Amores que atan

Capítulo: 3

Lucas

Camino frente a la puerta de un lado al otro del pasillo, quiero entrar, pero sé que no debo, solo que no sé lo que sucede del otro lado, no sé si Alexa está bien, los malditos médicos están tardando demasiado y si no salen pronto, voy a tumbar la puerta y entrar, necesito que ella esté bien, ¿por qué colocarse en frente? Esa bala era para mí, ¿por qué cambiar su vida por la mía? No tiene sentido, nada lo tiene y la cabeza me está comenzando a doler ya, me siento horrible sin saber qué hacer, son pocas las veces en que me he sentido de esta forma, me preocupa, no quiero decirlo en voz alta porque sé lo que eso significa y odio lo que siento ahora mismo. 

—Jefe —miro a Samuel cuando habla —Iker logró escapar y no sabemos en donde está, perdimos su rastro —aprieto mis puños —por otro lado, el hombre que regó el rumor ha hablado al fin, fue Iker quien le dijo quién era usted en verdad

—¿Y quién le dijo a Iker? 

—Eso no lo sabemos, señor

—Pues deja de darme noticias malas y a medias Samuel —paso las manos por mi rostro

—Los otros dos murieron, cosa que solo nos va a traer más problemas

—Ya lo sé —mascullo enojado conmigo mismo, no debí dejar que Alexa fuera, pero quien la iba a detener.

Todo estaba bien, ahora todo es un maldito caos, pronto llegarán las amenazas y perderemos a algunos socios, todos nos ven como traidores y ahora solo vamos a tener más enemigos de los que teníamos.

—Hay algo más —lo miro enfadado

—No quiero más malas noticias Sam

—Tus hombres exigen respuestas Lucas, están como locos y algunos ya se han ido —respiro frustrado, malditos que muerden la mano que les da de comer, en donde está eso de que estarán a mi lado en los peores momentos, miro los ojos de Samuel

—¿Tú vas a seguir a mi lado? —sonríe

—Sabes que sí, mi vida ya no me pertenece —asiento

—Quiero que busquen a esos que se fueron y los traigan

—Señor

—Es una orden —sonrío ampliamente —les enseñaré a todos por qué es mejor estar de mi lado —comienzo a caminar

—¿No sería mejor llamar a Logan? —detengo mis pasos y miro a Samuel

—Vuelves a decir algo así y te cortaré la cabeza, avísame cuando los médicos salgan y más les vale a estos que Alexa viva —continúo mi camino, mis pies se detienen cuando escucho el llanto incesante, comienzo a caminar lentamente hasta detenerme frente a la puerta, ella sigue llorando, no quiero entrar, pero no me domino cuando abro la puerta de golpe, miro a la joven niñera que intenta en vano calmar al bebé que llora

—Por qué llora? —la chica me mira con miedo

—no lo sé señor, no quiere comer nada y no se calla, supongo que quiere a su madre —sigue intentando calmarla, en vano, yo me acerco, ella se detiene y cuando me detengo justo frente a ella veo a la pequeña que llora, está vestida completamente de blanco, tiene sus ojos cerrados y sigue llorando, a pesar de eso la encuentro hermosa, es lo más bello que mis ojos han visto, su cabello es rubio como el de su madre, yo extiendo mi mano y tomo una de las suyas, al instante deja de llorar y abre sus ojos los cuales son tan azules como su madre, no se parece a mí y por muy extraño que parezca no me enoja ese hecho porque es idéntica a ella.

—Sophia —sigue mirándome como si me entendiera —mamá está enferma —mi mano va a su mejilla y acaricio esta sintiendo algo increíble cuando ella medio sonríe —debes portarte bien y ser una buena niña —me acerco un poco más hasta besar su frente, luego miro a la niñera —has que no llore más —le pido aunque al parecer no hacía falta, ya que está calmada, salgo de la habitación y respiro hondo alegre por sentir silencio pero con un pequeño rostro grabado en mi cabeza.

—¡Nos mentiste! —grita uno de mis hombres luego de dar una extensa explicación, los demás se quedan donde mismo, pero este se lanza contra mi propinándome un puñetazo, la verdad, no me lo esperaba y cuando justo iba a tomar represalias se escucha el disparo y el sujeto cae a mis pies muerto, el silencio se hace dueño del lugar y todos quedan estáticos.

—Lucas es el nuevo jefe —reconozco esa voz y al mirar a mi derecha la veo, tan elegante como siempre, Amelia está con un arma en la mano y camina hacia mí, ya es claro de donde vino el disparo —sí, nos mintió, nos engañó y nos quiso ver la cara a todos y sí, nos la vio —ríe y se detiene cuando un solo paso nos separa —pero Logan Klein ya no está y Lucas ha hecho muy bien su papel.

—¿Con esto quieres decir que sigues a mi lado? —le pregunto a una de las socias más importantes, ya varios me han dado la espalda, pero al parecer ella quiere seguir haciendo negocios conmigo.

—Así es Lucas y también quiero decir que le volaré la cabeza a cualquiera de tus hombres que quiera volver a irse en tu contra —ríe levantando su arma y apuntando a mis hombres —Veamos, quién quiere dejar a Lucas solo? —la pregunta solo obtiene silencio —quien quiera irse puede hacerlo, yo misma me encargaré de mandarlo al infierno.

Me quejo cuando ella está limpiando la herida en mi labio provocada por ese golpe, Amelia ríe, pero al ver que estoy con mis ojos fijos en los suyos se queda seria, yo estoy sentado sobre la cama y ella a mi lado, en mi habitación.

—De verdad pensaste que te iba a dejar tirado Lucas —sonríe

—Te engañé como al resto

—Pero me has hecho ganar mucho dinero, aunque —ella en un ágil movimiento se sienta sobre mis piernas —me debes muchas disculpas por hacerme gritar el nombre de Logan cuando estábamos juntos

—No sabes lo mal que me sentaba eso —sonrío llevando mis manos a su cintura

—Debiste decirme quién eras, no hubiese hecho el ridículo gimiendo Logan en tu oído —Amelia se acerca y besa mi cuello, suspiro cuando eso pasa, pero al instante siento otra vez el llanto de Sophia

—Creo que

—¿Qué? —me mira haciendo un puchero —te deseo

—Mi esposa, debo saber cómo está —ella me ignora y comienza a desabrochar mi camisa




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