxi quedando enfrente de aquel portón donde vivían los papas de Alejandra, le costó mucho sacarle la dirección a Olivia. Pues ella no quería que su hermana sufriera, pero hay estaba tocando el timbre tratando de hablar con la persona que lo había despertado de un letargo que parecía un sueño en el cual le había dejado el recuerdo de Tamara, era recuerdos que le dolían tanto de que cada vez que regresaban a él trataba de quitarlos de su mente como le estaba pasando en ese momento era algo con lo que ya debería de estar acostumbrado, pero la realidad era otra. Aquellos pensamientos se fueron de su mente cuando abrieron la pesada puerta
—Diga —vio a una mujer mayor
—Buenas tarde, me gustaría hablar con la señora Alejandra
—Lo siento la señora no esta
—Por favor, es urgente. Dígale que Alexis Alcázar y Valle está aquí
—Lo siento señor, pero en verdad no está aquí
—Che succede Genoveva, chi è? (¿Qué pasa Genoveva? ¿Quién es? —se escuchó una dulce voz atrás de la señora
—L'uomo chiede della signorina Alejandra (El señor está preguntando por la señorita Alejandra)
—Ci penserò io (Yo lo atenderé)
La sirvienta asintió antes de irse de ahí dejado a su señora
—¿Quién es usted?
—Yo soy Alejandro Alcázar y Valle —le hizo saber —, y estoy buscando a Alejandra. Necesito hablar con ella
Antonella miraba al hombre parado frente de ella. Jamás pensó conocer en persona al hombre que más había amado su hija, pero también quien más la había hecho daño
—Ella no esta
—Oí que estaba aquí con usted
—Así era, pero ella se fue
—¿A dónde?
—No lo sé —negó —, solo tomo sus cosas y se fue
—Por favor, si se llega a comunicar con usted dígale: Que por favor se comunique conmigo
—Así lo hare
—Gracias y Adiós
Con esas palabras se fue dejando a Antonella con mil dudas hacia Alexis. El nuevamente saco su celular para tratar de comunicarse nuevamente con Alejandra, pero nuevamente el número de marcaba a buzón y eso le desesperaba. Ahora se arrepentía de a verla dejado, pero igual que hace años atrás arrepentirse de algo no le servía de nada. Era vivir nuevamente con el arrepentimiento
Nueva York
1 año después…
Las calles estaban inundadas de carros tratando de avanzar, los cláxones se escuchaban sonar por todo el lugar. Mientras que los insultos no dejaban de escucharse de uno que otro conductor. Alexis dejo escapar un suspiro mientras miraba la hora en su reloj, cuando el timbre de su celular sonó era Rubén
—Dime Rubén
—Tenemos reunión el día de hoy, Alcazar
—Sí, me lo notifico mi secretaria. Llego en 30 minutos si el trafico me deja
—Bien es sumamente importante tu presencia
Sin más escucho el pitido de la llamada al colgarse, aun no le caía bien del todo. Pero ya era más tolerable su trato hacia él. Cuando llego al aparcamiento soltó un suspiro antes de llamar a un número que nuevamente lo mando a buzón, salió del auto con su maletín antes de subir por el elevador encontrándose con un hombre
—Buenos días
Le dijo el extraño a lo que le correspondió, al llegar a su oficina su secretaria le volvió a recordar la junta
—Si, voy para haya
Estaba en la puerta y antes de salir se dio la media vuelta
—Por favor me comunícate con Valeria y pregúntale si ya firmó el contrato de la inversión que se le mando al correo
Con esas palabras salió con dirección hasta la sala de juntas. Al entrar Rubén estaba a la cabeza de la mesa junto con su padre, Agata y lo inversionistas minoristas
—Bien, ya nos vas a decir por que nos convocaste —pregunto Agata
Pero antes de que Rubén contestara las puertas se abrieron haciendo que todos voltearan a ver quien entraba
—Fui yo quien los convoco
Todos la miraron con asombro al ver a Alejandra nuevamente. Alejandra camino hasta donde estaba Rubén para tomar el lugar de él
—Aquí tengo en mis manos un contrato —miro a Alexis antes de mirar a Agata —, para que lo firmes Agata. Donde me sedes tu parte de la empresa
Una risa salió de los labios de Agata
—Perdón ¿Cederte mi parte de la empresa? —soltó una risa —, ¿Por qué crees que haría eso?
—Porque, si no lo haces, te manare a la cárcel por desfalco de dinero
Ella nada mas sonrió ante la mirada atónita de Agata
—Tú decides, firmas o te vas a la cárcel